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La plata: balean a cultivador para robarle las plantas

Ayer por la noche, Diego, un cultivador radicado en la localidad de Villa Elisa, recibió un tiro en una pierna cuando intentaron ingresar a su casa. El motivo de la agresión fue apropiarse de sus plantas. “Hace dos años que vivo en el barrio y siempre fue complicado”, contó Diego a THC, “siempre hubo un grupo de pibes que pasaban gritando por la puerta de casa: “cuidá las plantas que te vamos a entrar”, pero nunca pasó nada, apenas algunos encontronazos, lo de ayer fue una emboscada”.

Diego cultiva hace diez años, y lo que empezó como una experiencia vinculada a su consumo personal se transformó en una acción solidaria. La mayor parte de su cosecha la destina a hacer especialmente cremas regala usuarios medicinales que empezaron a llegar a él por intermedio de amigos.

Elaborar cremas a base de cannabis en lugar de aceites tiene que ver con una decisión responsable: Diego trabaja cuidando perros de gente que viaja y recupera otros de la calle, “algunos peleadores que iban a sacrificar y acá intentamos que se vuelvan a llevar bien con el mundo”. La presencia de los animales no le permite garantizar la calidad necesaria de una medicina a administrarse por vía oral. Igualmente las cremas han demostrado ser efectivas. “Son muy buenas para el dolor, las inflamaciones, las psoriasis y heridas”, asegura Diego, “de hecho, yo la voy a usar ahora en la pierna que me balearon”.

El tiro provino de una 22 y le pegó de lleno en la zona de la pantorrilla. “Escuché ruidos y salí, no era la primera vez que los tenía que echar, pero esta vez en lugar de salir corriendo, me tiraron de movida, a una distancia de 3 o 4 metros”, explica Diego quien llegó a refugiarse en su casa. Los “cogolleros”, se fueron sin llevarse nada.

La historia tiene capítulos anteriores. Ante las amenazas de robo, Diego decidió empezar a abrirse a los pibes del barrio: primero compartió unas flores y, finalmente, les ofreció semillas y enseñarles a cultivar. Si bien no sabe quienes fueron los agresores, está seguro que quienes lo atacaron son vecinos. “Hace unos días pasó uno y me pidió faso, y yo no tenía”. Diego, como otros cultivadores consultados por THC, resaltó que más allá de la violencia, lo particular es el momento del año: los robos de plantas usualmente se producen en abril, cuando las plantas están en su esplendor.

El hecho encuentra una de sus explicaciones en la singular escasez de cannabis en el mercado negro -120 toneladas de marihuana prensada fueron incautadas en los últimos tres meses según informó el Ministerio de Seguridad- y, por otro, en la política de tolerancia cero al autocultivo que impide el autoabastecimiento y lo restringe a aquellos que están dispuestos a asumir los riesgos de plantar. Al mismo tiempo, un mercado ilegal de flores con poco stock hizo que los precios hasta se triplicaran, lo que transformó a los jardines de los cultivadores en objeto de codicia. En una especie de tormenta perfecta todo indica que sin una regulación urgente del autocultivo, situaciones como las de Diego sólo podrían multiplicarse.

“Somos varios cultivadores los que estamos en contactos, en mi casa teníamos plantas para nuestro propio consumo, pero habíamos elegido la mayoría de las genéticas por las propiedades medicinales, por los resultados que habíamos visto no sólo nosotros, sino otros cultivadores solidarios de otras zonas”, detalló Diego, quien mientras era trasladado al hospital le pidió a sus amigos que arrancaran todas las plantas. “Tuvimos que cortar todo, no quedaron ni esquejes”, aseguró a THC.

La denuncia fue radicada en la Comisaría 12da. de Villa Elisa y aún no hay información de cuál es la fiscalía interviniente.

“Siento miedo y es muy desconcertante”, contó Diego que junto a su novia decidieron mudarse, lo que entre otras cosas implica perder su trabajo como cuidadores y ya no tener los medios para poder seguir facilitando cremas a quienes lo necesitan. “No me entra en la cabeza que podamos perder la vida por cultivar una medicina”.

Foto: Diego con sus perros.