Uno de los gestos que mejor refleja el momento de Marilina Bertoldi como música son las plantas en su departamento, un loft de estética industrial y distribución moderna donde cactus, suculentas y otras casi “autosustentables” conviven con instrumentos, viñetas de Los Simpson, una mesa de ping-pong, juegos de mesa y libros sobre fotografía erótica, ciencia o feminismo.
“Fue el año que más toqué”, explica esta santafecina que en 2016 se atrevió a ser solista con su disco Sexo con modelos y ahora, con el fenomenal Prender un fuego, se consolidó como una artista joven fundamental. La contrapartida de ese éxtasis es la falta de tiempo para cultivar lo que quisiera. Pero para equilibrar la balanza tiene amigos generosos.
“Hace mucho que fumo y fui entendiendo mi modo de usar la marihuana”, asegura la compositora, cantante e instrumentista de 30 años. “Aunque ninguna sustancia te va a llevar a hacer algo que no tengas internamente, creo que el porro te ayuda a ver las cosas de otra manera. A mí fumar me relaja, me saca de un estado terrenal donde están súper presentes las problemáticas de todos los días, cosas que no tienen la sustancia creativa que me interesa. Me deja enfocarme en lo más sensible. Fumada no prejuzgás tanto, y así ves todo con mayor claridad”.
“Fumar me saca del estado
terrenal donde están súper
presentes los problemas
cotidianos y las cosas que no
tienen sustancia creativa”.
Aunque la mayor parte del tiempo termina haciéndolo, para Bertoldi no es indispensable fumar cuando compone. Tampoco fue siempre de “fumar de día”, como reivindica ahora el título de una de sus canciones nuevas, que tiene alto videoclip en plano secuencia, lleno de yeites generacionales, fetiche de tuca contra el ventanal incluido.
“Cuando compongo o tocando con amigos más relajada, jugando al ping-pong o escuchando música, fumar siempre me lleva a un buen lugar. Pero lo evito para ensayar y tocar: siempre pasa algo en el escenario, a nivel técnico, y me gusta estar alerta”.
¿Qué pensás de la música que se hace hoy?
Hoy es un buen momento para que la gente pueda ir hacia el arte para descargarse y no sentirse tan sola. Fuertes y unidos vamos a resistir y lograr esta revolución de las mentes, de concientizarnos, reeducarnos, conectar mejor con el otro y poder usar la tecnología sabiamente. Es una resistencia que se está generando. Pero no en el mainstream. Ni ahí”.
¿Con qué otro tipo de artistas conectás que no sean del palo de la música?
Soy muy fanática de Jim Carrey y este momento suyo me parece increíble, porque está diciendo cosas hermosas en el lugar menos pensado, en la alfombra roja: que nada de esto tiene sentido, que el universo es infinito. Es el lugar donde lo tiene que decir y lo está diciendo. Todos dicen que está loco pero es el menos loco de los que están ahí. Es un poeta, lo amo.
¿Te gusta la comedia?
La amo y lo que te dejan los comediantes. Hay muchas mujeres que hacen muy buen stand up en Argentina, que son increíbles. En Estados Unidos, hablan directamente de cómo en ese país prefieren a un nazi tonto y misógino como Trump antes que a una mujer presidenta. Y es que hay una estructura de viejos que está desde siempre y nos pone al presidente. No compran los medios… ¡son los medios!
En un contexto así , ¿el cannabis ayuda como refugio?
Hay un bombardeo de cosas tan negativas que está bueno aferrarse a algo que esté en otro plan y te dé otras cosas. Está muy tóxico todo y de eso somos conscientes todo el tiempo. Está bien que algo te invite a sensibilizarte con otras cosas, porque este mundo sin darte cuenta te insensibiliza mucho.
Podés leer la entrevista completa en la Revista THC 118.
Texto: Luis Paz / Foto: Alejandra Iampietro