Cuando cerrábamos la edición 132 de THC, Argentina entraba en cuarentena. El COVID-19 comenzó a avanzar y las incógnitas son muchas. En ese contexto, ¿qué ocurre con los usuarios y las usuarias de cannabis?
Por un tiempo vamos a tener que hacer una pausa en algunos de los hábitos que tanto amamos. El más básico: compartir un porro, un vaporizador, un bong. Desde hace mucho se dice que el cannabis es como el mate, y es un poco cierto.
A pesar de las precauciones, que se suman a las medidas extraordinarias de aislamiento, es claro que la cultura que construimos va a seguir su camino.
Eso se reflejó en las medidas que, en medio de la pandemia, tomaron algunos países que regularon. Más allá de sus aciertos y desaciertos para enfrentarla a nivel integral.
A pesar de las precauciones, que se suman a las medidas extraordinarias de aislamiento, es claro que la cultura que construimos va a seguir su camino.
Holanda se aseguró de que los famosos coffee shops permanecieran abiertos durante un tiempo que le permitiera a las personas abastecerse.
En el caso de Estados Unidos, varios estados entendieron que el cannabis es un bien “esencial” para quienes lo necesitan para llevar adelante un tratamiento médico. Y, al igual que en Canadá, comenzaron a levantar restricciones para asegurarse de que todas las personas puedan proveerse de cannabis sin generar riesgos para ellas ni para los demás.
Detrás de estas situaciones hay algo tan elemental como revolucionario. Luego de décadas de estigmatización y desprecio, las personas que usamos cannabis comenzamos a ser vistas como ciudadanos y ciudadanas que antes de ser perseguidos, tenemos derechos y necesidades, incluso en medio de una pandemia.
Ahora bien, estas decisiones se tomaron sobre la compra-venta regulada de cannabis. No hay dudas de que se trata de una posibilidad que desde los países aún prohibicionistas se mira con deseo. Pero la gran discusión que abre este escenario global va un poco más allá.
Este contexto de pandemia dejó claro, casi como nunca antes, que cultivar nuestras propias plantas es un gran aporte al cuidado de la Salud Pública.
Hablamos del autoabastecimiento, que ya no aparece solo como un placer y un derecho, sino como una política indispensable para que las personas no tengan que depender de terceros para conseguir su cannabis.
Salvo que la decisión de los Estados sea promover una crisis más dentro de sociedades que intentan encontrar los modos de continuar con sus vidas, la legalidad del autocultivo debería garantizarse. Nunca fue tan claro que cultivar nuestras propias plantas es un gran aporte al cuidado de la Salud Pública.
Más allá de los debates por venir y de la incertidumbre, hay una enorme certeza. Para encontrarla no es necesario consultar a sabios ni a especialistas. Alcanza con mirar nuestras plantas con la fascinación de siempre para que revelen su máximo secreto: la vida continúa y continuará abriéndose paso, buscando la luz de todos los días.
Editorial publicada en la Revista THC 132, descargala acá.