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Una organización cannábica y el INTA avanzan en un cultivo público

El cultivo de cannabis es un fenómeno en Argentina. Por un lado, cada vez más personas deciden plantar en sus casas. Por otro, crecen sin mucha publicidad cultivos a gran escala.

En Río Negro, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) Centro Regional Patagonia Norte avanza para llevar adelante un gran cultivo experimental 100% público cn el fin de abastecer de cannabis medicinal a usuarios y usuarias de Río Negro y Neuquén.

Pero se trata de un proyecto con algo particular: es el primero que se realiza junto una asociación civil cannábica. Se trata de Ciencia Sativa, de Bariloche.

En Río Negro, el INTA avanza para llevar adelante un gran cultivo experimental 100% público. Lo particular: el proyecto se realiza junto con la asociación civil cannábica Ciencia Sativa, de Bariloche.

Si bien se encuentra parado por la cuarentena que rige en el país debido a la pandemia mundial de Covid-19, quienes lo llevan adelante continúan trabajando para comenzar a cultivar ni bien se normalice la situación.

El plan fue presentado a fines de 2019 y aprobado por el Programa Nacional del Cannabis dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, creado por la Ley 27350 sancionada en 2017 que regula el uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados.

Actualmente el expediente está en el Ministerio de Seguridad de la Nación. “Personal del ministerio ya inspeccionó el predio e hizo sus consideraciones, pero el ahora el expediente está parado por la cuarentena”, contó a THC Roxana Aguirre, miembro de la Comisión Directiva de la ONG Ciencia Sativa.

Todo parece indicar que pasada la cuarentena extricta, el proyecto seguiría con buen ritmo.

CUMBRE. Integrantes de Ciencia Sativa y del INTA junto a funcionarios, reunidos con la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.

Iniciativa pública y cannábica

La asociación civil Ciencia Sativa (CS) nació en 2018 en Bariloche, Río Negro, y en 2019 consiguió la personería jurídica, algo clave para que una asociación cannábica pueda impulsar proyectos de este tipo.

“En 2019 tuvimos una reunión con la entonces diputada nacional por Río Negro Silvia Hornes, ella nos hizo el enlace con el INTA, que comprende parte de Neuquén y Río Negro”, recuerda Roxana, y completa: “Nos pusimos en contacto con Mariana Amorosi -asistente de planificación regional del INTA- y empezamos a trabajar con ellos y otras agrupaciones de La Patagonia”.

“Con toda la experiencia que fuimos sumando sobre cultivo y sobre el trabajo con usuarios medicinales, nos sentamos con el INTA para redactar el proyecto. Lo escribimos básicamente entre Santiago Juárez -Licenciado en Biología y miembro de CS-, Gabriela Calzolari, presidenta de CS-, y yo. Y se sumaron miembros de otras agrupaciones y del INTA”, explica Roxana.

“Esperamos que cuando se regularice la situación, el Ministerio de Seguridad nos devuelva pronto el expediente con los requisitos para que podamos cumplir con ellos y ya empezar con el proceso de cultivo”, nos cuenta.

“Es un proyecto gestionado por una organización cannábica, sin financiamiento de empresas prividas locales ni extranjeras”, resaltan.

Lo que desde Ciencia Sativa resaltan es que se trata de un proyecto donde una agrupación cannábica forma parte de la gestión y no hay financiamiento de empresas privadas locales ni extranjeras. “Buscamos hacer producción pública, que sea sostenida por el Estado, para poder llegar a todos los usuarios terapéuticos”, explican.

Aguirre asegura que “hay capacidad para iniciar un proceso de producción de fitopreparados nacionales” y que “para ellos es muy importante el conocimiento de los cultivadores, por todo el trabajo que ya venimos haciendo, en conjunto con los usuarios terapéuticos”.

En ese sentido, Juárez suma: “Aportamos el know how del cultivo de marihuana. El INTA tiene mayor conocimiento de producción en escala, que es algo que nosotros no tenemos porque nuestros cultivos siempre han sido chicos. Pero desconoce los detalles de la planta de cannabis”.

Los cultivadores aportan su conocimiento sobre la planta de cannabis y el INTA suma su experiencia en cultivos a gran escala.

“Esto es innovador porque para nosotros es un cultivo nuevo, entonces es de suma importancia poder trabajar con quienes tienen el saber y la experiencia. ¿Por qué una institución pública no puede trabajar con una ONG? ¿Quién dice que no hablemos de cannabis? Estamos rompiendo estructuras, y prejuicios. Para mí ese es el espíritu del proyecto”, plantea Mariana Amorosi.

TIERRA FÉRTIL. Predio de la Estación Experimental Alto Valle del INTA Centro Regional Patagonia Norte en que se realizará el cultivo

El Proyecto

El cultivo se llevará a cabo en un predio de dos hectáreas ubicado en la Estación Experimental Alto Valle del INTA Centro Regional Patagonia Norte, ubicado en la ciudad rionegrina de Guerrico.

El espacio cultivable es de una hectárea. Se cultivarán entre 5 mil y 10 mil plantas, una cada dos metros cuadrados.

Se planea cultivar hasta 10 mil plantas ricas en CBD, pero también cepas con alto contenido de THC para abastecer a usuarias y usuarios de Neuquén y Río Negro.

El cultivo será con fines terapéuticos, científicos y de investigación. Además de cultivarse cepas con preponderancia de CBD y sin THC, se cultivarán cepas con un ratio 1:1 de THC y CBD, y cepas con alto contenido de THC.

Por otra parte, busca fomentar el estudio de las plantas en universidades públicas. Además de garantizar la producción de fitopreparados por el INTA o laboratorios públicos para abastecer a usuarios y usuarias de Neuquén y Río Negro.

Biología al servicio del cultivo

En cuanto a su vinculación con el proyecto el Licenciado en Biología detalla: “Mi aporte es investigar y desarrollar, seleccionar cepas, hacer cruzas”, nos cuenta el biólogo Santiago Juárez.

“Queremos contar con semillas bien diversas, un buen pool genético y fenotipos diferentes. Además, buscamos hacer cruzas y trabajar seriamente en la crianza de las plantas y llegar a hacer variedades que cumplan lo más posible con la demanda de los usuarios terapéuticos de cannabis”, detalle.

La idea de un cultivo a gran escala no implica retroceder en el reclamo por el derecho al autocultivo: “la intención es que los usuarios medicinales también puedan autoabastecerse”, aseguran.

“Quienes en 2018 formamos Ciencia Sativa buscábamos realizar un trabajo de carácter más científico y medicinal. Pertenecíamos a otras organizaciones pero nos dimos cuenta de que desde una ONG no podíamos abastecer la demanda de cannabis medicinal”, nos explica Juarez.

Por esa razón, dentro del marco limitado por la Ley de Cannabis Medicinal, CS empezó a vincularse con el INTA para una producción a gran escala. “Siempre con la intención de que los usuarios medicinales puedan autoabastecerse, siempre volcándonos al autocultivo y enseñando a la gente a cultivar”, aclara.

Por su parte, Amorosi confía en que luego de iniciado el cultivo los ministerios de salud de Neuquén y Río Negro harán sus propias investigaciones y desarrollarán fitofármacos, sin perder el espíritu público de la iniciativa.

“No queremos que venga una empresa y ponga millones, queremos que el cannabis medicinal sea de toda la sociedad y no de unos pocos. Queremos llegar a la gente, no que el acceso a la medicina dependa de tener dinero o no, o de caer en el mercado ilegal”, asegura.