Skip to content Skip to sidebar Skip to footer
Revista THC

Veterano de Malvinas y usuario medicinal: “Estoy parado gracias al cannabis”

Hoy se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Es una fecha que para algunas personas representa el recuerdo de un vuelco definitivo en sus vidas.

Es el caso José Benítez (58), quien fue combatiente en las Islas Malvinas hace 39 otoños. “Es una fecha muy dura para mí y para todos mis compañeros. Yo los tengo a ellos en mi memoria como cuando teníamos 18 años… Me acuerdo las cosas que contaban, los que cantaban y me pongo a pensar en la suerte que tuve de volver. La suerte que ellos no tuvieron”, repasa.

En la actualidad, Benítez usa aceite de cannabis para transitar los estragos de una guerra que protagonizó cuando tenía apenas 19 años.

Durante 25 años tomó medicación para contrarestar los símtomas del estrés postraumático. “Mi proyecto era otro. Yo era un pibe muy divertido”, cuenta.

A ese cuadro, le sobrevino el diagnóstico de una enfermedad autoinmune. Sin embargo, durante la internación a la que lo obligó ese cuadro de salud supo que el cannabis podía ser la medicina que estaba buscando.

Desde entonces, su calidad de vida mejoró notablemente. Hoy, a pesar de que las marcas de la guerra son imposible de borrar, puede hablar de lo vivido. Así lo hizo con THC en el patio de su casa, en Florencio Varela.

Las marcas de la guerra

Benítez lleva presente a las Islas del Atlántico Sur todos sus días. Él cuenta que lo primero que hace cada mañana, cuando se despierta, es saludar a sus compañeros muertos que lleva inmortalizados en el mural de su patio.

“Cuando era chico, jugaba a la guerra con armas de madera. Siempre me imaginé a la guerra, pero nunca pensé hasta dónde podía llegar. Estuve en Monte Longdon, de lo más sangriento. Fue una cosa horrible: se peleó con bayoneta, se escuchaban los gritos y, al otro día, había que enterrar a los compañeros”, cuenta Benítez.

“Cuando volvimos pensaban que no estábamos bien de la cabeza y que podíamos cometer una locura. Pero el veterano dejó a la violencia a un lado porque ya sabe lo que es”, recuerda José Benitez, ex combatiente

“El recuerdo que a mi me marcó mucho fue cuando recibimos una ráfaga de ametralladora. Pensé que se terminaba mi vida. Después de ello, caímos prisioneros”, dice Benítez sobre sus compañeros, que ya eran “hermanos”, como dice él.

“Había un soldado que le decíamos Poroto. Se llamaba Dante Pereyra”, recuerda. Luego, continúa: “Siendo prisioneros, un inglés me lleva a la cresta del monte y me dice que levante al que estaba ahí. Cuando lo doy vuelta era mi amigo, Poroto. Después, me hicieron recorrer el lugar y todos me hacían señas que me iban a matar. Yo decía ‘que sea lo que Dios quiera’”.

José luchó en Malvinas cuando tenía apenas 19 años. Hoy su calidad de vida mejora gracias al cannabis

¿Cuándo comenzaste a padecer el daño psicológico que te causó la guerra?

No lo puedo precisar porque no me di cuenta. Trataba de pasar el día tomando alcohol; toqué fondo: me juntaba con otro en mi misma situación, siempre un veterano. Me compraba una damajuana de vino en el primer bar que me encontraba.

¿Tuviste problemas con el alcohol?

Estaba muy mal. No podía conseguir trabajo, no me daban en ningún lado. Cuando volví de Malvinas, me reincorporé a la fabricaba de jabones donde trabajaba. A los dos meses me echaron porque mi situación no era buena. En una palabra, me quisieron decir que estaba loco. Ahí empezó todo.

“Yo no puedo estar sufriendo por una cosa que me hace bien, yo no le estoy haciendo mal a nadie. Si tengo que caer preso por cultivar por mi salud, lo haré. Al cannabis lo voy a defender a muerte”.

¿Te sentías discriminado?

Ellos pensaban que no estábamos bien de la cabeza y que podíamos cometer una locura en cualquier momento. El veterano, después de ese momento, dejó a la violencia de un lado porque ya sabemos qué es. En nuestro estrés postraumático, tenemos momentos que lloramos, que nos aislamos y te quedás solo, pensando.

La batalla del cuerpo y la mente

¿Seguís viviendo esos episodios de estrés?

Sí, hasta el día de hoy. Por ahí caigo en un momento depresivo. Por eso tomaba paroxetina y clonazepam. Hace un tiempo fui dejándolo.

¿Cuándo comenzaste a tomar paroxetina y clonazepam?

En el año ’89, ’90. Fui al psiquiatra del Hospital Militar de Campo de Mayo. Tomé más de 25 años; comencé a dejarlo en el 2016.

José comenzó a usar cannabis gracias al apoyo de sus hijos. “Los saqué carpiendo porque pensaba que era una droga” y hoy asegura que es clave para su tranquilidad y bienestar

¿Por qué decidiste dejar esa medicación?

En el 2012, contraigo la enfermedad de Crohn (una enfermedad autoinmune que ataca el intestino). Me operaron para sacarme toda la mugre que tenía en el glúteo. Al tiempo, comienza a atenderme el doctor Marcelo Morante y me sigue el tratamiento con aceite de cannabis. Cuando le comento a mi psiquiatra sobre el cannabis, me sacó carpiendo. Yo quería que me bajara las dosis de paroxetina y clonazepam porque estaba todo el día dormido, sedado. La psiquiatra me dijo que no podía sacármelo de golpe porque podía sufrir una recaída. Así fue sucediendo y ya lo dejé completamente.

José con su esposa. Detrás, el mural que tiene en su casa y donde recuerda a sus compañeros que murieron en las islas.

¿Cómo fue que te diste el paso para probar con el cannabis medicinal?

Mis hijos me dijeron que intentara. Pero yo los saqué carpiendo porque pensaba que era una droga. Pero después lo veía en televisión y le pregunté a Morante. Él me dijo que me iba a hacer bien y empecé a tomar.

Producto de una enfermedad autoinmune, José no podía ir al baño sin sentir un dolor agudo, hasta que el cannabis lo aplacó. “Me di cuenta que lo que me estaba curando era la cabeza porque me empecé a tranquilizar”

¿Notaste mejorías?

Mi problema era cuando defecaba. Sentía que largaba vidrio molido. Estuve once meses postrado; no me podía levantar ni caminar del dolor. Hasta que tomé cuatro veces: tres gotas por la mañana, por la tarde y por la noche. Un día voy al baño y bien, no había sentido nada malo. Al rato, estaba parado en la puerta, ¡algo que nunca hacía porque no me podía levantar! A la semana, estaba levantando arena con una pala. Por supuesto que, en cuanto me vio mi familia, me mandaron a sentarme. Me di cuenta que lo que me estaba curando era la cabeza porque me empecé a tranquilizar. A mi me dolía y me ponía nervioso, lo que era peor.

¿Qué pensás de que el cannabis siga estando en un gris legal, incluso para el caso de usuarios medicinales?

Antes, estaba en contra del cannabis. Pero hoy lo es todo. Estoy parado gracias al aceite de cannabis y me ayuda con mi enfermedad. Yo no puedo estar sufriendo por una cosa que me hace bien, cuando yo no le estoy haciendo mal a nadie. Si tengo que caer preso por cultivar por mi salud, lo haré. Al cannabis lo voy a defender a muerte.