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duki plantas entrevistaEmanuel Combin

Entrevista a Duki: “La marihuana conecta universos”

Hoy a nivel worldwide el pegue ya está garantizado. Así que elijo buscando un olor o gusto que no haya palpado todavía”, dice Duki. “Ahora están de moda el G­elato, el Gorilla Glue y las Cookies más dulzonas, o cítricas como la Tangie o la Lemon Skunk. Pero a mí lo que más me flashea son esas amaderadas, que son como tomar whisky. Una locura”.

Duki es un nene cebado cuando habla de variedades de cannabis. También cuando rapea. Y cuando tiene rato para jugar unos Counter-Strike con amigos. Es un cebado en sus clips, en su flamante disco Desde el fin del mundo y cuando se larga a tirar como A$AP Rocky o a cantar como Dárgelos. También cuando habla de bestias del básquet, como en la entrevista que le hicieron en el YouTube de la NBA.

También era un cebado cuando a los 16 se tiraba en longboard y casi lo atropella un auto en las bajadas de las lomadas que se arman entre Plaza Francia y Plaza Mitre. Lo seguía siendo cuando, volviendo de una gira, se trajo bagayos de flores desde el Litoral y lo agarró Gendarmería. Y todavía lo es ahora, aunque le haya dicho basta a quedar tan regalado.

La excepcional vida pública de Mauro Ezequiel Lombardo se juega bajo la piel de Duki, el alias bajo el que se volvió un MC legendario que en un par de años rompió el freestyle y se convirtió en la cara escrachada del trap local. Duki combinó millones de plays con fama regional, respeto internacional y trascendencia en la escena underground, y en el camino trató de gestionar, como todos, a qué decirle que sí y a qué decirle que no.

Gloria, bajón y flores

A finales de 2017, la movida urbana local empezaba a romper el gueto, compes de plaza claves desaparecían y el freestyle se iba a profesionalizar con la llegada de la liga Freestyle Master Series y el boom de la Red Bull Batalla de los Gallos, cuya internacional ganaría Wos.

Dentro del mismo movimiento, unas olas movían el sustrato del freestyle y lo activaban como salida laboral, y otras inundaban las p­la­­­y­­­­lists en español hablando de las drogas y los juegos del momento, viralizando un modo de sextear, de vestir, de hablar.

“Nadie lo dice, pero todos lo sabemos: el porro es para compartir, no se le roba a nadie y si vos das, vuelve. Es una sociedad perfecta.”

Después de tres temporadas completas de batallar, Duki se había corrido del freestyle para concentrarse en hacer música. Recién había empezado a pegarse y a ganar algo de plata. Le pagaban en negro. Le costaba manejar la exposición, que lo afectaba demasiado, pero las pastillas que conseguía con recetas truchas le daba un poder especial: no sentir nada.

Duki en la Revista THC que ya se consigue en versión digital.

“Me acostumbré a tomar Xanax, y por cualquier cosa me clavaba una pasta. Quedaba chill, nada me afectaba, todo me chupaba un huevo”. En esa época, el estadounidense Lil Peep murió dado vuelta con alprazolam, una benzodiacepina vedette para tratar la angustia.

Fue una alarma en el entorno familiar de Duki, que volvió a acercarse fuerte. Él se movía solo, tenía su plata, viajaba y vivía en otros lugares. Paraba en “la Mansión” de Antezana 247 con Alejo, organizador de El Quinto Escalón y músico clave en la movida como YSY A.

“Cuando empecé a dejar las pastas, el porro fue lo único que me ayudó a relajarme. Trataba de no fumar mucho porque si me bajaba de más ya perdía la resistencia y podía caer en las pastillas de nuevo. Y sino trataba de no estar solo. Así bajé la ansiedad que me generaba este flash de la presión social y la fama. Lo veía como algo negativo pero fuck that shit, no existe: era un capricho mío para martirizarme. Qué tarado. Ahora estoy disfrutando el momento y el cariño de la gente”.

Hello porro

Hoy, Mauro Lombardo está al comando consciente de un avatar que le cumple las misiones y los flashes: Duki. Y este Duki sería un fumón categoría súper saiyajin, habilidad 99. Un porrero legendario.

“Cuando empecé a dejar las pastas, el porro fue lo único que me ayudó a relajarme”

“Entre los motivos por los que quería ser músico y pegarme estaba poder hacer mi música tranquilo, corte tener mi estudio y laburar con la gente que quiero, y que eso me diera para comer, ayudar a mi familia y tener marihuana. Ahora nos va mejor y nos damos lujitos, nos compramos ropita más fachera. Pero creo que cualquier pibe de la movida diría lo mismo: nos alcanzaba con tener esta pasión, tener para comer y tener faso”.

En tus temas tenés más referencias al…
Sí, ya sé, tengo más sharaus al porro que a cualquier otra mierda.

¿Cómo empezó eso?
La primera vez que fumé fue en la esquina de Abadía, antes de entrar a la matiné. H­abíamos tomado Frizze Blue y una amiga sacó un porro. Entre el alcohol y el faso sabía que estaba en una, pero no sé si me pegó… Otra noche fumé con mi hermano viendo Naruto y le empecé a pedir a él. No me quería dar, así que a veces le robaba, re atrevido. Igual se lo devolví re piola: ahora debo estar como 500 gramos arriba, fácil. Pero llegó un momento que quería pegar yo y él no quería. Él tiene unos años más.

En el cuarto que compartían, Mauro empezó a tejer su telaraña. Prensado tenía casi siempre, porque armaba movidas y le quedaban las astillas. Cuando conseguía flores se iba a dormir, al otro día se levantaba temprano, prendía uno, se hacía un café y se encerraba horas en el bañito de la pieza. Así escribió “No vendo trap”, “Lost Tape”, “She Don’t Give a Fo”, “Si te sentís sola”, “Rockstar”, “Hello Cotto”. Sentado en el inodoro, tirando la ceniza en el lavamanos.

¿Y por qué seguiste fumando?
Cuando vas creciendo encontrás que esta planta es un conector de universos, te hace empatizar con la gente, genera unión, es un punto de conexión. La cultura del porro tiene códigos y valores, unas bases y condiciones inconscientes y colectivas, que nunca nadie las planteó pero todos las sabemos: el porro es para compartir, no se le roba porro a nadie y si vos das, el porro vuelve. Es como una sociedad perfecta, y no porque el porro no te acarree ningún problema. Sino que destaco lo zarpado de esta cultura, donde no hubo que imponer leyes y sin embargo todos las respetan. Y el que las rompe, queda fuera.


Lee la entrevista completa en la Revista THC 143

Disponible también en versión digital.