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Matrix: la batalla por lo real y una aventura psicodélica

La cuarta entrega de la saga, dirigida por Lana Wachowski y estrenada en diciembre pasado, está disponible a partir del 28 de enero en el servicio de streaming HBO Max. Se trata de una historia que comenzó en 1999.

Fue a finales de la década del 90 cuando se estrenó la primera película de la trilogía original The Matrix. Ahí estaban Keanu Reeves, Lawrence Fishburne y Carrie-Anne Moss. La película se volvió un éxito inmediato, gracias a un despliegue de efectos especiales de última tecnología. Pero había más. Mucho más.

En su trama de ciencia ficción distópica que narra un mundo destruido y dominado por máquinas, se esconde un diccionario psiconautico que la volvió un clásico también entre viajeros y viajeras de la mente.

Una historia de pastillas

En la primera película se cuenta la historia de Thomas Anderson/Neo (Keanu Reeves), un programador y hacker que atrapado en un trabajo de oficina chato y rutinario busca por las noches a un misterioso hacker llamado Morpheus (Lawrence Fishburne).

El momento de las pastillas: roja para salir de la ficción de la realidad, la azul para mantener las cosas tal cual están.

Esta búsqueda es motivada por una sensación que mantiene a Neo despierto por las noches: mezcla de fantasía con recuerdo mal grabado. Y Neo tiene un intuición: hay algo más que la realidad que observa y experimenta a diario. Morpheus aparece como una figura que podría tener algunas respuestas.

Esta búsqueda es motivada por una sensación que mantiene a Neo despierto por las noches: mezcla de fantasía con recuerdo mal grabado. Y Neo tiene un intuición: hay algo más que la realidad que observa y experimenta a diario. Morpheus aparece como una figura que podría tener algunas respuestas.

Neo, que en el fondo es un héroe de la vieja escuela, asume el riesgo mayor y va por la pastilla roja.

Gracias a ella, Neo aprende que los miles de millones de seres humanos que pueblan la tierra y conforman la sociedad humana están conectados a baterías luego de una fracasada guerra contra las máquinas inteligentes que extinguió nuestra especie.

El mundo que experimentamos, la comida que comemos y los vínculos que creamos son todas simulaciones en un complejo y eficiente programa de computadora, llamado la Matrix.


Pasada la sorpresa inicial, Neo también aprende que en su mente puede esconderse el final de la guerra y la liberación de los seres humanos.

De hecho, Neo tiene enormes probabilidades de convertirse en “El elegido”, una persona que gracias a sus habilidades innatas para entender y moverse en la Matrix asegura la victoria humana sobre los robots.

Un idioma en común

El éxito de la película Matrix en el ambiente psiconáutico fue más allá de “una película interesante visulmente para ver bajo los efectos de sustancias psicodélicas” sino que fue celebrada por algo totalmente novedoso. Matrix, a simple vista un producto de Hollywood, ayudó a poner en palabras y movimiento percepciones que son arquetipos de la experiencia con psicodélicos.

De hecho, la experiencia con enteógenos como LSD o los hongos psilocibes, se refiere muchas veces como algo parecido al despertar de Neo. Se trata de una tensión que pone en crisis algo tan básico como qué es lo real.

De acuerdo a nuestra civilización moderna, tecnológica y científica, el mundo invisible que muestran plantas, moléculas y hongos es una ficción, una película proyectada por nuestro cerebro alterado químicamente.

https://www.youtube.com/watch?v=Vm1Ks4moUGY&ab_channel=SWCLIPSLATINO


Sin embargo, desde la perspectiva psiconáutica, se desafía esa mirada. Y es hasta la propia experiencia humana la que pone en crisis ese menosprecio, demonización y prohibición de la alteración de a consciencia: desde sus comienzos, los seres humanos, usan sustancias similares para responderse preguntas tan esenciales como el sentido mismo de la existencia.

En la disputa por el derecho a esas sustancias, la guerra contra las drogas funciona como la Matrix: vivimos en una simulación donde el acceso a indagar sobre nosotros mismos es considera poco menos que un vicio repudiable que debe ser penado.

En esa línea de interpretación, podemos ver algo en el gran villano de la saga: el agente Smith, encarnado por Hugo Weaving. 

El agente Smith es un software diseñado para erradicar todo pensamiento libre que amenace el funcionamiento del sistema. Smith puede invadir y replicar cualquier individuo en la Matrix, haciéndolo infinitamente peligroso. Casi casi como la tan temida denuncia anónima.

Y claro, Smith aparece caracterizado de un modo claro: como un agente del Servicio Secreto de los Estados Unidos.

Matrix Resurrecciones

La cuarta entrega de la saga, dirigida por Lana Wachowski y estrenada en diciembre pasado, está disponible a partir del 28 de enero en el servicio de streaming HBO Max.

Además de la espectacularidad de los efectos especiales que podemos esperar en una película que costó 190 millones de dólares filmar.

Si bien para los fanáticos esta última entrega puede tener el sabor más de una película de acción que la de una reflexión sobre la compleja disputa sobre qué es y no real, es una gran oportunidad para meterse en un saga que dialogó desde sus inicios con la potencia reveladora de navegar por los diferentes niveles de la consciencia.