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Gustavo Jaiyes / Revista THC

Cocina cannábica en Argentina: cómo trabaja uno de los mayores referentes del país

La cocina cannábica es una experiencia que se basa en una combinación maravillosa. La alquimia consiste en hacer convivir las sensaciones de la comida con los efectos de los compuestos activos del cannabis.

Es una práctica posible para todas las personas, pero hay quienes hacen de ella un verdadero arte. Es el caso de Ricardo Arenas Moll, simplemente Richard para quienes lo conocen.

Su historia es la de alguien que creció en el corazón de una familia donde la comida ocupó un lugar central. Su mamá condujo los destinos de un restaurante familiar, su papá era carnicero y un cocinero extraordinario.

Richard tuvo diferentes formas de ganarse la vida, pero nunca dudó de seguir cultivando el oficio de cocinero. Claramente, una pasión es imposible de abandonar.

En las últimas décadas se formó en pastas, chocolatería, pastelería alemana, cocina de medio oriente y sushi a nivel profesional.

A todo ese amor Richard le sumó su romance con el cannabis, del que es usuario y cultivador también desde hace mucho tiempo.

Tener la fortuna de tener fascinaciones que combinan y lo hicieron avanzar en el camino de la cocina cannábica, hasta que se transformó en su especialidad indiscutida.

El año pasado, fue justamente él quien inauguró los talleres de cocina en Expo Cannabis Argentina ante cientos de personas que lo escucharon fascinadas.

Haber conquistado toda esa atención no solo tiene que ver con que Richard sabe lo que hace, sino porque lo lleva adelante teniendo una filosofía en la que al amor y el conocimiento por la comida y el cannabis, suma un condimento clave: hacerlo rico y con responsabilidad.

THC charló con él para conocer su historia y comprender la ética detrás de la cocina cannábica.

¿Siempre te dedicaste a la gastronomía?

A lo largo de mi vida he tenido trabajos de todo tipo, pero la gastronomía es algo que mamé de muy chico gracias a mis padres. Mi mamá tuvo durante muchísimos años un restorán en el barrio de Flores y era muy común ir a visitarla y terminar haciendo algo en la cocina para dar una mano: cortar algo, poner agua hervir, pelar verduras. En fin, lo que se necesitara porque era el negocio familiar. Siempre había algo para hacer. Y por otro lado, mi papá era carnicero y muchas veces él era el que cocinaba en casa. Desde chico él nos ponía sobre la mesa para que probemos cosas nuevas y eso fue un excelente entrenamiento para el paladar.  Así que la cocina era algo cotidiano para nosotros.

Richard y su fabulosa colección de bombones cannábicos. La especialidad de un especialista / Foto: Gustavo Jaiyes / Revista THC

Continuaste entonces con ese legado

Sí, en algún punto sí. Aunque para mi cocinar es mucho más que simplemente hacer comida. Aparte del placer que me genera el proceso, creo que los platos que uno hace son creaciones personales en las que uno intenta transmitir algo propio. Es difícil explicarlo, pero aquel al que le gusta cocinar, sabe a qué me refiero. Es una especie de obra de arte. Uno busca generarle  al comensal distintas  sensaciones a través de la estimulación de los sentidos, como las que transmite cualquier artista cuando lleva a cabo una pieza. Buscás detalladamente una presentación, una combinación de texturas, aromas, y eso seguro te tiene que remitir a un lugar.

¿Cuán importante es la formación para embarcarse en la cocina cannábica?

Si hablamos de cocina cannábica la experiencia previa en cocina hace una gran diferencia, creo que eso te da un plus. Ese es mi consejo para todos aquellos que empiezan a meterse en esto: estudien mucho, aprendan técnicas, hagan cursos, adquieran todo el conocimiento posible que el conocimiento es libertad, y sobre todo si van a dedicarse a la cocina cannabica lo más importante a tener en cuenta es que hay que tener una cuota extra de ética y responsabilidad.

¿A qué te referís con mayor ética?

El tema de los alimentos cannábicos para mi conlleva una gran responsabilidad. Primero porque uno tiene que tener mucha conciencia y conocimiento real de lo que está haciendo. Y hablo tanto de la manipulación correcta de los alimentos, la combinación de los distintos cannabinoides, las técnicas que existen para incorporarlos correctamente, etc. Eso es fundamental. Uno por desconocimiento o descuido puede hacer que otra persona realmente la pase mal, y me parece que eso no está bueno. Uno sabe que esto puede ser una experiencia maravillosa o desagradable, si no sabés dosificarlo. Segundo, porque las sensaciones que te produce consumir cannabis de esta forma es totalmente diferente a las de fumar por ejemplo.

¿Cómo describirías esa experiencia?

Es un viaje mucho más introspectivo, duradero y depende el contexto también más psicoactivo. En mi caso personal soy muy cuidadoso de a quien le doy algún producto mío. Siempre trato de darle las mejores recomendaciones a la persona para que su experiencia se buena, placentera y segura. Para mí eso es muy importante, no me da igual. Me encanta que alguien que prueba algo mío me cuente después lo bien que la pasó.

¿Sos muy exigente con lo que hacés?

Sí, soy una persona súper exigente con los productos que hago. No solo me refiero a la calidad de los materiales que uso, me parece que haber estudiado y tomado tantos cursos me dio más herramientas para lo que quiero hacer. También soy un tipo muy perseverante, busco intensamente plasmar lo que tengo en la cabeza y me tomo todo el tiempo que sea necesario. Hasta que no esté perfecto como yo quiero, no lo muestro. Soy muy perfeccionista y gracias a que soy mi propio conejillo de indias es que logre encontrar los sabores que buscaba, las correctas dosificaciones para cada producto y es que puedo dar mejores recomendaciones para quienes se llevan mis golosinas.

Ricardo Arenas Moll abrió el año pasado los talleres de cocina cannábica en Expo Cannabis Argentina / Foto: Anabella Fernández Coria

¿Recordás ese primer comestible de cannabis que te hizo click en la cabeza?

Si claro, era un brownie de chocolate que me convidaron en una fiesta que fui con mi mujer. Algo muy típico de esa época que la verdad parecía que era la única receta que se conocía para comer cannabis. La verdad es que estaba bastante feo de sabor, tenía hojas en el medio, no muy grato de comer. Pero si recuerdo perfectamente cuando hizo efecto. Realmente me encantó el pegue. Eran sensaciones totalmente desconocidas para mí. Me llevo a un lugar que fue toda una revelación.

¿Seguís enamorado de los comestibles?

Sí, sigo disfrutando mucho de cómo me colocan los comestibles. Es un viaje muy personal que hasta me parece interesante que la gente experimente. La realidad es que esta planta, si la usás con conocimiento, la uses de la forma en que la uses, produce una gran sensación de bienestar. Eso es indiscutible. Ya sea porque pasás dolores, te calma la ansiedad, te ayuda a dormir o porque simplemente querés pasar un buen momento, salir de tus problemas y conectarte con vos mismo desde otro lugar, la planta te ayuda a estar mejor. Eso es el cannabis, es bienestar.