Como los vinos, el tabaco y el café, las distintas variedades de marihuana poseen un bouquet único, una combinación singular y específica de aromas, tonos y matices que componen un perfume especial.
El abanico de posibilidades es enorme. Aroma a frutos rojos y tierra de bosque. Menta, limón y toques de nafta. Resina e incienso.
¿Por qué los cogollos huelen a tantas cosas?
El origen de los olores
La magia de los aromas del cannabis está en los terpenos, una parte de los compuestos aromáticos volátiles que se producen en los tricomas y están contenidos en la resina del cannabis.
El secreto es que los aromas del cannabis no son exclusivos de esta planta. Por ejemplo, cuando decimos que una variedad tiene olor a cítrico es porque comparte algunos terpenos con las plantas del género Citrus. Ahí están el pomelo, el limón, la naranja o la mandarina.
Los aromas del cannabis no son exclusivos de esta planta. Cuando decimos que una variedad tiene olor a cítrico es porque comparte algunos terpenos con plantas como el pomelo, el limón, la naranja o la mandarina.
El más conocido de estos terpenos cítricos es el limoneno y es producido también por plantas como el cedrón (Aloysia citrodora).
El tono o matiz terroso y húmedo que poseen muchas variedades de cannabis proviene del mirceno, un terpeno que además forma parte de los perfumes de la albahaca, el lúpulo y el mango.
Las variedades con aroma a pino poseen el terpeno pineno y sus dos isómeros: alfa y beta pineno.
Y podemos seguir. La cantidad de terpenos que posee el cannabis es enorme.
El poder de los terpenos
Cada una de los terpenos genera por si mismo un efecto sobre el organismo, pero al incorporarse junto con los cannabinoides realizan una sinergia conocida como “efecto séquito” que explica los amplios efectos terapéuticos del cannabis.
Los terpenos, generadores de los aromas, trabajan junto con los cannabinoides para producir los amplios y variados efectos que tiene la planta en nuestro organismo.
Por ejemplo, el mirceno disminuye la resistencia de la barrera hematoencefálica, permitiendo un intercambio más fluido y acelerando la absorción y la “puesta a punto” de los efectos cuando se combina con el THC.
Además aumenta los niveles de saturación del grupo de receptores CB1, elevando la capacidad de experimentar efectos psicoactivos por una mayor acumulación y estimulación.
De esta manera se explican los efectos diferentes que poseen los cannabinoides aislados, de origen natural o artificial contra los extractos de planta, que poseen todo el perfil de sustancias no solo cannabinoides sino también terpenos y otros compuestos.
Esta sinergia fue descrita por el investigador Ethan Russo en un artículo publicado en 2011. Ahí nació el concepto “efecto séquito” y se abrió la puerta a un nuevo paradigma sobre la genética del cannabis: detrás de cada aroma puede esconderse un remedio.
Producción de terpenos
La mayoría de los compuestos que buscamos están en la resina de las flores y si tenemos esto en mente al final de la floración. Si cuidamos los tricomas también vamos a cuidar el poder aromático de la planta.
No vamos a poder mejorar lo que una genética no tenga: si no tiene limoneno, no podremos hacer que tenga aroma cítrico. Pero si cultivamos teniendo ciertos cuidados, lo mejor de nuestra planta va a expresarse.
No vamos a poder mejorar lo que una genética no tenga: si no tiene limoneno, no podremos hacer que tenga aroma cítrico. Pero si cultivamos teniendo ciertos cuidados, lo mejor de nuestra planta va a expresarse.
La lluvia es determinante a la hora de cuidar la resina: lava progresivamente los terpenos y si las precipitaciones se dan con mucho viento, también decapita los tricomas, afectando lógicamente los aromas.
La mayoría de los compuestos que buscamos están en la resina de las flores. Si cuidamos los tricomas también vamos a cuidar el poder aromático de la planta.
Por su parte, en exterior los vientos colman de microcontaminantes las glándulas de resina al dejar pequeñas partículas de polvo adheridas en toda la superficie del manto de resina, esto ocasiona muchas veces rupturas con su consecuente pérdida calidad.
Se recomienda, al final de la floración, colocar lonas al menos a modo de techo para disminuir este tipo de erosiones.
Por otro lado, los cultivos que a finales de floración tengan menos nutrientes y un franco amarillamiento, tendrán más definidos los sabores y olores, por lo que es recomendado poner en práctica técnicas que nos ayuden a esto. Un ejemplo: el lavado de raíces.
El mejor momento del día para cosechar
Una teoría basada en el comportamiento fitohormonal invita a cosechar de mañana. Esto es porque existe una hormona de la floración llamada florígeno, que solo es fabricada por la planta de noche.
Esta hormona estimula la producción de diversos componentes y encuentra su máxima concentración a la mañana. Por eso los cultivos suelen estar cargados de olor de mañana, lo que disminuye a lo largo del día por la evaporación en momentos calurosos.
Por lo tanto, cosechar de mañana sería ideal para atrapar la máxima cantidad de terpenos.