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ilustracion risa y cannabisRNDR

La risa y el cannabis: una relación milenaria

La risa y el cannabis parecen ir muchas veces de la mano. Se trata de una larga historia. Y si queremos conocerla a fondo, debemos viajar a los comienzos de la humanidad.

El origen de la risa

Poco después de que el homo sapiens comenzara a moverse en grupos, hubo una mutación que nos hizo sonreír más, ser más empáticos. 

La risa ayudó a que nuestros antepasados formaran pequeños grupos para cazar a distancia y soportar la glaciación. Fue central en la posibibilidad de vincularse y establecer lazos.

La risa ayudó a que nuestros antepasados formaran pequeños grupos para cazar a distancia y soportar la glaciación. Fue central en la posibibilidad de vincularse y establecer lazos

Es más, esa mutación a la que hoy llamamos conocemos como risa fue uno de los factores claves que evitó que el homo sapiens se extinguiera y nosotros estemos hoy riéndonos. 

De hecho, el ser humano comienza a reír a partir de los 3 meses, es el primer lazo que le permite incorporar de manera emocional los principios de “el bien” y “el mal”.

La risa es anterior a los procesos de conciencia. Sigmund Freud que de conciencia e inconsciencia estudió mucho, publicó en 1905 el ensayo: “El chiste y lo inconsciente”.

Allí sentaría las bases de sus teorías: la risa, al igual que los sueños, es uno de los mecanismos con los que podemos liberarnos de las represiones que encarcelan nuestra conciencia.

“En la risa se dan las condiciones para que una suma de energía psíquica acumulada sucumba ante una libre descarga”, escribía Freud.

Durante la risa genuina, que es la que surge sin ningún control, lo que se produce en el cerebro es la liberación de ciertos neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, emparentados con los estados de felicidad y relajación”, aseguraba. 

Esa risa que según Freud genera un proceso de tranquilidad hormonal, reduce el nivel de estrés y funciona como una protección del Sistema Nervioso Central. 

Freud sostuvo que la risa, al igual que los sueños, es uno de los mecanismos con los que podemos liberarnos de las represiones que encarcelan nuestra conciencia.

La verdad sobre la risa falsa

Pero la risa no se mueve en una sola dirección. También es capaz de desencadenar un estado completamente opuesto. La risa artificial o forzada, puede causar estrés crónico.

Cuando alguien impone una sonrisa para esconder su odio por otra persona, se dispara una hormona llamada cortisol, que produce gran cantidad de enfermedades psicosomáticas.

Esa capacidad para manipular la salud y la enfermedad, para nutrirse del dolor y el júbilo, ha convertido la risa en un acertijo impenetrable para la ciencia moderna. 

En los últimos años, la payamedicina recorrió el mundo a partir de las experiencias del médico y activista social estadounidense Hunter Doherty “Patch” Adams.

Allí la risa se mostró como un método eficaz para recuperar la salud perdida.

¿Qué nervio en común atraviesa las sonrisas iluminadas de un bebé, las carcajadas frente al error o el fracaso de otro ser humano y la hilaridad de un grupo en trance cannábico?

La posible respuesta comienza en nuestras facciones y se esconden en el centro de cómputos de nuestro organismo: el Sistema Nervioso Central.

Pochoclos alterados

Hay un efecto de la risa al que llamamos popcorn (pochoclo) y que se ve muy claramente en los grupos de persoas que usan cannabis.

Esta etapa de la hilaridad, comienza cuando alguien del grupo se ríe y después se ríen todos, hasta que ya nadie sabe de qué se están riendo.

A partir de un detonante, nos reímoss ante una pavada de la que estando lúcido, no te reiríamos. Dentro de etapa, esta la cuestión de necesitar algo que “adormezca” la corteza prefrontal, que es la que frena nuestros impulsos. Y asi la necesidad de liberar lo que está en el interior. 

Existe un grupo de neuronas que se nos encienden cuando otra persona gesticula o se mueve y que se activan con mucha fuerza ante la risa. Estas emociones espejadas se potencian con el cannabis

A través del cannabis, la risa expone uno de sus sentidos más profundos: su capacidad para convertirse en un canal de comunicación invisible. Existe un grupo de neuronas que se nos encienden cuando otra persona gesticula o se mueve, que son las neuronas en espejo. Esas neuronas se activan con mucha fuerza ante la risa.

Estas emociones espejadas se potencian con las sustancias psicoactivas. Por ejemplo, el cannabis. Por supuesto hay otros psicodélicos que la impulsa: el LSD, la salvia divinorum, el MDMA e, incluso, se incluye el óxido nitroso –también conocido como “gas de la risa”–, un poderoso anestésico que comenzó siendo usado para producir la hilaridad en las fiestas que organizaba la realeza inglesa en pleno siglo XIX.

Las sustancias que alimentan más la risa están emparentadas con una búsqueda de autoconocimiento. Son sustancias que se utilizaron para arribar al inconsciente, para enterarse de lo que uno tiene encriptado.

Según los textos de la filosofía budista, Buda les enseñó el mundo a sus monjes a través de una flor.  Esto provocó la iluminación en ellos. Mediante esa comprensión, los guerreros orientales desplegarían su capacidad para soportar el dolor de entrenamientos y torturas a través de lo que llamaron “la sonrisa tibetana”.

El animal que ríe

En los primeros intentos por trazar las fronteras entre el ser humano y el resto de los animales, la risa se convirtió en uno de los elementos que parecían definir la condición humana. 

El filósofo Henri Bergson atribuye a Aristoteles la definición del hombre como “un animal que ríe”. Al griego también se le atribuye un estudio de la comedia y de la risa que la define como “la expresión que le permite al hombre liberarse del miedo”.

Tal el así que las visiones que emparentaban a la risa con los “bajos instintos” humanos, se criaron en ese epicentro medieval.

Hacie el final de novela El nombre de la rosa, del italiano Umberto Eco, un monje que quería erradicar los supuestos textos de Aristoteles sobre el poder de la risa decía que: “La risa libera al aldeano del miedo al diablo … se siente amo porque ha invertido las relaciones de dominación… la risa sería el nuevo arte capaz de aniquilar el miedo… Y sin el miedo no puede haber fe. Sin miedo al diablo, no hay necesidad de Dios”.

Lo que se repite en todos los animales con la risa es un aumento de la sensorialidad, haciendo que durante ese trance puedan captar mucha más información del mundo que los rodea

Pero volviendo a la división entre animales que ríen y los que no. El filósofo alemán Friedrich Nietzche, afirmaba que “el hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”.

O incluso el controversial gurú Osho decía que la risa solamente es posible para el hombre porque los animales no son suficientemente inteligentes. 

Sin embargo esa posibilidad de ver al ser humano como inventor y propietario de la risa es rebatida en el terreno de la ciencia. Si bien hoy se discuten sus diversos mecanismos, es una certeza que la risa existe en otros animales, como los chimpancés, que incluso establecen sistemas de comunicación a través de sus sonrisas.

Luego hay cuestiones más complejas: como las ratas, que se ríen con cosquillas, o los perros, que no tienen la risa facial pero pueden transmitirla desde su mirada y el movimiento de su cola. 

Comprender la risa en animales nos puede llevar también a comprender cómo se modifican nuestros umbrales de percepción. 

Lo que se repite en todos los animales con la risa es un aumento de la sensorialidad, haciendo que durante ese trance puedan captar mucha más información del mundo que los rodea.

El trabajo de los “payamédicos” demostró que la risa es un mecanismo para recuperar la salud perdida.

La dimensión desconocida

Alrededor de la risa, lo único que parece crecer son los interrogantes. Ninguna definición logra abarcar los distintos prismas a través de los que ha sido observada. 

En el mundo oriental, fueron las metáforas las encargadas de asimilar su lugar en la vida humana. Según los textos en los que se asienta la filosofía budista, Buda les enseñó el mundo a sus monjes a través de una flor.  Esto provocó la iluminación en ellos.

En la filosofía oriental la risa tiene un carácter sagrado. En ella está la capacidad de volver a establecer la armonía perdida con el mundo

Mediante esa comprensión, los guerreros orientales desplegarían su capacidad para soportar el dolor de entrenamientos y torturas a través de lo que llamaron “la sonrisa tibetana”.

Al interior de las filosofías orientales, dentro del Tao Te Ching y el I Ching, la risa es revestida de un carácter sagrado. En ella está la capacidad de volver a establecer la armonía perdida con el mundo. 

El abanico de causas y efectos en el que se mueven las risas oscila como un péndulo que puede alcanzar extremos opuestos. 

La posibilidad de ser generada por el propio cuerpo como un mecanismo de defensa y bienestar parece estar en su capacidad de ser genuina, espontánea, incontrolable, compartida, incluso amorosa. Pero al ser movida por impulsos artificiales o violentos se convierte en un puente hacia la enfermedad.

En el medio, a partir de las experiencias psicoactivas, como las que habilita el cannabis, se revelan los intentos por comprender los misterios de la condición humana.

Y la pregunta por esas zonas desconocidas que nos muestra la risa se vuelve entonces la única certeza con la que contamos: ¿Hasta dónde puede llevarnos una carcajada si logramos alcanzar el fondo de su existencia?

El artículo original fue publicado en Revista THC 110.