Como en tantos otros rubros, la inserción de las mujeres en el mundo laboral del cannabis puede ser un reto lleno de dificultades. Muchas ya tomaron la posta y se plantan como ejemplo y posibilidad para las demás; por eso THC habló con cinco mujeres referentes de la industria del cannabis para conocer sus opiniones sobre la actualidad del sector y los objetivos que aún quedan pendientes de cara al futuro.
Semillas, sustratos y fertilizantes. Papeles, picadores, grows repletos de accesorios. La industria del cannabis se expande aún más rápido que el debate social o legislativo sobre sus usos, ya sean medicinales o recreacionales, y por eso cada vez más personas se meten de lleno en algún segmento de la cadena productiva para vender productos o servicios orientados a los consumidores. Muchas de ellas son mujeres y algunas, incluso, son pioneras y alcanzaron éxitos destacados.
“Lo más gratificante de mi trabajo es poder desarrollar una marca en un país como Argentina y sostenerla a través de los años, acompañando el crecimiento del segmento y viendo que el recibimiento es cada vez mejor. La cercanía y la confianza con el consumidor y los clientes también es muy gratificante”, dice María Papayannis, de Fiamma Importadora, que representa a la marca Gizeh de papeles y accesorios desde hace 17 años en Argentina.
Para Sabrina Falcone, líder de la mayorista de semillas Semishop, lo mejor de su trabajo es “la búsqueda de las semillas para cada una de las personas y luego el post, sobre todo en los casos que recién arrancan o es su primer cultivo. Cuando vienen con fotos, videos, y te dicen ‘mirá lo que saqué gracias a vos’, creo que esa es la parte más linda”.
Según la representante en LATAM del banco SeedStockers, Rocío Ibarguren, lo mejor de trabajar en el rubro cannábico es “rodearme de toda la gente que voy conociendo en el camino, tanto mis compañeros de Barcelona y Ámsterdam como toda la gente maravillosa que voy conociendo en Latinoamérica, tanto mujeres como gente que cultiva, gente que ama esto”.
Nancy Gazzolo, administradora de Olivos GrowShop, asegura que uno de sus éxitos es “mantenernos desde hace 15 años y que la gente nos siga buscando por asesoramiento y seguimiento que les hacemos”.
Apostar a la industria del cannabis en Argentina
“Hay un gran avance en el mundo, la gente está empezando a despertar y a darse cuenta de que el cannabis es una planta magnífica, que no tendría por qué seguir siendo perseguida y perseguidas sus cultivadoras, ni los empresarios o emprendedores que realizan actividades en torno a ella. Es una planta muy noble, y creo que Argentina es un país pionero en lo que respecta a las regulaciones”, plantea Lupita Mansilla, dueña de la mayorista de sustratos Cultivate.
Sin embargo, explica Falcone, “la mayoría de las semillas provienen de Europa, donde siempre estuvieron mucho más adelantados. Cuando arranqué a cultivar hace 16 años queríamos una semilla de España y había que cruzar los dedos para que llegaran. Hoy en día es una locura ver y saber que hay un montón de distribuidores, tener la posibilidad de llegar a un cultivo y una medicina de calidad sin tener que estar tirando la semilla del prensado, que era lo único que teníamos. Así también nació Semishop. Veo que hay un montón por recorrer y hacer, pero lo que hemos logrado ahora para mí antes era inimaginable”.
Ibarguren vive en Barcelona hace 8 años, y asegura que “acá siempre hubo un avance o actualización mayor del cannabis, sobre todo ahora en Alemania que se legalizó: es un cambio rotundo en Europa. Pero creo que Latinoamérica, siendo argentina y sabiendo todo lo que pasa hoy día en la comunidad de Argentina con el cannabis, no se queda atrás y estamos en una posición muy buena frente al resto del mundo”.
Desde su grow en Olivos, Gazzolo cuenta que tuvo la suerte de viajar a expos “en EEUU y Europa y es una locura, nos vuela la cabeza. A pesar de que Argentina logró tener mucho, obviamente todavía nos falta que llegue mucha tecnología, lamentablemente por el tema de las importaciones”.
Papayannis, de Gizeh, opina que “la industria está en franco crecimiento, no sólo en Argentina. Acá vamos bastante bien, tal vez siempre con un poquito de retraso por las circunstancias, no es fácil a veces tener producto y poder hacer las cosas de una manera prolija a lo largo del tiempo. Creo que la industria cada vez está más sólida, más profesionalizada, sabemos que eso se incentivó con los avances legales y en ese sentido hay muchas oportunidades.”
Además remarcó que “también hay mucho empuje, gente que busca mejorar e innovar y consumidores también ávidos de que haya producto nuevo y mejor calidad. Tal vez sí una nota estos períodos un poco más estancados y después de volver a empujar, es como dar unos pasitos para adelante y unos para atrás. Pero más allá de eso, creo que el contexto es bueno y hay mucho por hacer”.
En una economía marcada por las fluctuaciones y la incertidumbre, para la representante de Gizeh lo más desafiante es “poder moverse en esa ola y seguir estando vigentes y creciendo. Poder no solo sostenerse, sino ir creciendo en el segmento en el que uno busca hacerse sólido”. Como puede verse, la realidad económica para muchas de las emprendedoras y comerciantes del mundo cannábico no escapa a la crisis económica general, que dificulta sobre todo el trabajo de aquellos que se dedican a las importaciones.
Los desafíos de una industria masculinizada
“A la mujer le cuesta en todas las industrias más que al hombre, más que nada por la mirada machista.” cuenta Sabrina Falcone de Semishop.
“A mí personalmente me costaba mucho en un momento, hacía videos o reels para comunicar y ayudar y siempre estaba el mal comentario, el hater hombre: ‘qué estás haciendo’, ‘no sabés lo que estás haciendo’, ‘por qué lo estás cortando así o asá’, ’por qué tocás el cogollo’…” continúa.
“Se nos subestima mucho en el mundo del cannabis, siempre te quieren explicar. Eso es medio bajón, y pasa que cuando ya ‘demostraste’ lo que podías hacer ahí son todo amor. ¡Y está buenísimo!, pero siempre está ese filtro que tenés que pasar para que te tomen en serio”, dice Falcone de Semishop. Y agrega que en la actualidad “hemos logrado rebatir esas piedras en el camino. Esas ideas de que las mujeres no sabemos cultivar o no sabemos de cannabis ya quedaron atrasadas”.
Para Gazzolo también “viene lenta esa inserción, no entiendo por qué. Por lo que pude ver en varias ocasiones, siento que a las mujeres les interesa menos el cannabis. Estuvimos en los coffee shops de Amsterdam y la mayoría de los clientes son varones. Yo en particular no fumo, estoy en este rubro por mi marido que es cultivador y arranqué con el tema administrativo”, cuenta.
Ibarguren está convencida de que la inserción laboral en este ambiente “depende de nosotras, de introducirnos en el cannabis ya sea como cultivadoras, como breeders, como marca, representante o lo que se quiera ser dentro de la industria. También depende de nosotras colaborarnos y ayudarnos entre mujeres cannábicas, tenernos en cuenta, valorarnos, no competir sino unirnos. Creo que eso es lo más importante”.
Mansilla coincide en que hay pocas mujeres en lo que es la industria cannábica, sobre todo en algunos espacios específicos: “Por ejemplo, sigo viendo en las copas mucho cultivador hombre, no sé por qué; pero sí sé que hay un montón de buenas cultivadoras en este país y siempre en estos certámenes hay más hombres. Es algo pendiente que haya más inserción laboral de mujeres, que representamos y muy bien a esta industria. Pero se está dando a pasos demasiado lentos”.
Papayannis confirma que aún “falta la inserción de mujeres. Nosotras tenemos una capacidad de desarrollo de un montón de cosas, de otro tipo de empatía y de otro tipo de lecturas que a veces no las podemos canalizar del todo. Se nota todavía un rubro muy masculinizado, pero bueno, como tantos otros, ¿no?”
“Es cuestión de buscar los espacios y las propuestas y plantear, porque incluso desde la comunicación a veces no se toma tanto en cuenta a las mujeres como un público consumidor o cultivador. Ahí hay mucho trabajo por hacer y plantearnos seriamente qué buscamos nosotras dentro del mundo cannábico. Qué buscamos hacer, qué buscamos como consumidoras, lo que buscamos encontrar y que nos ofrezcan”, dice la representante de Gizeh.