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@Marcelo Dolinsky

Una marea que se retira: un documental sobre las plantas maestras y su legado

“Una marea que se retira”, que se estrena en Buenos Aires el 3 de julio, expone lo que considera una crisis actual del uso de plantas maestras como la Wachuma, sagrada para culturas como la diaguita en el noroeste argentino y presa actual de voraces aculturaciones neochamánicas.

En un universo más propenso a ser exhibido desde los brillos de visiones, simbologías y rituales que coloquen de inmediato al espectador en un viaje extrañador e hipnótico, nada de eso hace “Una Marea que se retira” para hablar sobre plantas sagradas. Decisión concreta y fundamental de su director, Marcelo Dolinsky, la película hace uso de recursos como la simple palabra humana e imágenes de territorios del noroeste argentino, para hacer que el espectador comprenda la crisis presente de los saberes ancestrales de culturas originarias sudamericanas sobre plantas “maestras”.

Y como la Wachuma, que forma parte de su propio proceso de autonocimiento, lo llevó a conectarse con la historia misma de las comunidades diaguitas calchaquíes en el noroeste argentino, el realizador eligió llevarnos al propio territorio. Desde allí, le va dando voz a las personas que consideró más propicias para hablar de este tema, con potencia, claridad y una belleza que sabe integrar lo más denso.

Porque, al referirse con claridad a la extrema crueldad, espiritual y física, que sufrieron los pueblos originarios por parte de las culturas blancas europeas, el documental estimula la comprensión real del recorrido hasta el presente de los conocimientos tradicionales en torno a la Wachuma. Y permite percibir que la herencia de estas violencias puede estar activa en muchos usos actuales neo pseudo chamánicos.  

¿Cuáles fueron las motivaciones esenciales que te llevaron a hacer el documental?

Como realizador, todo el tiempo necesito encontrar historias para contar. Y está lleno de historias. Pero necesitaba una que me movilizara por completo. Sentí que había un lugar para contar algo que muchos ya habían contado, pero desde otro enfoque. En ningún momento se habla de visiones o colores, ni se se muestra cómo se cocina la Medicina. Tampoco se muestra una ceremonia.

El eje principal de este documental es la Wachuma y la palabra. Y cuando hablo de Wachuma, me refiero a los cardones milenarios que tenemos en nuestro territorio. O, mejor dicho, el territorio Diaguita Calchaquí. Porque podés encontrar a la Wachuma en gran parte de la cordillera de Los Andes, pero este documental se centra específicamente en el Noroeste Argentino, con toda su historia de rebeldía y resistencia. Y se centra ahí porque es donde he llegado.

Nunca me vinculé con la Medicina de Perú o de Bolivia. Mi trabajo en estos 10 años se nutrió con la medicina que encontramos en los Valles Calchaquíes. Es de tanto visitar ese hermoso territorio que llegué a historias de resistencia que me han emocionado, como la del gran Cacique Chelemin, líder del gran alzamiento en estos valles.

 La película encara, justamente, las aculturaciones que se hicieron con las comunidades originarias, incluye actos genocidas.  

En el NOA encontramos cardones de 800 años. esos abuelos de donde proviene esa sagrada medicina, que son testigos de la historia. Imaginate esa memoria de la planta adentro tuyo. Pensá lo que habrá sentido ese cardón en la piel, en aquellos años de resistencia heroica. No hubo pueblo en América que haya resistido al conquistador tan heroicamente como el Diaguita.

Toda esa info está en la memoria de esa planta. ¿Cuántos pájaros se habrán posado sobre él? ¿Cuántas lunas ha visto? ¿Cuántos pumas? ¡Qué belleza! Es importantísimo saber qué historia hay detrás de un vaso de medicina.

Hace años, en la selva, el cacique tomaba yagé para adivinar por dónde los iban a atacar o dónde estaba aquello que se había perdido. Hoy, a través de la medicina, nos llegan mensajes. Es un momento global muy duro. Estos últimos años fuimos muy maltratados. Nos la quieren pegar por todos lados: en la comida, la salud, los aires, el clima. Y a través de estas plantas llegan respuestas o avisos. ¡El tema es estar despiertos!

“Una marea que se retira” arranca con la expresión directa de un duelo por la desaparición  progresiva del acceso a saberes tradicionales a través de fuentes directas. 

La conquista pegó muy duro en estos territorios, no te olvides que les cortaron la lengua, los testículos…fue un genocidio. Mira lo que pasó con el pueblo Kilmes, los hicieron caminar desde Tucumán al este del conurbano, un pueblo pacífico.

El español, con el caballo, no pudo entrar a la selva, por eso se conservaron rituales y toda la liturgia del Ayahuasca. En cambio, con Wachuma se conserva muy poco. No sabemos cómo fueron esas ceremonias, esos rituales. Y los abuelos y abuelas se van. Algunos recibieron esa información y la dejaron. Otros no. Hay un sincretismo muy fuerte en el NOA con respecto a esto. Y la verdad, nos estamos perdiendo parte del conocimiento. 

¿Qué sentis con el uso de plantas maestras que se abstraigan de la historia y el presente de las comunidades originarias donde nacieron estas medicinas?

“Una marea que se retira”, lo que intenta es generar conciencia sobre la situación de hoy y de siempre de estos pueblos originarios. Pero no podemos obligar a nadie. A mí me llegó esta info porque Francisco Herminio Torres un día me dijo “¿Querés leer algo sobre Wachuma? Arrancá por Chelemin”. Como trato de dejar en claro, tener un maestro o guía ayuda mucho en estos caminos, siempre y cuando uno quiera escuchar. Si tenés un maestro peruano, seguro te hablará de Chavin de Huántar o de los Incas.

¿Creés que puede haber “sanación” en prácticas que ignoren lo que está aconteciendo sociopolíticamente y ambientalmente en nuestros territorios sudamericanos?

Si hay sanación hay conciencia. Si hay conciencia, uno está más permeable a la situación actual, de siempre, y de primera mano. Mirá lo que pasa en la selva con el negocio de la madera. Y también observemos lo que pasa con el turismo ayahuasquero en Perú. Es imposible estar dormido con estas situaciones. Es importantísimo saber qué historia hay detrás de un vaso de medicina, saber de dónde viene, quien la preparó. No cabe la posibilidad de que la compres por la tienda virtual. Toda esta info que llega te hace estar con pleno conocimiento de las situaciones en los territorios. En mi caso, me encanta saber qué pasa en México con los Hiucholes y la situación del Hikuri, o estar atento con los Huni Kuin en Brasil. La misma medicina me lleva ahí.

Podrías haber elegido exponer “las dos campanas”, dándole espacio a discursos que estén en el lado menos comprometido con las formas más ceremoniales originarias. Pero concentrás la mirada en variaciones dentro de un tipo de uso y reflexión sobre ese uso.

A la otra campana, la vemos muy seguido.  Hoy copan las redes. Y con el tiempo me han cansado. No vi muchos avances en “los new age” cercanos. Porque, obviamente estoy rodeado de gente que te acomoda los chacras, “pachamamistas” cuyos discursos por momentos parecieran estar “operados” por algún medio hegemónico.

Soy de los que disfruto escuchar a los más experimentados, a los viejos, los que me han demostrado su hermandad a través de gestos. Francisco Herminio Torres, Antonio Cruz, Juan Acevedo Pintado y Axel Wayra son libros. Yo los escucho cuando cuentan sus anécdotas, sus experiencias. Y cómo aquí estamos de paso, quería dejarles este documental a todos los que levantan de buena manera estas medicinas. Y a mis hijos, por si alguna vez las necesitan, que sepan que es por ahí.

Toda la película, siento inclusive por la forma en que mostrás con drones los paisajes donde vive y vivió la planta maestra, parece un llamado a contextualizar y territorializar las experiencias, un gesto político en estos tiempos de disolución de muchos lazos temporales y territoriales…

La Wachuma te lleva a la tierra, al sol, al vientre de tu madre, te sincroniza cuando andás desfasado. A mí me recuerda que mis hijos y mi compañera son la bandera a defender y cuidar. Pero cariñosamente me pide que siempre me solidarice y me vincule con esas historias bravísimas que tenemos. En estos valles rebeldes, primero fueron los Incas quienes cayeron a dominar culturalmente a los Diaguitas, luego los españoles y años después, los porteños. Hoy son las multinacionales mineras. Y con el litio, ni te cuento.

Wachuma no pide nada, sí propone sacar la cabeza del lugar. Yo entiendo que no todos se pueden vincular con el detrás de escena de esta medicina. Pero también creo que con el tiempo algo te empieza a llamar. Y ahí vas. Yo no quiero ver espejitos de colores, formas geométricas o serpientes. A pesar de que llegan. ¡Claro! Mi propósito está en ser cada día más libre y en poder ver la realidad, para aceptarla y discutirla. Es el momento de aceptarnos como protagonistas, de volver a esa antigua tecnología.

Pero también debemos hacer una autocrítica, porque es el momento más crítico de domesticación. Nos están entrando por todos lados. Y no sólo a mí, sino también a mi hijo, a tu hijo, a las plantas maestras. ¿Sabías que existe la farmahuasca? Se trata de ayahuasca sintética, en dos comprimidos. Ahí está parte de la marea que se retira y de la que viene…

En un momento se habla del apego que puede tenerse con obtener de las plantas maestras un cúmulo de visiones, que pueden terminar siendo standards. ¿Qué dice de esta época ese apego a lo que llaman en el documental “la psicodelia” de las experiencias?

Estamos muy atravesados por el mundo de la psicodelia, en especial los que fueron adolescentes en los 80. Y de ahí para arriba. Hablo de Argentina. Alguna vez nos preguntábamos si tal sustancia pegaba o no pegaba, aparecía la famosa frase “No me pegó”. Y en realidad, las plantas maestras no pegan, más bien acarician. No te aceleran el diálogo con tu cabecita. Todo lo contrario, ayudan a encontrar el silencio y, si lo buscás, también lo verdadero. Por eso le llamamos trabajo a ese vínculo que se da en una ceremonia, que no siempre es lo que queremos o esperamos.

Cada ceremonia es distinta y la expectativa suele jugarnos una mala pasada. Tampoco utilizo ya palabras como “flash” o “viaje”. Creo que lo primero que hay que hacer antes de vincularnos con estas medicinas es descolonizar la cabeza. Ahora el desafío es llevar este documental 100% independiente por las salas, para que el público se entere de este mensaje.

¿Cómo se inició tu camino con plantas sagradas y específicamente la Wachuma?

Me siento un privilegiado.  Por la forma en la que llegué a estas  medicinas. Porque lo primero que me impactó fue la ceremonia en sí: esos cantos, esos olores, esos sonidos. Siempre he estado en presencia de un entorno ritual, ceremonial. Aunque la primera vez me costó mucho cerrar los ojos y meterme en el trabajo interno, esa noche me la pasé mirando al guía, Francisco Herminio Torres, uno de los protagonistas del film, cuyas ceremonias son cada vez más sanadoras.

En estos diez años crecí, avancé. Y mi guía también lo hizo. Es importantísimo el temple y la confianza del “capitán” que maneja la canoa. Trabajar con estas plantas no es como ir a un “all inclusive”. A veces hay que revolcarse en la propia mierda. Entonces, mi relación con el Ayahuasca y la Wachuma, siempre estuvo vinculada al respeto, la voluntad y el coraje.

¿Cómo ves el haber hecho este documental a la luz de ese camino?

Lo siento como algo leal, verdadero, casi como una ofrenda. Cuando me dicen que el mensaje llega y moviliza, siento tranquilidad. Nunca me perdonaría traicionar a la medicina que tan bien me hizo. No sólo a mí, sino también a mi familia, porque cuando trabajamos con las plantas maestras, los beneficios llegan para todos los integrantes de la manada.

No había mucha opción con esta obra, o la hacía bien o no la hacía. Todo el tiempo sentí esa presión. Pero, también, casi mágicamente, en la edición sentí como si alguien me estuviera ayudando a concretarla. Y no estoy hablando de los protagonistas, ni de mi compañera, que tanto me ayudó. Hablo de algo invisible. Los que nos vinculamos con estas plantas maestras sabemos que hay un espíritu detrás, muy sabio y amoroso.

 

ESTRENO:
Miércoles 03 de Julio 2024 – 21:00 hrs.
En Galpón B. Cochabamba 2536. Capital Federal, C.A.B.A.
Con presencia del director Marcelo Dolinsky y Juan Acevedo Peinado, autor de los libros “Plantas  Sagradas” (Vol, I y II), como invitado especial.  

Más información sobre el documental:
https://www.instagram.com/una.marea.que.se.retira