En 1958, la bossa nova, a través de la guitarra y la voz del baiano Joao Gilberto, generaba una mutación calma y compleja del samba brasilero. Unos pocos años después, en 1963, el músico carioca Jorge Ben se montaba en esos climas, para inventar un toque de guitarra y una manera de cantar que aportaron nuevos sabores de negritud, tanto afrobrasileras como ligados a rítmicas de la música negra norteamericana.
Lo que pocos podrían haber imaginado es que en 1974, hace ya medio siglo, con la sapiencia de una carrera de más de una década, el guitarrista de Río de Janeiro le dedicaría un disco entero a la alquimia, que se convertiría en uno de los álbums conceptuales más celebrados de la historia entera de la música popular brasilera: “A tábua de esmeralda”.
Dedicado globalmente al antiquísimo camino de conocimiento esotérico filosófico de las leyes del universo, que ha trascendido popularmente en la imagen de la búsqueda de la transmutación del plomo en oro, el disco basaba su nombre en un mítico objeto: una tabla de esmeralda con los principios alquímicos fundamentales grabados en su superficie.
Un detalle importante es que la leyenda dice que fue directamente escrita por Hermes Trimegisto, una especie de gran mago del antiguo Egipto, descubridor de estos conocimientos estructurales del todo, cuya existencia, a su vez, se ve envuelta en más de un misterio, llegándose a creer que en la construcción de su leyenda habitan características de deidades tanto egipcias como griegas.
Sea como sea, aunque la tabla de esmeralda no ha llegado materialmente a nuestros tiempos, su contenido tuvo un largo recorrido que hasta llegó a impactar al físico matemático Isaac Newton y forma parte del credo de todo tipo de escuelas de pensamiento esotéricas. Y aparece también, en un cálido viaje sonoro, en el disco de Jorge Ben.
Iluminación entusiasta
“Os alquimistas estão chegando os alquimistas“, funciona como invitación a un tren misterioso, de felicidad garantizada, como pasa en los inicios de discos psicodélicos prototípicos beatlescos como “Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band” o “Magical Mistery Tour”. Con optimismo pop brasilero, se anuncia la llegada de los alquimistas y se describe su forma de trabajo.
Al mismo tiempo, se presenta el elemento mágico del que brotará todo en el álbum: la mezcla sutil de samba con funk en las células rítmicas de la guitarra acústica de Ben. Junto al bajo, la batería, el coro de voces femeninas y las cuerdas haciendo contramelodías que refuerzan el relato principal, el combo mágico queda presentado.
“O homem da gravata florida“, primera estación del trayecto, permite sentir que no existe beatitud más intensa que la que transmiten las personas que se encuentran verdaderamente con quienes ellas son. Homenaje a Paracelso, un famoso curador alquimista del siglo XV que visitaba a sus pacientes portando un echarpe colorido, el tema arranca aceleradamente, presenta su poder funky y ralenta el tempo en la primera estrofa, como presentando en sí un proceder de carácter del ser que autoprocura su calma interna.
“Os alquimistas estão chegando os alquimistas“, funciona como invitación a un tren misterioso, de felicidad garantizada, como pasa en los inicios de discos psicodélicos prototípicos beatlescos como “Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band” o “Magical Mistery Tour”
En la segunda estrofa, cuando empieza a describir el objeto de poder que porta en su cuello el hombre de la canción, entran una secuencia de acordes mágicos en una segunda guitarra, que irá ofreciendo punteos en carácter de solo, remarcando con belleza la imagen del nacimiento de flores y amores por donde pasa este personaje. La construcción sonora en sí es muy placentera y fluida. El ingreso final de un wah wah con delay en la guitarra anuncia lo que viene.
“Errare humanum est“, en los primeros segundos, nos hace entrar en un mundo ortodoxamente psicodélico, con efectos sonoros a puro delay que nos llevan al espacio. Y de inmediato la guitarra de Ben y el coral femenino nos traen a la tierra, en modo arrullo embriagador. Qué nos dice esto en relación a la conexión entre ternura y misticismo cósmico puede abrir puertas de entendimiento espiritual insospechadas.
La “batida” de la guitarra es de funky samba lento, cadencioso. Y la voz de Jorge instala una reflexión sobre el origen del impulso humano en explorar el espacio. Las cuerdas, con ecos de marca beatle le dan épica a los pensamientos sobre dioses de otras galaxias. Incluso menciona al libro “Un planeta de posibilidades imposibles”, de Louis Pauwels y Jaques Bergier, un popular ensayo místico científico técnico publicado a fines de los sesenta, del que también toma conceptos en relación a los orígenes cósmicos de la humanidad.
Todo el tema nos hace ser parte de un vuelo espacial seguro, amparado en una caricia sonora integral, donde las informaciones reveladas nos impactan con suavidad, hasta que una cuenta regresiva, al final de la música, nos promete un nuevo, cíclico, despegue en una nave al infinito. Un detalle interesante, es que la frase inicial, en su versión íntegra “Errar es humano, permanecer (en el error) es diabólico”, atribuida a distintas fuentes grecolatinas y católicas, aquí resuena a “errancia” por el cosmos, como parte de la naturaleza humana.
Ya en “Menina mulher da pele preta”, estamos en tierra, en la magia humanísima de la sensualidad, de la expresión del deseo que puede ser levemente perturbador. En una música con aires de samba, que da paso rápido a “Eu vou torcer pela paz”, otro clima terrenalísimo de samba suave swingado, con elementos black music universal, que da lugar a una declaración de principios, éticos, humanos, sobre lo que merece ser celebrado: desde la sensualidad al amor, de las estaciones del año al verde del mar, de Santo Tomás de Aquino al saxofonista argentino Gato Barbieri, de un amigo suyo que sufre del corazón a la belleza de la vida.
En “Magnolia” se unen tierra y cielo, en una “batida” suave de samba funky soul, con un arreglo vibrante de cuerdas épicas. Se pronuncia a sí mismo, en su estado de bienestar, esperando el nacimiento de una niña, que viene en “una nave maternal dorada, hecha de un metal milagroso, con ventanas de cristal y fuego divino de rosa”.
Con pistas de culto “rosacruz” y simbología ufológico mística, la canción es una adoración afectiva, donde la guitarra juega a acelerar y desacelerar, mientras el bajo super melódico, sostiene con swing el viaje entero. El contrapunto de calma y zozobra bien pueden simbolizar las sensaciones ambivalentes del tiempo de espera de la llegada de un ser.
En “Zumbi”, presenta la figura de Zumbi, un mítico guerrero afrobrasilero de las luchas por la liberación de la esclavitud. Se habla de sus poderes, ya como deidad, para llevar justicia a los atropellos de la raza blanca para con las comunidades negras.
En “Minha teimosía é uma arma para te conquistar”, aparece por primera vez un coro masculino, para apoyar las declaraciones de Jorge sobre sus herramientas para conquistar una mujer a la que declara admiración absoluta. El tema está cerca del samba clásico, con la cuica como sonido característico. Muestra de expresión vital de energía yan y equilibrio sónico contrastante con los momentos más voladores, el tema dejar paso a la primera declamación heroico festiva de la cultura afro.
En “Zumbi”, presenta la figura de Zumbi, un mítico guerrero afrobrasilero de las luchas por la liberación de la esclavitud. Se habla de sus poderes, ya como deidad, para llevar justicia a los atropellos de la raza blanca para con las comunidades negras. Aquí es importantísimo el trabajo de las cuerdas, reforzando melódica y emocionalmente a las declaraciones épico espirituales.
En “Brother”, el ritmo baja, pero antes que como caída, se percibe como una pausa en el ritmo global del disco. Ingresamos directo a un gospel afroamericano donde se hace culto, en una letra en inglés, al mismísimo Jesus. Se lo invoca como hermano y da la sensación de que a quien se llama poco tiene que ver con las representaciones de Cristo como humano blanco. La estructura sonora es precisa, para llevarnos a una comunidad negra norteamericana, pero con la magia de nunca salir de Brasil: guitarra, pie marcando el ritmo, pandeiro, voz solista, coro masculino y solista femenina. El órgano aporta solos intensos a los que responde una guitarra eléctrica. Y el bajo, melódico y conversador, da su sermón lleno de swing.
“O namorado da viuva” nos trae directo a una fiesta brasilera, con cuica y semillas reforzando el regreso al samba funky. La historia es la de un novio de una viuda de quien se duda de su capacidad para ser capaz de superar posibles dificultades de sostener ese vínculo. Y remite a detalles de la vida real de Nicolás Flamel, escribano y alquimista francés del siglo XIV, autor además de la imagen que se convirtió en tapa del disco, donde parecen estar expresados más de un secreto alquímico. En la canción, cuando se llega al estribillo, se abre una ventana a un mundo multicolor, de mucha alegría, seguramente uno de los estados más festejados por la obra entera de Jorge Ben.
“Hermes Trismegisto e a sua celeste Tábua de Esmeralda” funciona como el corazón conceptual del disco. Sobre un tren rítmico suave, presenta directamente los 15 principios que conforman el texto completo de la tabla de esmeralda alquímica. Luego de las dos primeras estrofas, cuando habla de la luna y el sol, aparecen coros femeninos que dan calor espiritual afectivo al relato. La firmeza del canto y la batida incansable de la guitarra hacen de esta canción un manifiesto sonoro elemental sobre el estado de integración del ser con la vida como es. Seguramente la alquimia más profunda tenga que ver con este mismo descubrimiento.
Para el final, con esa nostalgia que muchas veces acompaña a la llegada de las revelaciones más transformadoras, Jorge Ben nos conduce a una vivencia cotidiano. El clima es cercano al blues. Antes de que aparezca la voz humana, un diálogo de guitarra y bajo logra mezclar con dulzura sensual la nostalgia, aportando un elemento unificador presente en toda la música popular negra. En una de las frases de la canción, el hombre le canta a su amor perdido, que el estado en que vivió inicialmente esa pérdida fue “llorando, riendo y amando”.
En la integración de lo que parece opuesto, las herramientas más precisas están del lado del amor más esencial. Y aún cuando esta música pueda parecer casi como de otro disco, es muy probable que la expresión que contiene sobre el dolor que brota de la percepción prístina del fin de una relación amorosa, pueda abrir una zona nueva, hacia la interioridad. Y también hacia la visión de lo que, al unir lo que parece contrapuesto, ofrenda nuevas transmutaciones.