Usar cannabis muchas veces puede ser una experiencia transformadora. En otras ocasiones puede generarnos ansiedad y sentimientos negativos. Así como la potencia de una flor puede modificar la experiencia, también el entorno puede jugarnos una mala pasada.
Uno de los efectos psicoactivos más notables del cannabis es la capacidad de intensificar nuestros sentidos. El sabor de la comida o el sonido de la música son ejemplos casi universales. Esta percepción amplificada también puede trasladarse a nuestros pensamientos y emociones, generando asociaciones o conclusiones nuevas.
También puede suceder que se intensifiquen aspectos o pensamientos negativos, lo que puede disminuir el disfrute de la experiencia y en algunos casos generar lo que se conoce como “mal viaje”. Se trata de episodios donde los efectos de las sustancias, en este caso cannabis, generan una experiencia negativa.
Ansiedad, pensamientos inquietantes o incomodidad física son algunos de los síntomas de esos episodios que, vale recordar, en el caso del cannabis siempre son pasajeros.
Para reducir las posibilidades de una experiencia negativa con cannabis, es válido aplicar el concepto de “estado y espacio”. Básicamente implica analizar nuestra situación mental y emocional y el lugar o momento donde usaremos cannabis.
¿Tengo tareas pendientes urgentes?, ¿me siento bien anímicamente? Estas son algunas preguntas que podemos hacernos a la hora de decidir si vamos a usar cannabis.
Usar cannabis cuando tenemos que resolver algo que requiera nuestra plena atención o al sentirse triste o emocionalmente inestable puede derivar en una experiencia no deseada.
Lo mismo deberíamos hacer respecto al espacio donde vamos a utilizar cannabis. Intensificar nuestra percepción en un lugar donde nos sentimos inseguros o no estamos cómodos puede llevar a sensaciones negativas.
No existe un estándar porque la definición de comodidad puede variar de persona a persona, pero conviene siempre evaluar dónde y con quien estamos antes de usar cannabis.
Qué hacer si voy a usar cannabis por primera vez
La vía de administración:
Cuando hablamos de vía de administración nos referimos a la forma en que vamos a usar el cannabis. Es decir, fumado/inhalado o ingerido. Cada una tiene un mecanismo de acción que genera efectos en diferentes momentos y con distintas intensidades.
Fumar o inhalar es una de las formas más comunes de usar cannabis y los efectos se presentan casi de inmediato. Luego de la primera inhalación, los primeros efectos comienzan a notarse en un plazo de 3 a 10 minutos y pueden extenderse de 2 a 6 horas.
Ingerir cannabis, sea un preparado gastronómico o un extracto que se usa por vía sublingual, es una forma de administración que evita los efectos secundarios de la inhalación de humo pero presenta una mayor demora respecto a la aparición de efectos psicoactivos.
Esta demora puede extenderse entre 45 minutos y 2 horas, por lo que es más difícil calcular la dosificación justa y debemos tener mayor precaución a la hora de repetir una porción o una dosis.
A su vez, los efectos del cannabis ingerido pueden extenderse entre 8 y 12 horas posteriores a la ingestión.
Si se trata de personas mayores o de la tercera edad, es importante que la persona esté sentada, en un espacio aireado o que pueda airearse fácilmente, explica la Doctora Celeste Romero, médica psiquiatra especialista en cannabis y docente de la Universidad Nacional de Quilmes.
“Idealmente, que no haga ni mucho frío ni mucho calor, que se pueda evitar todo lo que pueda producir una sensación de abombamiento” detalla. “Que haya agua y líquido disponible, o explicarle a la persona que el cannabis puede producir tos o que no se pare demasiado rápido también ayuda a una mejor experiencia”
La potencia del cannabis:
Este punto no solo aplica a personas que recién se inician en el uso del cannabis sino también para cualquier usuario o usuaria.
Usar cannabis sin tener idea de la potencia o contenido de cannabinoides impide predecir la intensidad de los efectos y calcular la dosificación.
Esta situación puede ser el inicio de una mala experiencia ya que no nos permite tomar los recaudos necesarios ni asegurarnos nuestra comodidad.
Si sabemos que el cannabis que vamos a usar es potente, es recomendable probar los efectos con una dosis mínima. Y si ya conocemos los efectos, avisarle a los demás para que tomen sus recaudos.
Pensar en nuestro estado emocional y mental
Este aspecto es crucial a la hora de decidir si debemos o no usar cannabis. Deberíamos contemplar no sólo cómo nos sentimos emocionalmente, si estamos alegres o tristes, sino también analizar el tiempo que tenemos para dedicarle al disfrute de los efectos del cannabis.
Muchas veces las tareas cotidianas pueden desempeñarse fluidamente usando cannabis, en otras se pueden complicar.
Como se mencionó anteriormente, una carga laboral inesperada o un asunto a resolver pueden entorpecer nuestra experiencia con la planta.
Por supuesto, al tratarse de algo subjetivo, depende mucho de cada persona. Es preciso pensarlo a la medida de nuestra experiencia.
“El set y setting es fundamental y nos referimos a la situación en la cual se encuentra la persona antes de llegar a la planta” explica la doctora Romero.
“El set o estado tiene que ver con todas las ideas que tiene, en torno a qué puede pasar con la planta, como llega en el sentido emocional, si llega con ansiedades, si llega con alegría y esperanza o si llega con temores. Es importante tener en cuenta que se trata de una planta muy demonizada y no hay que subestimar el prejuicio”.
Evaluar el espacio donde vamos a usar cannabis
Este punto tiene que ver con nuestras propias necesidades y sensaciones a la hora de sentirse cómodos. Algunas personas prefieren disfrutar del cannabis en movimiento, saliendo a caminar o realizando ejercicios, mientras que otras prefieren usar cannabis en espacios donde sea posible relajarse con plena comodidad.
Deberíamos evitar usar cannabis en lugares donde no nos sentimos en total comodidad, ya que se pueden intensificar algunos efectos y predisponer a una mala experiencia.
La compañía en este aspecto es fundamental, tanto para las personas que se inician en el uso de cannabis como en los usuarios más experimentados.
Contar con personas conocidas, que estén al tanto de lo que estamos experimentando y puedan eventualmente ayudarnos a reducir los efectos de una mala experiencia es un aspecto sumamente útil.
“El setting o el espacio también es fundamental, para una persona que va a usar cannabis por primera vez está bueno que sea en un espacio que sea cómodo, que sea calmo.” explica la doctora Romero.
“Está bueno que sea una experiencia compartida, porque la experiencia compartida siempre es más rica y contiene mucho más, pero que sea en un contexto de intimidad. También es importante que siempre haya agua y si es posible, comida, música tranquila y un ambiente relajado”.
¿Cómo nació el concepto de “set y setting” o “estado y entorno”?
En la década de 1960, principalmente en Estados Unidos y Europa, se desarrollaron los primeros protocolos de uso para la experimentación con psicodélicos. En dichos protocolos se intentaba crear las condiciones necesarias tanto para la seguridad de la experiencia como para la efectividad terapéutica de las sustancias.
Fue el equipo liderado por el controversial psicólogo de la Universidad de Harvard, Timothy Leary, el primero en establecer algunas condiciones para el uso de enteógenos, especialmente LSD y psilocibina, que eran las sustancias más utilizadas en aquellos experimentos.
Inspirados en lecturas budistas y técnicas de meditación, los investigadores acuñaron el concepto de set y setting para distinguir las experiencias con psicodélicos realizadas fuera de los laboratorios y entornos controlados de aquellas donde el espacio y el estado del voluntario o experimentador eran fundamentales.
No se trataba de restringir la experiencia, sino de preveer posibles efectos secundarios como ansiedad o ataques de pánico, mucho más intensos bajo los efectos de enteógenos. Vale recordar que en aquella época todavía se referían a los psicodélicos como “psicotomiméticos” es decir sustancias que generan estados similares a la psicosis.