Existen miles de variedades, cruces, híbridos y cepas de Cannabis, para todos los usos imaginables y aquellos que todavía no descubrimos. Sabemos que el humano convive con la planta hace miles de años. ¿Pero cuál fue la primera planta de Cannabis?
Si bien hoy en día se encuentran diferenciadas las tres subespecies con morfologías y fenotipos muy distintos entre sí, existe la creencia entre los conocedores y estudiosos del cannabis de que la planta originaria, madre de todas las landrace, es una variedad perteneciente a la región de Hindu Kush (Schultes,1970), conocida mundialmente bajo el nombre de afghana.
Tanto por la intervención del hombre como por la de los animales, a lo largo de la historia esta variedad se habría dispersado por todo el planeta, adaptándose con el tiempo a los diferentes ambientes en los cuales se desarrolló y generando un fenotipo propio del contexto de cada región.
“Durante este movimiento, que duró decenas de miles de años, la planta se convirtió en sativa, rudelaris y cáñamo, para adaptarse a diferentes ambientes”, explicó a THC Franco Loja, cazador de variedades junto a Arjan Roskam, creador del banco Green House Seeds.
Franco recorrió países de todo el mundo en busca de razas originarias para identificar, ubicar y presentar para su estudio, con el fin de ampliar el conocimiento en el campo del cannabis medicinal. Y no dudó en afirmar que “se puede considerar en un sentido a la afgana como la madre de todas las índicas, la originaria”.
¿Cómo son las variedades afganas?
Las variedades afganas se desarrollan entre los 30 y 37° de Latitud Norte, a 3.200 metros sobre el nivel del mar, y su cuna es la región montañosa de Hindu Kush, que comprende las cordilleras de Karakorum, Pamir y el Himalaya.
Allí el clima es árido, muy caluroso durante el día pero con un brusco descenso de la temperatura durante la noche. Estas condiciones generaron una planta muy resistente a la amplitud térmica y las sequías.
La altura en la que crecen también tiene relación con el tipo y el nivel de psicoactividad de sus cogollos, ya que la aridez del clima y una mayor cantidad de luz solar con alto índice UV contribuyen a aumentar la producción de cannabinoides (Mobarak, 1978).
De estructura ancha y tallos anchos y leñosos, sus ramas crecen hasta alcanzar casi el largo del tallo central, formando un arbusto con forma de cono invertido. Sus hojas, de entre cinco y nueve foliolos en plantas adultas, son de gran tamaño y sus puntas pronunciadamente aserradas.
El envés de las hojas es por lo general de un verde más claro que la parte superior. Los racimos florales son densos, cargados de resina y cubren las ramas principales. Su fuerte genética, la rapidez de su crecimiento y floración, su potencia y cantidad de resina hacen que sea un perfecto parental para cruzas.
El aroma especiado y dulce puede percibirse desde que la planta tiene tres foliolos, pero este no es un trazo fuerte en la genética, que a lo largo de sucesivas cruzas pierde su fragancia rápidamente. Este rasgo es positivo en lo que a cruzas respecta, ya que permite acelerar la floración y modificar la psicoactividad de una genética cruzándola con una afgana sin que pierda sus características aromáticas.
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