Si estás dudando sobre qué variedad te conviene sembrar, te traemos una caracterización completa de la marihuana índica: origen, características de cultivo y su diferencia con las sativas.
¿Cuál es el origen de la marihuana índica?
Para comprender el origen de la marihuana índica, debemos remontarnos a miles de años atrás, cuando surgió la primera planta de cannabis, la original: la afgana, considerada por muchos como la variedad que funcionó como el punto de partida del linaje índica.
Esta planta tuvo su origen en Asia, más específicamente en las regiones montañosas del Hindu Kush. Franco Loja, experto y cazador de variedades, sostiene que las afganas pueden considerarse la madre de todas las índicas.
Las plantas afganas son robustas, de crecimiento ancho y ramificación densa, con hojas que presentan entre cinco y nueve foliolos. Al haber evolucionado en un entorno con grandes fluctuaciones térmicas, estas plantas desarrollaron una resistencia excepcional, además de producir altos niveles de cannabinoides y cogollos extremadamente resinosos.
¿Qué es la marihuana índica y cómo se diferencia de la sativa?
Ya desde los inicios de la clasificación de la especie cannabis, sativas e índicas han sido diferenciadas. En 1753, el botánico Carlos Linneo publicó el libro Species Plantarum, donde dio el nombre de Cannabis a esa planta que era utilizada hace ya muchos años en distintas regiones del mundo. Linneo reconoció específicamente al cannabis sativa como aquél que era cultivado en zonas europeas, y se caracterizaba por carecer de propiedades psicoactivas y por ser de uso industrial.

Tiempo después, en el año 1783, Jean Baptiste Lamarck reconoció al cannabis índica como aquellas plantas que sí eran psicoactivas, que se utilizaba con finalidades medicinales y culturales, y que provenían de Asia Central, especialmente de la región de India.
Diferencias de estructura
Es común escuchar que las variedades índicas y sativas se distinguen principalmente por sus efectos: las índicas suelen asociarse con sensaciones relajantes, sedantes y un uso medicinal, mientras que las sativas se relacionan con efectos eufóricos y estimulantes.
Sin embargo, esta clasificación no es completamente precisa, ya que no existe una relación directa y comprobada entre la estructura de la planta y los efectos psicoactivos que genera. En realidad, la distinción entre ambas variedades radica más que nada en su estructura vegetal y sus características de cultivo.
A partir de esto, podemos reconocer a las índicas como aquellas plantas de menor altura y estructura más compacta. Sus hojas son anchas y cortas, y cuentan con escasas ramificaciones. Los cogollos de las índicas están bien separados entre sí, y tienden a ser gordos y altamente resinosos. Además, estas variedades se caracterizan por tener un ciclo de floración más corto en comparación con las sativas
Las plantas sativas, por su parte, suelen identificarse por su estructura más alargada. Se trata de plantas flacas con hojas finas y largas, que cuentan con abundantes ramificaciones. Los cogollos, que también suelen ser largos, están más juntos entre sí. A diferencia de las índicas, las sativas tienen un período de floración más prolongado.
Características de cultivo de la marihuana índica
Requerimientos lumínicos y espaciales
Antes de empezar a cultivar una variedad predominantemente índica, es clave conocer sus necesidades lumínicas y de espacio. Estas plantas son ideales para balcones o exteriores donde el sol directo no sea constante, ya que se adaptan a condiciones de luz moderada. ¿Por qué? Porque con solo unas pocas horas de luz directa al día pueden desarrollarse correctamente. De hecho, el exceso de exposición al sol intenso podría ser contraproducente.
En cultivos indoor, las índicas son especialmente recomendadas debido a su bajo estiramiento. Esto facilita mantener la altura controlada y evita el espigamiento, un fenómeno en el que las plantas se alargan demasiado buscando luz.
Cuando esto sucede, se genera una distancia excesiva entre los nudos, lo que afecta la distribución de los cogollos: las flores superiores bloquean la luz para las inferiores, lo que resulta en una producción desigual y menos eficiente.
Beneficios de la floración corta en la marihuana índica
La floración corta de las índicas no solo es una ventaja por sí misma, sino que también facilita la implementación de técnicas de cultivo como el SOG (Sea of Green o «mar verde»).
Este método es ideal para maximizar el aprovechamiento de espacios pequeños, permitiendo reducir los tiempos de cultivo y obtener cosechas abundantes.
El SOG consiste en utilizar semillas o esquejes de una misma variedad, que crecerán de manera uniforme, formando una especie de «mar de plantas». Los cultivadores que utilizan este método suelen inducir la floración de los esquejes apenas hayan enraizado, lo que acorta significativamente el tiempo de cultivo. En este sentido, las variedades índicas son especialmente adecuadas para esta técnica gracias a su ciclo de floración rápido.
Susceptibilidad a los hongos en la marihuana índica
Las variedades índicas requieren especial atención en la prevención de hongos, ya que son más propensas a sufrir infecciones fúngicas porque originalmente provienen de climas secos. Aunque mantener adecuadas condiciones ambientales es esencial para cualquier tipo de cultivo, en el caso de las índicas resulta aún más crucial tomar medidas preventivas.
¿Cómo prevenirlos?
Para evitar infecciones por hongos, hay que atender a un ítem primordial: el control de las condiciones ambientales. En espacios interiores, la prevención está completamente en nuestras manos. Para esto, se debe controlar la temperatura y humedad, manteniendo un equilibrio adecuado entre ambos factores. Además, asegurar la circulación de aire es fundamental para reducir la acumulación de humedad en las plantas.
Pero en exterior, aunque no podemos controlar el clima, existen prácticas útiles para minimizar los riesgos y cuidar a nuestras plantas índicas.
Poda de bajos
La humedad es el principal enemigo cuando se trata de evitar la proliferación de hongos. Para apaciguar el impacto de climas húmedos, es fundamental asegurar una correcta circulación de aire. En exterior, esto se puede lograr podando las partes bajas de la planta. Esta práctica nos va a permitir reducir la acumulación de humedad en el sustrato, a la vez que le ahorrará energía a la planta, ya que destinará toda su vitalidad a las ramas más nuevas y productivas, que son las que están situadas en las zonas más altas.
Invernaderos
También, podemos utilizar techos o invernaderos para que las plantas estén protegidas de posibles precipitaciones. Evitar que los cogollos se mojen es fundamental para la prevención de hongos. Pero si no tuvimos esto en cuenta y las plantas se mojaron por una tormenta, se puede utilizar un ventilador en potencia moderada para eliminar el exceso de humedad de las flores.
Mantener la limpieza
Cada vez que iniciemos un nuevo cultivo, es necesario limpiar por completo los restos del cultivo anterior, especialmente si hubo infecciones o plagas. En esos casos, se recomienda quemar los residuos para evitar la propagación de organismos perjudiciales.
También, siempre debemos esterilizar cualquier elemento que hayamos utilizado, como macetas o tijeras. Para una correcta limpieza, utilizar lavandina y agua oxigenada.