Si queremos mantener una genética tenemos que hacer sucesivos esquejes de plantas madres para que esta reserva se mantenga en el tiempo.
Para eso, tenemos que tener una planta madre de la que sacaremos los clones que necesitamos. Pero tenemos que ser lo suficientemente cuidadosos con ellas para evitar generar una cuota de estrés que condicione nuestra cosecha.
Esto puede ocurrir por no esperar lo suficiente a que una planta madre se recupere de un ataque de plagas, malnutrición o, incluso, el cambio de entorno en una mudanza.
A menos que el impacto sea muy evidente, solemos dejar pasar este tipo de repercusiones sin darnos cuenta: por ello recomendamos llevar un registro acerca del rendimiento de nuestras genéticas a lo largo del tiempo.
Si bien no todos los cultivos a lo largo del año son bajo las mismas condiciones y esto genera variaciones en el rendimiento, si llevamos un registro, las pérdidas por estrés son notorias y no suelen pasar desapercibidas.
Para eso te recomendamos prestar atención a algunos detalles.
Variaciones en clima y nutrición
Descartar factores que puedan estar influyendo como mal manejo de temperatura y humedad (no los tendremos si nos guiamos con la tabla de deficit de presión de vapor), mal manejo de fertilización o deficiencia en la ilumnación si trabajamos en interior, como lámparas de sodio gastadas.
Metodología de cultivo
Descartar variaciones debidas a cambios importantes en nuestra metodología de cultivo, por ejemplo: si registramos datos de cultivos hecho con sustrato, debemos compararlos con los cultivos de la otra temporada también hecho con sustratos.
Los cambios de técnicas suelen darnos una variación en el peso final tanto para bien como para mal, por lo que no son extrapolables.
Comparación de características
Comparar fenotipos entre si: con nuestro registro intentamos estimar el desempeño individual de cada planta que guardamos como madre, por lo que no debemos comparar datos de plantas distintas.
La idea de nuestro ejercicio comparativo es mantener nuestro sistema con la mínima cantidad de cambios entre registro y registro para detectar justamente aquellas caídas de rendimiento asociadas ÚNICAMENTE a la genética.
De esa manera vamos a saber con seguridad si el problema está en la madre de la que generamos los clones.
Cómo recuperar plantas madres debilitadas
Aquellos ejemplares que vayamos a recuperar los trasplantamos a una maceta más grande. Por supuesto, evitaremos someterlos a cualquier tipo de estrés , como puede ser el esquejado o la poda de raíces.
Se requieren espacios más grandes así que no está de más destinar un lugar exclusivo para la recuperación de estas plantas madres.
Para recuperar nuestras plantas madres debemos trasplantarlas a macetas más grandes. Debemos evitar someterlas a técnicas que impliquen estrés, como puede ser el esquejado o la poda de raíces.
El abonado debe ser balanceado (es decir con buena cantidad y calidad de macronutrientes), pero no en exceso.
Suelen funcionar muy bien aquellas enmiendas orgánicas de liberación lenta como guanos en forma de pellets según indica el fabricante o harinas en concentraciones iguales o menores a 1 gramo por litro de sustrato.
Pasados los 45 días bajo régimen de recuperación, es hora de volver a probar. Debemos hacer e ir testeando nuevas camadas de esquejes con el fin de compararlos con nuestros datos anteriores.
De todas maneras, se recomienda mantener podas muy poco agresivas en caso de que aún falte para la recuperación de la planta madre.
Se trata de procesos largos, dependientes del evento que les dio origen, y de curso lento. La paciencia se convierte en nuestra mejor herramienta.