Donde el cannabis deja su perfume, emerge cultura que nos regala imágenes cada vez más impactantes. En los últimos años, la fotografía cannábica comenzó a desarrollarse con una intensidad nunca antes vista.
Se trata de un fenómeno que combina experiencia artística y profesionalismo. De hecho, en los lugares donde la marihuana es legal, saber fotografiarla es una manera de ganarse la vida.
Marvin Lee Stohs tiene 30 años y su trabajo es de alto vuelo. Nacido en el estado de Washington, comenzó a trabajar profesionalmente en 2011. Y hoy, radicado en la ciudad de Seattle, es un referente de la fotografía donde el cannabis es la estrella más brillante.
¿De qué manera te transformaste en un fotógrafo especializado en cannabis?
Solía sacar fotos de productos para grandes empresas. Pero en 2012, cuando se legalizó la marihuana en mi estado, supe que iba a haber un mercado para la fotografía cannábica. Entonces dejé de hacer grandes fotografías y empecé a hacerlo para compañías más pequeñas vinculadas a la temática.
¿Cómo fue ese desarrollo?
Empecé a sacar fotografías en mi casa y a postearlas en mi página. Así que terminé haciendo unas fotos para una gran empresa cannábica. Trabajamos un par de veces juntos y una de las tomas que hice salió en la revista High Times y ahí empecé a recorrer el camino de la macro fotografía.
¿Qué es lo que más te fascina de la planta?
Me gustan los colores, el rosa, el naranja, el rojo, los verdes oscuros. Y fue el macro lo que me atrajo a hacer fotos de cannabis. El macro en la fotografía cannábica te muestra otro aspecto, yo quiero mostrar un mundo distinto de cosas que nunca viste pero que en realidad ves todos los días.
Cuando arranqué sabía que iba a tener que sacar fotos que llamaran la atención de la gente, empecé a replicar otras fotografías de ese tiempo, como en cualquier rubro: primero ves el trabajo de otras personas. Al poco tiempo quería tener mi propio estilo. Todos pueden ser fotógrafos hoy en día, pero para destacarse tenes que encontrar tu propia creatividad, ese fue uno de mis secretos y el salto de ser un buen fotógrafo a uno excelente que se destaque.
¿Hoy vivís de esto?
Al principio no sabía si iba a lograrlo, pero finalmente pude. Tuve que entrar en un ritmo y conseguir una base de clientes para establecerme y tener un ingreso todos los meses. Ser un fotógrafo freelance es difícil, pero acá el mundo del cannabis se desarrolla cada vez más. Es el mejor momento para hacer una carrera de este estilo, hay muchas inversiones en publicidad. Es cuestión de encontrar a la gente adecuada y no dejar de trabajar.
¿A qué desafíos te enfrentás como fotógrafo profesional?
Ser un fotógrafo es un trabajo duro, todo lo que hacés va a ser juzgado por todas las personas que lo vean. Hagas fotos de cannabis o de otra cosa. Y por eso la fotografía es arte: es subjetiva y todos pueden tener su opinión.
En ese aspecto es complejo ser un fotógrafo creativo y manejar las expectativas de lo que la gente quiere que hagas. La creatividad viene cuando quiere, es dificil esa presión especialmente de quienes te contratan, pero lo bueno es que puedo elegir a gente con la que trabajo, y me dan la libertad de sacar las fotos que quiero.
Cuando me dan esa libertad, salen las mejores tomas. Claro que también puedo hacer cosas a pedido, muy específicas. Hay una presión en ser fotógrafo porque todos “imaginan” las imágenes de cierta manera y no siempre es lo que termina saliendo.
¿Y cómo es tu experiencia como usuario?
Soy usuario de cannabis desde muy joven. Y en los últimos cinco años avanzaron mucho las opciones: ya no es solo hierba. Empezamos a entender mejor lo que fumamos, cómo se hace. Y si entendés eso, poder elegir mejor. En mi caso prefiero el rosin y otros concentrados. Pero sigo fumando flores, claro.
¿Qué opinás del proceso de legalización en tu país?
No fue algo que haya pasado de golpe, cuando se legalizó acá ya existían los “jardines colectivos”. Si ibas, te daban una planta según lo que necesitabas para que la pudieras cultivar en tu casa. Era solo para usuarios medicinales.
Ya a varios años de la legalización, lo negativo es que el mercado está saturado y se llenó de mala hierba. Hablando con cultivadores me aseguran que se le agregan un montón de productos para hacerla ver mejor. Y se ve mucho mejor, pero cuando la fumás no está bueno. Creo que hay que prestarle atención a eso.
Luego creo que todo es positivo: la generación de trabajos, beneficios para investigaciones. La planta ayuda a todos: no solo por el THC y el CBD, también por lo que genera el cáñamo. Realmente hay muchas cosas positivas.