El linfoma de Hodking es un tipo de enfermedad oncológica que afecta el sistema linfático, afectando también el sistema inmunológico y reduciendo las defensas naturales del organismo. Cómo en otras enfermedades oncológicas, el uso de cannabis durante los tratamientos de quimio o radioterapia puede ayudar a disminuir los efectos secundarios de estos tratamientos y también mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En la historia de Nora, después que la diagnosticaron con linfoma de hopkins, el cannabis se convirtió en su gran aliado para atravesar el tratamiento.
¿Cuál fue tu diagnóstico?
Linfoma de hopkins. Un día me descubrí una dureza en el cuello. Me asusté mucho porque seis años atrás me habían operado de un tumor en el pulmón derecho. En ese momento no necesité quimio, pero sí me operaron y me sacaron todo: el tumor y los ganglios. Después de eso tuve que hacerme controles anuales con el neumonólogo y el oncólogo y esta dureza apareció al quinto año.
Estábamos atravesando la pandemia y yo no salía porque era paciente de riesgo. Estuve seis meses sin ver a mi hija. La tristeza era enorme y se combinaron un conjunto de factores. En ese contexto, encontré la dureza. Apenas se lo conté a mi neumonólogo me mandó a hacer una tomografía.
No hay relación entre un diagnóstico y el otro. En el primer estudio salieron unas manchitas y me derivaron a la hematóloga, que fue quien me confirmó que era linfoma de hopkins.
¿Cómo siguió el proceso?, ¿cuál era el tratamiento?
El primer paso fue sacar el nódulo y cuando lo estudiaron confirmaron que era malo aunque se descartó que hubiera metástasis. La primera vez que salí de la consulta con la hematóloga me derrumbé, sentía que otra vez tenía que atravesar por lo mismo. Después de la operación para extirparlo me dijeron que tenía que hacer quimioterapia.
Me largué a llorar. La doctora me insistía que el linfoma de hopkins tenía cura, a diferencia de otros diagnósticos, pero a mí me costaba mucho. Mi pareja y mi hija fueron los que más me ayudaron para levantarme.
¿En qué momento aparece el cannabis?
En esos primeros días. Cuando salimos de una consulta mi pareja me preguntó si quería que habláramos con UNA médica especializada en el tema. La conocíamos de vista porque habíamos sido vecinos en un edificio en el que vivíamos antes. Nos cruzábamos en el pasillo, no mucho más que eso.
Una vez, antes que me pasara todo esto, mi pareja había leído una entrevista que le habían hecho al doctor Marcelo Morante [Coordinador Programa Nacional de los usos medicinales del Cannabis del Ministerio de Salud de la Nación]. Yo en ese entonces le decía que no me viniera con estas cosas. Pero cuando apareció el linfoma, él y mi hija me preguntaron si me animaba. “Es solamente consultar. Nadie te va a obligar a nada, pero capaz te ayuda”, me repetían.
“Pude tolerar las quimios de cuatro horas y media gracias a las gotitas” cuenta Nora
Y finalmente te decidiste…
Sí. Estaba en un momento en que iba a hacer todo lo que me ayudara. Es más, hasta cambié mi dieta después de una consulta con la nutricionista. Yo estaba dispuesta a hacer todo lo que tuviera control médico. Así fue que hice todo a la par: la quimioterapia, la medicación de la hematóloga, la alimentación y el aceite de cannabis, que lo incorporé a la mañana y a la noche.
¿Qué fue lo que te explicó la médica?
La doctora me insistía en que yo tenía que estar fuerte para encarar el tratamiento y estoy segura que colaboró. También sé que colaboró mi fe porque soy creyente, pero las gotitas ayudaron a que mi cuerpo se predispusiera de otra manera para encarar la quimio. Recuerdo que la primera la tuve un 26 de diciembre y, durante tres meses, tenía quimio cada 15 días. La primera vez que me hicieron estudios para ver cómo estaba mi organismo los resultados salieron perfectos. Tenía una fuerza impresionante.
¿En qué lo notaste en tu cuerpo?
Yo volvía de la quimio y no sentía el malestar general que siempre relatan otros pacientes. Sí era común que cuando terminaba tenía el estómago un poco revuelto, pero por el olor que hay en los hospitales. Muchas veces volvía asqueada y no podía ni tomar agua. Ahí, más allá de las que tomaba a la mañana y a la noche, recurría a las gotitas y se me pasaba todo. Nunca dejé de tener hambre ni rechacé la comida. Estuve bárbara. Bajé de peso cuando me detectaron la enfermedad pero durante el tratamiento me mantuve, que eso es algo que suele afectar también.
Las quimio duraban alrededor de cuatro horas y media. Yo creo que las pude tolerar gracias a las gotitas. Entraba como una diva y salía igual.
¿Cuál era tu idea de la marihuana antes de esta experiencia?
Tenía mucho prejuicio. Soy una persona mayor y si salía y sentía el olor a marihuana pensaba que las personas se estaban drogando, creía que era lo que se consumía antes de empezar con la cocaína y que te pudría la cabeza. Uno se va formando una idea a partir de lo que escucha en su entorno, en la televisión. Mi hija y mi pareja siempre fueron más abiertos, desde antes que yo empezara con esto. Él, por ejemplo, se había empezado a interiorizar hace algunos años. Recuerdo que una vez compró la revista THC y escuchamos una charla de una abuela de 92 años de Bariloche que contó que a ella las gotitas la habían ayudado con los dolores. Pero yo no quería saber nada.
Hoy tengo que reconocer que estuve equivocada. Por supuesto que jamás dejé de ver a mis médicos. El cannabis no reemplazó nada, sino que se sumó. En marzo hizo un año que terminé con la quimio y hoy no tomo ninguna medicación más que el aceite. La doctora me fue bajando la dosis y hoy solo son cinco gotas a la mañana.
¿Pudiste hablar del tema con amigas?
Sí. Después que terminé el tratamiento viajé a Neuquén porque el hijo de mi pareja vive allá y me encontré con un matrimonio amigo. Él estaba con un problema de salud así que le di el teléfono de la doctora Morante para que hicieron una consulta. Hoy está en tratamiento y feliz. A una compañera del banco que tenía un problema vinculado a la menopausia también le pasé el contacto. A todos les cuento lo que me pasó a mí y lo que siento hoy, pero cada cual tiene que evaluar. Yo no aconsejo a nadie, solo comparto mi experiencia.
¿Se te complicó en algún momento conseguir el aceite?
Primero lo conseguí a través de una persona que tenía plantas y lo preparaba de forma artesanal. Se lo llevé a la doctora y me dijo que estaba bien. En un momento conseguimos unas semillitas y mi hija empezó a cultivar. Hoy tiene sus plantitas y tramitó el Reprocann. Con el tiempo la doctora me empezó a hacer la receta y lo puedo comprar en la farmacia. Ahora ese es el aceite que consumo.
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