Laboratorios Puntanos, una sociedad del Estado de San Luis, comenzará a investigar, cultivar y estudiar el uso de cannabis medicinal con el objetivo de realizar productos que los habitantes de la provincia podrán adquirir en el sistema público de salud.
El nuevo escenario se logró a través de la firma de un convenio que cuenta con tres actores centrales: el Ministerio de Salud provincial, el hospital Ramón Carrillo y Laboratorios Puntanos.
El objetivo a largo plazo es que los y las ciudadanas puedan adquirir tanto cremas como goteros con cannabidiol (CBD) en el sistema público de salud.
Proyecto Belgrano
El “Proyecto Belgrano” lleva dos años funcionando, pero en enero de este año dio un paso importante para la concreción de su objetivo.
Antes, la órbita de desarrollo del proyecto estaba en manos de la Sociedad Ramón Carrillo (de la cual depende el hospital homónimo), pero a partir de ahora será Laboratorios Puntanos quien lleve adelante la producción de los medicamentos.
“Trabajamos entre las dos sociedades del Estado y el Ministerio de Salud de San Luis para llegar a un convenio marco en el cual el Hospital nos cedió el gerenciamiento del proyecto”, explica a Revista THC Franco Guzmán, presidente del laboratorio y primer farmacéutico en liderar dicho establecimiento.
A través del convenio, Laboratorios Puntanos podrá gerenciar el proyecto y también definir cuáles son los objetivos a corto y mediano plazo. Entre ellos, obtener las fórmulas farmacéuticas para cremas y goteros en el segundo semestre de este año.
“Trabajamos con semillas certificadas por el Instituto Nacional de Semillas (INASE), y una vez que tengamos el dato de la concentración, podremos extrapolarlo a una forma farmacéutica” para cada uno de los productos, precisa Guzmán.
“Hay muchísima gente en la provincia que no tiene obra social, y hoy una marca comercial que se encuentra en el mercado de 30 mililitros de aceite de cannabis ronda los 170 mil pesos”, ejemplifica Franco Guzman, presidente de Laboratorios Puntanos
Ambos productos finales tendrán usos medicinales o terapéuticos: podrán usarse para tratar desde convulsiones hasta dolores musculares y articulares, dependiendo de la concentración de cada uno y la receta médica prescrita a cada paciente.
“Queremos devolverle algo a la sociedad”
Para Guzmán, la firma de este convenio es un paso fundamental: “Es adelantar muchísimo el avance de la investigación, ya que nosotros tenemos equipos propios de control de calidad, de microbiología, y un montón de profesionales tanto farmacéuticos como bioquímicos y biólogos moleculares que se dedican al estudio de medicamentos”, detalla.
Antes de la firma del convenio, el proyecto contaba con cuatro gerentes y cuatro empleados que además trabajaban dentro del hospital, lo cual impedía un desarrollo más profundo para determinar las concentraciones indicadas de cannabidiol (CBD) para cada medicamento.
“La premisa es devolverle algo a la sociedad, y en nuestro caso nos dedicamos a la producción de medicamentos. Por eso la idea a futuro es comercializarlo pero dentro del Estado; es decir, acercarlo al establecimiento de salud público para que la gente pueda acceder a eso. Nos interesa abastecer el sistema público”, explica Guzmán
“Hay muchísima gente en la provincia que no tiene obra social, y hoy una marca comercial que se encuentra en el mercado de 30 mililitros de aceite de cannabis ronda los 170 mil pesos”, ejemplifica. Ese sería entonces el primer universo poblacional al que apuntan a la hora de priorizar la distribución.
Una economía circular
Además de las ambiciones a nivel productivo, en Laboratorios Puntanos buscan que el proyecto incluya responsabilidad social empresarial.
Como primera instancia trabajarán en capacitación a diferentes actores -escuelas, centros de jubilados, universidades- ya que “todavía hay un tabú respecto al cannabis, e ideas no tan certeras sobre lo que puede producir en la salud”.
“Queremos fortalecer ese vínculo con la sociedad a través de la responsabilidad social empresarial, invitar a las personas a que conozcan la planta, hacer todo un circuito de producción para que ellos vean la potencialidad que tiene esto y explicarles específicamente para qué sirve lo que vamos a producir”, agrega el funcionario.
Pero además hay otros objetivos que tienen que ver con la reducción del daño ambiental. Laboratorios Puntanos desarrolla su propio abono (con cáscaras de fruta y otros elementos) y pretende industrializarlo para poder crear una nueva unidad de negocios.
También dejó de comprar macetas para los plantines y comenzó a reutilizar los tachos en los que recibe materia prima de laboratorio, material que antes era un producto de descarte.
“Ahora estamos haciendo un proceso de compra de toda iluminación LED con energía solar para lo que es la planta de trabajo y producción”, precisa Guzmán.
Por el momento desarrollan toda la plantación bajo la modalidad indoor “por cuestiones de seguridad y para poder controlar todas las variables (como temperatura, oxigenación, humedad y cantidad de nutrientes)”, explica. Más adelante, en otra etapa del proyecto, no descartan trasladar el cultivo al exterior.
Además de la reutilización de tachos-macetas y la producción de abono propio, Laboratorios Puntanos pretende comenzar a recolectar el agua de lluvia -que actualmente termina en los pluviales- para regar las plantas y de esa forma reducir el impacto ambiental.
Otro proyecto que tienen es el de abordar trabajos de piscicultura orientados a filtrar los desechos de los peces y utilizarlos como nutriente para fortalecer el crecimiento de los plantines.
No es el primer proyecto de este tipo en el país. Jujuy, San Juan y La Rioja, con sus particularidades, también cuentan con sociedades del Estado dedicadas a la producción de cannabis -aunque no en todos los casos los productos están pensados íntegramente para consumo local.
En San Luis, asegura Guzmán, “trabajamos con la idea puesta en la industria en el sistema público, para que las personas puedan ser atendidas por un especialista que dosifique lo necesario y los pacientes lo puedan adquirir de forma gratuita”.