En los últimos años, la ciencia ha explorado alternativas innovadoras para tratar la depresión, una de las enfermedades mentales más comunes a nivel global. Un reciente estudio puso a prueba los efectos de la psilocibina, el compuesto activo de los “hongos mágicos”, comparándolo con uno de los antidepresivos más utilizados, el escitalopram, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (SSRI).
Los resultados sugieren que ambos tratamientos ofrecen mejoras similares en los síntomas depresivos, pero la psilocibina podría tener ventajas adicionales, especialmente a largo plazo, en aspectos clave del bienestar psicológico y social.
La depresión es un trastorno mental que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, pérdida de interés en actividades cotidianas y una disminución significativa en la calidad de vida. Los tratamientos actuales para la depresión incluyen la psicoterapia y medicamentos como los antidepresivos SSRI, que ayudan a equilibrar los niveles de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor que influye en el estado de ánimo.
Sin embargo, no todos los pacientes responden de la misma manera a los SSRI. De hecho, se estima que hasta un tercio de los pacientes no obtiene un alivio significativo de sus síntomas con este tipo de medicación.
Además, los SSRI suelen tener efectos secundarios, como la disminución del deseo sexual y la aparición de síntomas de abstinencia al interrumpir el tratamiento. Estos factores han motivado la búsqueda de alternativas más eficaces y con menos efectos adversos.
Psilocibina: ¿Qué es y cómo funciona en la depresión?
En dosis controladas y bajo supervisión médica, la psilocibina ha mostrado efectos prometedores en el tratamiento de trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático. A diferencia de los SSRI, que actúan modulando los niveles de serotonina de forma constante, la psilocibina provoca una alteración temporal en la percepción y la cognición, lo que facilita una introspección profunda y una reevaluación emocional de la vida y las experiencias personales.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores del Imperial College de Londres y presentado en el Congreso ECNP en Milán. Se trató de un ensayo clínico de fase 2, doble ciego, y controlado, con una muestra de 59 pacientes diagnosticados con depresión moderada a severa.
El grupo de estudio fue dividido en dos: 30 pacientes recibieron una dosis única de psilocibina, mientras que 29 pacientes fueron tratados con una dosis diaria de escitalopram durante seis semanas. Ambos grupos recibieron además un total de 20 horas de apoyo psicológico profesional, un factor clave para maximizar los beneficios de la terapia.
A los seis meses de seguimiento, los resultados indicaron que tanto la psilocibina como el escitalopram habían logrado reducir significativamente los síntomas depresivos en los pacientes. Sin embargo, aquellos que tomaron psilocibina reportaron mejoras adicionales en áreas como el bienestar psicosocial, la capacidad de experimentar un mayor sentido de conexión psicológica, y una mayor percepción de significado en sus vidas.
Es importante destacar que los pacientes que recibieron escitalopram ingierieron 42 dosis en total, mientras que el grupo que recibió psilocibina solo ingirió una dosis para obtener un desempeño similar al final del tratamiento.
¿Beneficios adicionales?
Una de las conclusiones más importantes del estudio fue que la psilocibina parece ofrecer ventajas que van más allá del alivio de los síntomas depresivos tradicionales.
Según explicó Tommaso Barba, el principal investigador del estudio, la psilocibina no solo redujo los sentimientos de tristeza y desesperanza, sino que también mejoró la vida social y emocional de los pacientes, ayudándolos a sentirse más conectados consigo mismos y con el mundo que los rodea. Este hallazgo es significativo, ya que sugiere que la psilocibina podría ofrecer una terapia más holística, abordando no solo los síntomas visibles de la depresión, sino también aspectos subyacentes del bienestar general.
Otro aspecto destacado es el efecto de la psilocibina sobre la libido y la función sexual. En estudios previos, se había observado que los pacientes tratados con psilocibina experimentaron una mejora en el deseo sexual, mientras que los SSRI, como es sabido, tienden a reducir la libido en muchos pacientes. Esto podría marcar una diferencia considerable en la calidad de vida de los pacientes, especialmente en aquellos que experimentan efectos secundarios molestos con los SSRI.
A pesar de los resultados positivos, los investigadores señalan algunas limitaciones importantes. En primer lugar, el estudio solo incluyó a un pequeño grupo de pacientes, lo que significa que los hallazgos deberán ser replicados en estudios más amplios para confirmar su validez.
Además, aunque se observó una mejora en los síntomas depresivos a lo largo de seis meses, algunos pacientes recibieron tratamientos adicionales durante el seguimiento, lo que podría haber influido en los resultados.
Otro punto a considerar es que la psilocibina sigue siendo una sustancia experimental, y su uso está estrictamente limitado a ensayos clínicos bajo supervisión médica. Como advirtió el Dr. David Erritzoe, coautor del estudio y director clínico del Centro de Investigación Psicodélica del Imperial College, la psilocibina puede tener efectos impredecibles si se consume en contextos no controlados, como en el uso recreativo, donde la dosis y el entorno no están garantizados para ser seguros.
A pesar de las advertencias y las incógnitas que aún rodean su uso, este estudio señala un camino prometedor para la psilocibina como una opción viable para tratar la depresión, especialmente para aquellos pacientes que no responden bien a los SSRI. Si bien la psilocibina no es adecuada para todos los pacientes, su capacidad para ofrecer mejoras tanto en los síntomas depresivos como en la calidad de vida general sugiere que podría ser una herramienta valiosa en el futuro de la psiquiatría.
Johan Lundberg, profesor adjunto de Psiquiatría en el Instituto Karolinska de Estocolmo, comentó que aunque los resultados deben tomarse con precaución debido a la falta de algunos análisis específicos, el estudio podría generar hipótesis importantes y abrir nuevas líneas de investigación en el campo de la salud mental.