Lo que las luchas de las mujeres deja en claro es que al discutir la legalización del aborto no se discute si se está a favor o en contra del aborto. Lo que se pone en juego es si aquellas que ya decidieron abortar (y que no van a dejar de hacerlo pese a la ilegalidad) van a seguir siendo expuestas a la ilegalidad y la inseguridad que eso implica.
Hoy, en la Cámara de Diputados, se discutió si la función del Estado es prohibir y criminalizar generando daños profundos en la salud pública, o regular para poder cuidar la salud de miles.
Hoy, una multitud infinita de mujeres que desde hace décadas vienen luchando por sus derechos y que ya constituyeron un movimiento de una fuerza imparable hicieron historia.
Aunque aún falte un poco para que el derecho a la interrupción legal del embarazo sea ley, las mujeres avanzaron en la conquista de derechos esenciales sobre su cuerpo y en poner al Estado en el lugar del que nunca debió haberse alejado: el de generar políticas públicas más realistas, justas y humanas.
La intensa y comprometida lucha de las mujeres muestra que el futuro sólo es posible dejando atrás las prohibiciones que nos dañan e impiden el desarrollo pleno de una vida digna.