Hoy en día el cannabis comestible es una realidad al alcance de la mano en muchos lugares del mundo con marihuana regulada. Es una elección popular tanto para usuarios medicinales como para personas que eligen vías de administración alternativas. Es tan popular que ya parece una tradición.
Sin embargo, la primera mención histórica del disfrute aparece en textos chinos de hace unos 3 mil años y no dice nada de fumarlo: el emperador Shen Nung recomendaba el cannabis para, básicamente, las mismas afecciones que conocemos y padecemos hoy en día. Pero no hacía ninguna alusión a prender fuego la marihuana.
Hace unos 3 mil años el emperador Shen Nung recomendaba el cannabis ingerido para muchas de las afecciones que conocemos y enfrentamos hoy en día.
Es que en los orígenes de la relación cannabis-humano, la planta se ingería en tinturas, aceites o infusiones y a veces hasta crudo, hecho una pasta con otros componentes como resinas, miel o agua.
El origen de los alimentos con cannabis
Cuenta la leyenda india que Vishnú, el domador de demonios, preparó un elixir de inmortalidad llamado amrita para renovar las fuerzas de los debilitados dioses indios. Su función era ayudarlos a enfrentar a los demonios que intentaban adueñarse de los reinos terrenales y espirituales del universo.
Durante una larga batalla de 12 años Vishnú confió el amrita (también llamado soma) al semidios alado Garuda para que lo escondiera lejos del alcance de los demonios. Así fue que en cuatro lugares distintos, con accidentales gotas de amrita derramadas en el camino, la planta de cannabis nació en la mitología india.
En la India, por lo menos desde el 1000 a.C. se utiliza el término bhang para denominar una mezcla de hojas y flores de cannabis que puede fumarse, masticarse o usarse para preparar bebidas e infusiones. El bhang forma parte tanto de la medicina rural tradicional, para tratar desde fiebre hasta disentería, como de la medicina ayurvédica.
Existen miles de recetas de bhang, no solo bebibles sino también en forma de bombones o trufas que se comen solas o se agregan a un té, yogur o licuado de frutas: el Bhang lassi. Hoy no solo se consume en los hogares: durante todo el año puede adquirirse en locales habilitados, donde lo preparan para turistas, nativos y religiosos.
Casi contemporáneo a pesar de los casi 9 mil kilómetros que separan un país de otro, en Marruecos también existe una preparación comestible de cannabis considerada sagrada y curativa que se conoce desde tiempos antiguos.
En la religión musulmana el alcohol está prohibido. Pero la pasión del humano por alterar la percepción hizo del cannabis un consumo popular allí donde la botella representa el pecado. Ricos y poderosos, trabajadores y mendigos consumen cannabis en flor, en hachís o en majoun, una confitura dulce hecha con un gran porcentaje de hachís marroquí y conocida desde hace más de mil años. Majoun significa pasta y preparación.
La invención del brownie
A mediados del siglo XIX un grupo de escritores franceses comenzó a darle a la ingesta de cannabis otro sentido.
Entre 1844 y 1849, el Club des Hashishins fundado por el psiquiatra Jacques-Joseph Moreau reunió a los escritores Théophile Gautier, Victor Hugo, Alexandre Dumas, Charles Baudelaire y Honoré Balzac en una observación experimental de los posibles efectos del hachís en la sociedad francesa, fenómeno que Moreau había observado ya en Medio Oriente.
Pero la verdadera popularización del cannabis ingerido en tiempos modernos no lo dieron los escritores franceses sino una popular cocinera, pareja de la poeta Gertrude Stein, llamada Alice B. Toklas.
Famosa por sus platos desplegados en reuniones culturales con Matisse, Picasso o Hemingway, Toklas publicó un libro de cocina a mediados de los años 50 con las recetas que amenizaban sus reuniones, entre ellas el Hashish Fudge.
Con canela, frutos secos, manteca, azúcar, maní, higos y otras especias, el Hashish Fudge es una receta originalmente importada de Marruecos por el pintor Brion Gysin y no muy alejada del tradicional majoun. Como su nombre lo indica, una parte sustancial de la receta es el hachís: una de las formas más tradicionales de extracciones de resina cannábica.
La segunda edición del libro en Estados Unidos, a mediados de los 60 y con postre volador incluído, hizo furor en el movimiento hippie. El fudge/majoun se transformó en brownie, una receta clásica de la cocina anglosajona de fácil preparación.
Según datos del Departamento de Rentas de Colorado, donde el cannabis se legalizó en 2012, solamente en abril de 2016 se vendieron 73 mil unidades de comestibles por un valor total de 1,05 millones de dólares.
Unos años después, en San Francisco, California, cuna del movimiento estadounidense por la legalización la marihuana medicinal, una dulce jubilada se hizo conocida como Brownie Mary (Mary Jane Rathbun) por hacer brownies medicinales a mediados de la década de 1970. Cuando la arrestaron en 1981, tenía 9 kilos de porro y 600 brownies en su casa.
Cannabis comestible y ventas masivas
Hoy, si bien el cannabis comestible sigue preparándose en forma doméstica, la producción de los llamados “edibles” es masiva. Según datos del Departamento de Rentas de Colorado, donde el cannabis se legalizó en 2012, solamente en abril de 2016 se vendieron 73 mil unidades de comestibles por un valor total de 1,05 millones de dólares.
El mercado legal crece, también la sofisticación en los productos ofrecidos. En 2015, los chocolates fueron el producto más vendido. En 2016, fueron desplazados por los ositos de gelatina.
Las nuevas tecnologías para infusionar cannabis en alimentos, como los cannabinoides hidrosolubles, abrieron un abanico que ya cubre casi todos los productos que se consumen a diario: desde aguas saborizadas a cervezas de cannabis, panificados con CBD y toda clase de snacks.
Suena a ciencia ficción, pero lo cierto es que comer cannabis es una larga tradición. La marihuana, que fue una antigua panacea para tratar múltiples problemas de salud, en el siglo XX se transformó en una supuesta amenaza social. El siglo XXI parece ser el regreso de un planta que alivia los cuerpos y los espíritus empachados por la vida moderna.