Frida Kahlo no sólo es uno de los grandes nombres de la pintura mexicana, dueña de un rostro que en la cultura popular está al mismo nivel de exposición que el del Che Guevara. Un día como hoy, hace 67 años, fallecía en Coyoacán, México.
Además, Frida encarnó para su tiempo un modelo de estar en el mundo adelantado en varios flancos a los parámetros de la clase dominante de su país, transformándose también en referente de la libertad, defensora de los ideales políticos de la izquierda y del feminismo.
“Una mujer que fumaba marihuana, era bisexual y comunista, justo lo que detesta esa burguesía que hoy tanto la admira”, dijo Humberto Robles, escritor mexicano, autor de Kahlo, viva la vida, obra de teatro sobre Frida.
Frida encarnó para su tiempo un modelo de estar en el mundo totalmente adelantado lo que la transformó en referente de la libertad.
Frida nació a principios del siglo XX en el pueblo de Coyoacán (hoy parte de México DF). Fue la tercera hija de una mexicana de raíces indígenas y un fotógrafo alemán. La Casa Azul, hoy abierta como Museo con las instalaciones tal cual las transitó Frida en vida, fue el escenario de varias etapas de su existencia, desde niña hasta llegar a la adultez.
Allí fue donde pintó la mayoría de sus cuadros y pasó sus últimos días.
La obra de Frida fue catalogada como parte del surrealismo por el mismísimo André Breton, la figura más sobresaliente de ese movimiento vanguardista.
Las pinturas de Frida están definitivamente atravesadas por su vida personal. Son, sobre todo, trabajos autobiográficos que rondan sus tortuosos padecimientos físicos con los que convivió desde los 18 años y su tempestuosa vida afectiva junto al muralista Diego Rivera, que también fue un amante del cannabis.
Su obra abunda en temas autobiográficos: desde los padecimientos físicos con los que convivió desde los 18 años hasta su tempestuosa vida junto al muralista Diego Rivera, que también fue un amante del cannabis
“Sufrí dos graves accidentes… Uno en el cual un tranvía me arrolló y el segundo fue Diego”. El tranvía le fracturó su columna en tres partes, dos costillas, la clavícula y las piernas.
Con Diego se casó dos veces y tuvo una relación de amor fuerte y duradera, aunque repleta de desencuentros.
Los dos viajaron a Estados Unidos cuando se complicó el ambiente político en México y el trabajo comenzó a escasear. Vivieron en las ciudades de Detroit, Nueva York y San Francisco. Allí, Frida y Diego convivieron con los artistas y pensadores más relevantes de su generación: el escritor Henry Miller, la fotógrafa y activista italiana Tina Modotti y la pintora Georfia O’Keeffe.
De vuelta en Coyoacán albergaron al revolucionario León Trotsky en su huida de la Rusia de Stalin. Frida entabló también una profunda amistad con la cantante Chavela Vargas, ícono de la liberación femenina, que vivió con el matrimonio Kahlo-Rivera en la Casa Azul durante más de un año. El cannabis era parte de ese círculo de amistades.
Frida murió el 13 de julio de 1954 a los 47 años. Pocos días antes, superando todas las limitaciones físicas, había ido a una marcha contra la intervención estadounidense en Guatemala. Fue su última aparición pública.