La historia de Diego Ledesma es la de muchos y muchas cultivadores. Un trabajador más que encontró en el cannabis alivio y la posibilidad de pasar buenos momentos después de días largos.
Pero Diego, como tantas personas, está siendo vigilado y acusado por el Estado. El 15 de abril la policía bonaerense allanó su casa en Tortuguitas, partido de Malvinas Argentinas. Encontraron dos plantas y algunos cogollos.
Eso alcanzó para que la Justicia inice una causa en su contra por “comercialización de estupefacientes”. Se trata de un delito con penas de hasta 15 años de prisión.
Vivir acusado
Hoy Diego está en su casa, con su esposa y su hija de un año y medio. Estuvo 5 meses preso. Recién el viernes pasado el juez de la causa entendió que no era necesario mantener a Diego en un calabozo. Sin embargo la causa en su contra sigue su curso.
“Acá hay dos hipótesis: la del fiscal Raúl Martínez y la de los testigos. Logramos que el juez entendiera que mientras se decide cuál de las dos es más creíble -y por ende la posible caída de la causa- no es necesario que Diego esté preso”, nos dijo Juan Manuel Gornatti, defensor oficial de Diego.
Luego de 5 meses el juez entendió que no era necesario mantener a Diego en un calabozo. Ahora está en su casa mientras avanza la causa donde lo acusan de “comercialización de estupefacientes”, un delito con penas de hasta 15 años de prisión.
Gornatti pidió también el cambio de carátula, pero se lo negaron. De no lograr que se acuse a Diego de tenencia para consumo personal, Gornatti va a pedir la nulidad de la causa debido a una gran cantidad de irregularidades que denuncia.
“No me esperaba la libertad, fue una alegría enorme. Justo me estaba bañando y dijeron mi nombre. Un policía me preguntó mi domicilio, el nombre de mis padres, y yo le pregunté para que querían todos esos datos. Y me dijo: ‘Te vas, salís. No lo podía creer”, nos contó Diego horas después de ser lberado.
Minutos antes se había reencontrado son su familia tras cinco meses incomunicado: “Me tomé un colectivo que me dejó en la esquina de mi casa,y estaba toda mi familia esperándome. Somos una familia grande, somos nueve hermanos. Estaban ellos, mis viejos… Fue un momento muy lindo”.
Pesadilla en el barrio Pech
Diego, ¿cuánto hace que cultivás?
Empecé a cultivar hace 7 años. Laburé desde los 14 años de albañil hasta los 29. La espalda me quedó mal, tengo muchos dolores. Me preparo aceite y también fumo. Cuando tenía 16 años tuve la desgracia de perder a mi hermano, de 17 años. Se quedó pegado a la corriente y yo tuve que sacarlo y se murió al lado mío. Quedé muy mal con eso, es un trauma. Me cuesta dormir. Tomaba pastillas tranquilizantes para superar el dolor emocional y dormir pero cada vez tomaba más y quise dejarlas. Y empecé a fumar también para poder dormir. Un par de secas, me relajaba y dormía. También fumaba durante el día pero jamás vendí, en todo el barrio saben que no vendo. Los policías pusieron en el acta de procedimiento que entraron a mi casa porque vieron que yo le había dado un paquete a una persona y que a cambio me dio plata, que yo tenía un fajo de billetes. Y en mi casa no encontraron ni un peso.
“Los policías pusieron en el acta que entraron a mi casa porque vieron que yo le había dado un paquete a una persona a cambio de plata, que yo tenía un fajo de billetes. Y en mi casa no encontraron ni un peso”.
¿Qué recordás del allanamiento?
Yo estaba en mi casa con Sergio, un amigo. En la casa también estaban mi mujer Selena con mi hija, y dos sobrinos míos. De repente dos personas rompieron la puerta y entraron armados. Mi amigo y yo nos tiramos al piso. Pensé que habían entrado a robar. Empezaron a revolver toda la casa, buscaban algo pero no nos hablaban. Recién a los 10 minutos dijeron que eran policías. Estaban de civil. Me apuntaron a la cabeza y me preguntaron: “¿Dónde está la plata?, ¿dónde están los fierros?”. Encontraron una bolsa con cogollos y dos plantas de marihuana en el fondo. Yo dudaba, no sabía si eran ladrones o si realmente eran policías. Cuando me di cuenta de que eran policías les pedí la orden de allanamiento y pregunté por los testigos. Pero a los testigos los llevaron como media hora después. Le sacaron los teléfonos a mis sobrinos, que son menores de edad, y a mí y a mi señora. En mi habitación encontraron un cajón con cuchillos de colección. Agarraron el más grande y lo pusieron en una mesa junto a los teléfonos, las plantas… Montaron toda la escena. Y cuando me llevaron a la fiscalía a declarar, también había una balanza que no sabemos de dónde salió porque en mi casa no teníamos ninguna.
“En mi habitación encontraron un cajón con cuchillos de colección. Agarraron el más grande y lo pusieron en una mesa junto a los teléfonos, dos plantas… Montaron toda la escena”.
¿Cómo siguió el operativo?
Se empezaron a juntar vecinos en la puerta, pensaron que estaban robando. Hasta ese momento no había móviles policiales en la puerta, sólo dos autos particulares. Y ahí llegó el primer móvil policial (N. de la R.: De acuerdo a una prima de Diego, Carolina, el móvil llegó tras una denuncia de un vecino). Después, cuando se supo que pasaba, Matías, mi hermano, que también estaba afuera con los vecinos, reclamó la orden de allanamiento. Como resultado lo llevaron detenido y le abrieron una causa por violación de la cuarenta. En total fuimos cuatro los detenidos. Mi hermano, mi amigo Sergio, un testigo y yo.
“Matías, mi hermano, que estaba afuera con los vecinos, reclamó la orden de allanamiento. Como resultado lo llevaron detenido y le abrieron una causa por violación de la cuarenta”.
¿Dónde los trasladaron?
A la Comisaría 4ta de Totuguitas. A mí y a Sergio nos metieron en una celda, a mi hermano Matías en otra, y al testigo, Fernando, en una oficina. A mi hermano lo liberaron a las 12 horas. A mí me hicieron firmar unos papeles pero sólo me dejaron ver uno, que decía que se me acusaba de infracción a la a la ley 23.737. Había tres papeles más que no me dejaron leer. Les pedí que me dejaran leerlos y me dijeron: “¿Sos abogado?, ¿pensás que te las sabés todas?”. Me empezaron a pegar para que firme. Tuve que firmar porque ya me estaban pegando demasiado. Me pegaron un par de bifes, después en las costillas. Cuando fui a fiscalía me enteré de que estaba acusada de comercio de estupefacientes. Yo declaré y dije que había firmado pero que jamás me habían dejado ver de qué se me acusaba.
“En la comisaría me hicieron firmar unos papeles, les pedí que me dejaran leerlos y me dijeron: “¿Sos abogado?, ¿pensás que te las sabés todas?”. Me empezaron a pegar. Tuve que firmar porque ya me estaban pegando demasiado”.
¿Qué pasó con Sergio?
También lo obligaron a firmar, también lo acusaban de venta. En mi casa le secuestraron unas llaves, un barbijo y su DNI. Pero cuando llegamos a la comisaría su DNI había desaparecido. Los policías dijeron que estaba sin documento, que vivía conmigo y que vendía conmigo. Yo declaré que las plantas eran sólo mías y que Sergio no vivía en mi casa. Recién el viernes pasado lo absolvieron y lo soltaron.
El tercer hombre de civil
Mientras los dos policías de civil allanaban la casa de Diego, una tercera persona aguardaba en la puerta junto a una camioneta roja. Durante varios días Diego y su familia pensaron que se trataba de un denunciante. Luego se conoció la verdad. Se trataba de Fernando, un amigo de Sergio que lo llevó en su camioneta hasta la casa de Diego, a quien no conocía.
Dos testigos de la causa contaron la misma historia. Relataron que, después de dejar a Sergio, lo interceptaron dos autos particulares y que fue obligado a bajar a los golpes mientras le preguntaban por la plata, por las drogas.
Lo hicieron volver a la casa de Diego pero no ingresó: se descompuso y comenzó a vomitar. Un vecino le acercó un vaso de agua. En la Comisaría 4ta de Tortuguitas fue golpeado y amenazado con abrirle una causa por venta de drogas si no entregaba plata. A las 21 horas Fernando fue a su casa y regresó a la comisaría para terminar de pagar por su libertad.
No fue acusado de vender drogas pero fue encausado por resistencia a la autoridad y por violar la cuarentena, a pesar de que, según fuentes, contaba con dos permisos para circular. Fernando quedó libre tras dejar en la Comisaría 50 mil pesos.
Las rejas y el día después
Durante estas cinco semanas estuviste detenido en tres lugares, ¿cómo resumís esos días?
En la Comisaría 4ta de Totuguitas estuve 18 días en lo que se llama buzones. En realidad es una comisaría para violadores, entonces Sergio y yo estábamos separados. Los buzones son celdas de dos metros por un metro. Nos sacaban una sola vez al día para ir al baño y podíamos bañarnos día por medio. De ahí pasé a la Comisaría 2da de Polvorines. Éramos 14 en la celda. Al principio estuve bien hasta que algunos empezaron a maltratar a otros compañeros, sobre todo a los jóvenes. Pasé a buzones de esa comisaría y de ahí a la Comisaría de Grand Bourg, donde estuve más tranquilo. En los tres lugares estuve incomunicado, podía recibir cosas pero no ver a gente. Pasaba casi todo el día pensando en en mi señora y mi hija, pensaba en que quizás no iba a verlas por cuatro o cinco años. Me hacía la cabeza, ahí adentro, encerrado, pensás todo el tiempo. Leía los diarios del día anterior, que me llevaba mi señora, y revistas.
Ahora que estás afuera, ¿qué pensás sobre esta experiencia?
Que fue muy injusto. No robé, no maté. No puedo entender la cantidad de años que me quieren dar por tener mis plantas. Además, si hubiese sido un allanamiento normal, con orden de allanamiento, los iba a dejar pasar. Esta experiencia no se la deseo a nadie, estar de buzón en buzón. Ni colchones te dan, tenés que tener tu frazada y sábana y con eso eso arreglarte. Jamás negué que tenía plantas pero me acusan de algo que no hice. Tengo mi trabajo, soy gasista y plomero. Laburo de lunes a sábados, de 6 de la mañana a a 6 de la tarde, no necesito andar vendiendo. Además durante la cuarentena nunca dejé de trabajar, tengo permiso para hacerlo. Y ahora estoy esperando a hablar con mi patrón para saber qué va a pasar con esto, su voy a seguir laburando o qué va a pasar, cómo sigue mi vida. Quiero seguir trabajando, tengo una familia, una casa que mantener. Quiero agradecer a todos los que me apoyaron: mis vecinos, la gente en las redes sociales. Hay tanta gente que hace mal y está en la calle. Y meter presos a los cultivadores, no tiene sentido.