La única conexión entre el nombre Walter Wanderley y el cannabis es un allanamiento de 30 kilos de marihuana en el nordeste brasileño. Historia en la que Wanderley es el apellido del comisario de Anjo da Guarda, una localidad en el estado de Sao Luis. Pero nada tiene que ver con Walter Wanderley el fugaz, pero popular organista brasileño, nacido en Recife.
Sobre la relación del Wanderley con la maconha, ni él ni ninguna fuente directa afirman o niegan el romance. No importa tanto como la presencia en su música del aura psicodélica. No es extraño. En los 60s, Wanderley se instaló en San Franciso, Estados Unidos, donde vivió hasta dejar este planeta, a los 54 años.
Esa ciudad fue una meca de la contracultura durante esos años, allí fue donde el polémico gurú del ácido, Timothy Leary realizó una de sus arengas públicas más recordadas a favor de la apertura de la conciencia ante una multitud de 30 mil hippies.
En sus discos hay bossa nova, pero también jazz, samba y por momentos un sonido casi electrónico. Wanderley grabó para el renombrado sello de jazz Verbe. Entre algunos de esos trabajos está Rain Forest (Selva), un disco en el que su órgano hammond parece conectado a la delicada y múltiple alma de las plantas.
Un disco para buscar calma en la jungla.