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Puede ir preso por cultivar para sus hijos

El cannabis atraviesa la vida de Cristian Ferrara y su familia como un rayo de luz, una corriente de aire fresco y sanador. Pero la ley no contempla esta posibilidad. En octubre de 2017 su casa fue allanada en Berisso a causa de una denuncia anónima y hoy Cristian se encuentra procesado, acusado de comercialización de estupefacientes.

Hace dos años, su hijo Lucas, que tiene 13 años y padece de Trastorno del Espectro Autista, comenzó a utilizar aceite de cannabis preparado por Cristian y su compañera quienes conocieron la planta en talleres sobre el uso medicinal de la marihuana. “Llegamos al cannabis porque cada vez lo medicaban más y yo lo veía muy alejado de la realidad. Se autoagredía, rompía cosas, se lastimaba porque no sentía dolor”, nos cuenta Consuelo, esposa de Cristian y madre de Lucas.

“Empezamos a darle aceite y a los tres días ya estaba mucho más tranquilo. A los 15 días entra a la cocina me toca la espalda y me dice te quiero”, recuerda Consuelo que en 10 años jamás había escuchado hablar a su hijo. “Fue el primer abrazo que me dio Lucas”.

Sus otros dos hijos, que también padecen distintos trastornos neurológicos (Daniel de 17 sufre esquizofrenia y Angel de 4 fue diagnosticado con retraso madurativo sensorial y cognitivo) también recibieron aceite de cannabis y alcanzaron una mejor calidad de vida.

El allanamiento fue brutal. “Como mi hijo Daniel mide 1,80mts se lo confundieron con un adulto, lo tiraron al piso y lo precintaron. En ese momento tenía 16 años y como tiene esquizofrenia entró en una crisis gravísima”, cuenta Consuelo.

De recibir la pena máxima, Cristian podría enfrentar 15 años en prisión. De su casa incautaron se llevaron 3 plantas adultas, 16 plantines y algunos frascos que contenían preparaciones para extraer aceite. Cristian pasó dos meses en la cárcel de Olmos y hace más de un año que está con prisión domiciliaria.

La justicia le ofrece un juicio abreviado: que él admita un delito que nunca cometió -vender cannabis- y sea condenado a la pena mínima, 4 años en prisión. Mientras tanto, hace 25 días Cristian sufre una infección en las muelas y el Servicio Penitenciario no autoriza que salga de su casa para hacer un tratamiento.

El flete que manejaba Cristian era el principal sustento de la casa, así que la situación económica de la familia es desesperante. “Comemos gracias al almacén que me regala comida vencida. Mi hijo habla, conecta, pregunta, discute, está vivo gracias al cannabis”, nos dice Consuelo. “Lo único que hicimos fue buscar el derecho a la salud para mis tres hijos”.

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Foto: Cristian y Consuelo con sus hijos.