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Skate y cannabis: el equilibrio justo

El skateboarding es la poesía fugaz de una ciudad, el destello de un cuerpo interpretando su entorno. Algunos describen la sensación de “bajar” una prueba como una experiencia que produce simultáneamente calma y euforia: una especie de Nirvana.

A veces el skater lo arriesga todo, pero de manera consciente e iluminada. Y en este trance el cannabis ayuda a destrabar bloqueos, abriendo un camino espiritual para experimentar el goce y tratar el dolor.  

Balance sagrado

El skate es heredero del surf. Y el surf es hijo de Hawaii, donde los nativos lo consideraban un pasatiempo sagrado. Tanto hombres como mujeres montaban olas completamente desnudos. Aquellos pertenecientes a la realeza usaban tablas más largas y gozaban de exclusividad en las mejores rompientes. A veces, a los de menor jerarquía se les daba la chance de batirse en el agua con los reyes y así ganar prestigio.

El cannabis también tiene una tradición en la isla de Hawaii. De hecho, los primeros registros de los hábitos cannábicos en la isla comenzaron a aparecer a mediados del siglo XIX, cuando la prensa local empezó a hablar del pakalolo, es decir, el “tabaco adormecedor”. 

Por supuesto, el uso de la planta se remonta mucho tiempo atrás, más si tenemos en cuenta que conquistadores y colonos se toparon en América con plantaciones de cannabis en pleno crecimiento durante el siglo XVI, poco tiempo después de la llegada de Colón.

El avance de la cultura occidental, en oleadas que incluyeron a españoles e ingleses, terminaría con la anexión de la isla a los Estados Unidos en 1898. Este complejo proceso puso en riesgo tanto la práctica del surf, considerado una frivolidad por los colonos cristianos, como el pakalolo, que comenzaría a perseguirse hasta su prohibición definitiva en el siglo XX.

El cannabis también tiene una tradición en la isla de Hawaii. De hecho, los primeros registros de los hábitos cannábicos en la isla comenzaron a aparecer a mediados del siglo XIX, cuando la prensa local empezó a hablar del pakalolo, es decir, el “tabaco adormecedor”. 

A pesar de las leyes impuestas a fuerza de látigo, que condenaban el estilo de vida aborigen, basado en la celebración de la vida, tanto el surf como la marihuana permanecieron en la vida de los hawaianos.

Con el correr del tiempo, ese matrimonio entre el equilibrio extático y el cannabis comenzaría a celebrarse en la costas de Norteamérica. Y luego pasaría al asfalto. 

Una obra del ilustrador Cino: escena onírica de esqueletos sesionando entre flores.
Del mar al asfalto

A principios del siglo XX, la tabla mágica se acerca a la costa californiana. En la década de los 50 el surf se suma al rock en el surgimiento de una juventud que comienza a d­iferenciarse de sus padres y sus valores. No pasará mucho tiempo para que a la tabla le crezcan rueditas. Los primeros skaters fueron surfers. Muchas veces se usaban hasta cajas de madera o tablas con ruedas de patines en el fondo. 

Una práctica con mucha adrenalina, adorada por un puñado de jóvenes contestatarios estaba destinada a estar atravesada por la búsqueda de otros estados de conciencia. Estamos en California, la cuna del movimiento hippie, el estado donde se celebró el Verano del Amor y donde partes enteras de algunas ciudades funcionaban al ritmo de una revuelta psicodélica. El cannabis era parte de la vida cotidiana de ese boom contracultural en la que los Beach Boys sonaban llevando el universo del surf a las calles donde una generación se rebelaba contra el orden establecido.

Pero el sueño hippie dura poco. En la década del 70, con Richard Nixon a la c­abeza de Estados Unidos, potencia occidental i­ndiscutida, se declara la Guerra a las Drogas y la prohibición sobre los psicoactivos se profundiza. 

Son años duros, de grandes golpes sobre los reclamos de las minorías y también sobre los derechos adquiridos por las mayorías. El punk rock se convierte en la banda sonora de un mundo distorsionado, donde la oposición a las normas empieza a reflejarse ya no en grandes masas, sino en tribus urbanas que desde los márgenes de la sociedad plantean su propia forma de ver el mundo.

Piletas vacías

En 1975, una crew de adolescentes toma por asalto la hasta entonces pacífica escena californiana, adueñándose del protagonismo y cambiando el skateboarding para siempre. Los jóvenes agitadores eran parte del Zephyr Competition Team, pero eran más conocidos como los Z-boys. 

“Si sos una persona espiritual, la marihuana puede ser extremadamente positiva”, dijo muchos años después Tony Alva que, junto a Jay Adams, fue una de las grandes figuras del grupo. 

 Ellos –y ella: la “chica Z-Boy” Peggy Aoki–se zambullen con sus tablas en piletas vacías, popularizando una forma de skateboarding conocida como “vertical” que revolucionaría el deporte. En vez de ir erectos sobre las tablas como la mayoría, ellos iban agachados, cerca del piso, acariciando el cemento con la palma de sus manos, como si fuera agua. Imitaban el estilo de su idolo del surf, Larry Bertlemann.  

Los Z-Boys provenían de un barrio olvidado de Los Ángeles llamado Venice, que ellos mismos rebautizaron Dogtown. Acostumbrados a los conflictos, liberaban su descontento atacando calles y bowls arriba de una patineta. Y el cannabis era parte de su modo de vida. “Si sos una persona espiritual, la marihuana puede ser extremadamente positiva”, dijo muchos años después Tony Alva que, junto a Jay Adams, fue una de las grandes figuras del grupo. 

“Hay una enorme parte del skateboarding que usa la marihuana como una hierba para mejorar sus vidas”, llegó a asegurar Alva, “ayuda a ponerse en conexión con el ambiente, tanto física como mentalmente”.

 

Las icónicas zapatillas diseñadas por el skater Chad Muska en los 90, con bolsillo para las flores.

 

Profesionales del vértigo

Los años 80 elevan el skateboarding a los cielos. El vertical toma vuelo y se populariza a través de películas como Thrashin’ (1986) y videos VHS. 

Los skaters se vuelven verdaderas celebridades globales, con Christian Hosoi y Tony Hawk como máximos referentes de una cultura en expansión. Los nuevos profesionales, esponsoreados y admirados por multitudes, no renuncian a su devoción por subirse a la tabla a experimentar un nuevo mundo. 

La rebeldía de Christian Hosoi estableció las líneas de un estilo de vida que las marcas de productos relacionados al universo del skateboarding eligieron tomar y transformar en un bien comercial a la medida de su público.

Hosoi, el Rey del Estilo, acostumbraba fumar con su padre antes de las más exigentes competencias. Su amor por la planta era tal que así lo recuerda Simon Elbling, un ex skater y compañero de escuela, a quien Hosoi llamaba desde afuera de clase con dos patinetas y una bolsa con cogollos en la mano. “Me mostraba las flores y me decía: ‘¡Vamos a la playa!’”. La rebeldía de Christian Hosoi estableció las líneas de un estilo de vida que las marcas de productos relacionados al universo del skateboarding eligieron tomar y transformar en un bien comercial a la medida de su público.

Uno de los hitos de esa compleja relación entre moda y cultura se produce en los 90, en pleno surgimiento de las marcas de calzado e indumentaria para skaters. Fue cuando Chad Muska, ícono de la década sobre la tabla, también se ganó un lugar en la historia al crear el primer modelo de zapatillas con un bolsillo exclusivamente pensado para esconder cannabis. 

No es extraño, eran años en los que el hip-hop empezaba a hablar de la marihuana como lo que siempre había sido: parte de la vida de millones. 

En las tablas se imponen los Piss Drunx, una crew que hizo del estar de fiesta parte central de su identidad. Al mismo tiempo, se trataba de profesionales. 

Andrew Reynolds, reconocido como skater del año por la revista Thrasher en 1998, y la talentosa Elissa Steamer fueron dos de los skaters más destacados de esa crew. Ambos llegaron a tener sus propios personajes en el legendario videojuego Tony Hawk’s Pro Skater. 

“Fumábamos bastante”, contó Reynolds a la revista especializada Jenkem. “Ir con un porro, manejando y escuchando rap era algo típico, una vez nos encontramos con Elissa en un semáforo y le convidé un blunt de auto a auto”.


Texto Fred Wood

?@Sam Nolan @creaturefiends

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