Horas atrás falleció Maximiliano Burgos, un querido miembro del activismo cannábico argentino. Maxi convivía con un cuadro de esclerosis múltiple y padecía una parálisis en sus piernas que le impedía caminar.
Desde hacía años, Maxi controlaba el avance de la enfermedad con el cannabis medicinal que él mismo cultivaba en su casa. Además tenía un compromiso activo, como parte de Agrupación Paranaense de Autocultivadores de Cannabis (APAC).
A mediados de 2018, Maxi fue víctima de un allanamiento. La Policía Federal entró a su casa de Paraná, Entre Ríos.
En lo que fue una verdadera razzia policial, en aquella oportunidad también allanaron el domicilio y local de artículos para el cultivo “El esqueje”, de Iván Gregorio, también usuario de cannabis y miembro de APAC.
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“La Policía Federal rompió la puerta y entró a mi hogar”, escribió Maxi en una carta pública luego de ser allanado y donde mostraba el trato inhumano que había recibido de parte de la fuerza de seguridad.
“Sufrí una crisis, no pude expresarme claramente y ellos siguieron con el operativo”, contaba. “Después de dos horas de haber entrado en crisis piden autorización para permitirme consumir cannabis en sus caras. Y les dije: «Tuvieron que pedir permiso para que yo estabilizara mi cuadro, mi salud, qué estupidez teniendo la solución al alcance»”, escribía Maxi.
Afortunadamente, Maxi estaba rodeado de cultivadores y cultivadoras que se aseguraron que no le faltara su medicina en medio de esa situación traumática.
Todas las personas que tuvieron la suerte de compartir momentos con él, conocieron a un ser humano alegre y comprometido por los derechos de quienes encuentra en el cannabis una manera de hacer que sus vidas sean mejores.