A veces, una tecnología sencilla puede dar resultados reveladores. Eso es lo que pasa con el caleidoscopio, un tubo más o menos pequeño que crea paisajes maravillosos.
Se trata de un tubo con un interior revestido con tres espejos, en un extremo un vidrio con cristales de colores en suspensión, en el otro un agujerito para mirar. Cuando lo giramos, la imagen se repite y multiplica, generando patrones de increíble complejidad y belleza.
La fotógrafa costarricense Gloriana Brenes, decidió ensayar un juego similar con su trabajo en el que pequeñas partes de la planta de cannabis se transforman en verdaderos paisajes.
El caleidoscopio se inventó hace mucho: en 1817. Y rápidamente se hizo popular en el mundo entero.
¿Por qué nos resulta tan fascinante?
Quizás la geometría es la explicación. Más allá de los triángulos y formas que nos explican en los colegios, existen en la naturaleza secuencias y patrones que se repiten. Esos patrones pueden formar diseños notables.
Es un aspecto que fascinó al humano desde tiempos inmemorables: desde la geometría sagrada a la secuencia de Fibonacci y la matemática de fractales, los patrones invisibles del mundo que nos rodea son guías para entender, quizás, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Algunas plantas nos indican a simple vista que siguen los patrones de una matemática que quizás nunca entenderemos.
