Las credenciales musicales de Paul McCartney brillan con la fuerza de cada una de sus canciones. Fue uno de los 4 pilotos de esa nave del tiempo hacia el futuro de la música que fueron Los Beatles.
Pero también fue él mismo, antes, durante y después de haber revolucionado la música con John Lennon, George Harrison y Ringo Star.
Un creador de melodías que llevan a cualquiera de paseo, Paul fue un amante de viajar en nubes de olor dulce. Sí, Paul siempre tuvo con el cannabis una relación intensa. Y la ley se lo cobró 5 veces.
La lista de malos tragos con la policía tuvo siempre un final relativamente feliz, sin dudas ser uno de los músicos más conocidos del mundo lo salvó de situaciones que para cualquiera hubieran terminado con sabor muy amargo. Un ejemplo de lo selectivas y caprichosas que suelen ser las políticas de drogas en todo el mundo.
Cinco veces NO
El primer encontronazo fue en agosto de 1972. McCartney fue detenido junto a su esposa Linda en Suecia. Los frenaron con un poco de cannabis mientras regresaban de dar un concierto en la ciudad de Gotemburgo. En esa ocasión la situación se resolvió pagando una multa de 1.300 dólares, un dineral para la época.
En 1973 le tocó ser allanado. Fue cuando la policía de Escocia ingresó a la granja en la que vivía con su familia y secuestró unas 6 plantas.
“Estoy muy interesado en la horticultura y estas plantas salieron de unas semillas que me regalaron unos fans, no sabía que eran esto”, declaró ante el juez. La situación terminó en una multa.
En 1975, lo detuvieron en Los Ángeles, California, por tenencia para consumo personal. Fue mientras circulaba con su esposa Linda en un auto y en un control vehicular un policía sintió olor a flores.
En esa oportunidad la heroína fue Linda: como ella no estaba al volante dijo que el cannabis era suyo, para así evitar cargos mayores en contra de Paul. Al poco tiempo los cargos fueron retirados.
En 1980, el problema se dio en Tokio, Japón. Un país durísimo en su legislación anti cannabis. Paul fue detenido en el aeropuerto: tenía 218 gramos de cannabis con él.
Por eso, terminó 9 días preso en un calabozo. Lo dejaron ir luego de hacerle firmar una declaración jurada comprometiéndolo a no fumar nunca más. El precio burocrático que pagó fue bajísimo: podría haber enfrentado un proceso penal y terminar 9 años en la cárcel.
El último encontronazo con la ley fue en Barbados, en 1984. Volvieron a detenerlo junto con Linda después de comprar un poco de cannabis en la playa. Nuevamente, la condición de Beatle los salvó: pagaron una multa y volvieron a la calle.
Esa vez mantuvo una charla calurosa con un grupo de periodistas que le preguntaron su opinión sobre la prohibición de la tenencia de marihuana.
“Creo que tiene que ser descriminalizada”, dijo sin ponerse colorado, “lo que yo estaba haciendo era en mi casa y eso no puede de ninguna manera hacerle daño a nadie”. Y aprovechó para ir un poco más allá: “Quiero decirles una cosa: el cannabis es por lejos mucho menos dañino que el ron, el whisky, la nicotina y el pegamento que son todos totalmente legales”. Cuando al final un cronista le preguntó si pensaba volver a fumar, McCartney fue claro: “Nunca más”, y guiño un ojo.
Canción homenaje
Por supuesto, McCartney le dedicó una canción a la planta. “Got to Get You into My Life” (“Voy meterte en mi vida”) un tema que grabó con los Beatles para el disco Revolver (1966). Cuando le preguntaron si “ella”, la que “no corría, ni mentía” hacía referencia a la marihuana, volvió a elegir decir las cosas como son. “De hecho es una alabanza al porro”.
Pocos años atrás, cuando le preguntaron si seguía siendo amigo del cannabis, aseguró con una sonrisa que desde hace un tiempo no fuma, que sólo cada tanto toma una copita de vino.