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Drones cultivadores: una tecnología para reducir la contaminación

A nivel global, la agricultura aporta el 23% de los gases de efecto invernadero. Para evitar que se profundice la crisis climática, la industria cannábica explora dispositivos para reducir los combustibles fósiles como los drones cultivadores, que reducen el uso de maquinaria tradicional.

La escena parece sacada de una película de ciencia ficción: Derrick Perkins se encuentra dentro de un tráiler con paredes verdes, similares a las que se utilizan para los efectos especiales, y lo rodean computadoras, herramientas para recopilar estadísticas climáticas y varios drones gigantes.

El cuadro resulta extravagante, pero puede exagerarse aún más al observar que no está en un laboratorio, sino en una granja de cáñamo a 150 kilómetros de Miami, en el Estado de Florida, EE.UU. El calor es intenso y cada diez minutos Perkins se ve obligado a tomar un pañuelo de su bolsillo para secar el sudor de su frente.

“Hay mucha humedad pero este clima nos permite cultivar y desarrollar nuestra tecnología durante todo el año”, le cuenta a thc el fundador de The Drone Farmers, la compañía que creó aviones tripulados a distancia para la industria del cultivo de cannabis.

La compañía transita hoy su quinto año de operaciones, y el objetivo es claro para su fundador: utilizar drones en  actividades relacionadas al agro cannábico para reemplazar a los tractores y disminuir la utilización de combustibles fósiles en las granjas del circuito legal que pueden tener hasta varias hectáreas cubiertas de plantas.

“La granja en la que estoy ahora es pequeña. Tiene casi cinco hectáreas y durante cuatro meses debe ser rociada dos veces a la semana. Si se hace con un tractor, eso generaría 20 toneladas de carbono que van directo a la atmósfera. Pero usando drones eso se evita”, asegura Perkins sobre la relevancia que puede tener este avance tecnológico para la mitigación de gases de efecto invernadero que inciden profundamente en la crisis climática.

Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, la agricultura y la ganadería generan el 23% de las emisiones de gases que producen el calentamiento global. Si bien cultivadores de cualquier tipo de producto pueden contratar los servicios de la compañía de Perkins, él se enfocó en la industria cannábica, empezando con el cáñamo.

Perkins agrega que la reducción de carrocerías sobre la tierra también es una ventaja. “Sobre todo porque el peso de los tractores hace que el suelo se compacte y reduzca la vida orgánica de la cual se nutren las plantas”, explica el hombre mientras monitorea sus máquinas aéreas y dialoga telefónicamente con THC.

AgEagle, una empresa fabricante de drones para agricultura que se volcó al cáñamo en los últimos años. (AgEagle)
Beneficios y desventajas

En EE.UU. existen varias compañías que utilizan drones para actividades agropecuarias y algunas de ellas aplican sus conocimientos a la industria cannábica. “Nuestra tecnología permite obtener información sobre cuándo plantar, cosechar y realizar análisis de CBD y THC”, comentan desde AgEagle. Mientras que en Parabug se especializan en realizar biocontrol con estos dispositivos. “Sabemos que las pestes son cada vez más difíciles de controlar solo con químicos y con los drones es más sencillo”, dicen.

La diferencia que marca The Drone Farmers con sus competidores es el enfoque orgánico y ambiental. Con esos faros apuntando el camino, el mayor beneficio para los granjeros se encuentra en “los créditos por carbono”. Cada vez que uno de ellos reemplaza un tractor que utiliza combustibles fósiles por tecnología eléctrica, recibe estos “bonos”.

La operación es documentada, se otorga el certificado oficial y el dueño del campo lo cambia por dinero al final de la  temporada. “Hace poco completamos nuestra primera prueba con un granjero que tiene 20 hectáreas de cáñamo en Kentucky”, explica Perkins en relación al mercado de carbono. Según su experiencia, realizar la gestión paga las semillas para iniciar el cultivo y los nutrientes utilizados durante el proceso. “Y te quedas con 50 dólares”, agrega.

La mayor desventaja de los drones es el tiempo. Por un lado, el avance tecnológico no implica una reducción de la jornada laboral de los trabajadores, como ya se ha visto en otras industrias, y puede correr el riesgo que se pierdan
puestos de mano de obra. Además, el trabajo que realiza un tractor en una hora, un drone lo puede llevar a cabo en una hora y media o más.

Pero Perkins defiende los drones, porque cuando llueve “no hay que esperar que el suelo se seque, como sí sucede con los tractores”. De todas formas, el tiempo no es una preocupación para él. “Si evitamos emitir gases tóxicos al ambiente, ¿qué problema hay en tardar un rato más?”, plantea.

Los drones de Precision Hawk pueden identificar el tipo de suelo, la temperatura, nivel de humedad y demás variables fundamentales para el control del cultivo (Precision Hawk)
Enfrentar la crisis climática

El sol sigue subiendo en el cielo de Miami y, a medida que llega a su punto más alto, la temperatura aumenta. Derrick Perkins permanece en su tráiler para evitar el calor mientras en el exterior sus drones alimentan y cuidan a las plantas de cáñamo. “Todo el sistema funciona a base de energía solar y eólica”, comenta.

“Nos enfocamos en granjas orgánicas. Si fuésemos conscientes de las emisiones que genera la producción de lo que consumimos o utilizamos, la situación sería otra”, reflexiona. Y con el cannabis opina igual. “Eso que tomás para mejorar tu salud o que fumás de forma recreativa puede llegar sin producir huella de carbono”.

Pero la crisis climática que golpea con fuerza a la Tierra hace más difícil este tipo de producción cannábica. Las plantas pueden quedar expuestas de forma repentina a sequías, inundaciones y otros desastres que ponen en riesgo su vida. “Es cierto, pero hay soluciones. En California, donde muchos cultivos son afectados por las cenizas de los incendios, estamos por iniciar pruebas para que los drones apliquen un producto natural sobre la planta para
limpiarla y evitar que muera”, indica Perkins.

La compañía Parabug combina drones con control ecológico de plagas, liberando insectos benéficos en zonas puntuales, contribuyendo a la biodiversidad del cultivo.

El desarrollo tecnológico de artefactos autónomos que hacen el trabajo granjero parece producto de la ciencia ficción. Pero allí está él, en medio de una granja de cáñamo en Florida utilizando drones para cultivar de forma orgánica. “Vamos emitir cero carbono a la atmósfera en la producción agrícola”, se aventura el hombre con una sonrisa en su rostro y varias máquinas gigantes detrás de él.