Se conoce hace miles de años y se cree que fue una de las primeras técnicas desarrolladas para facilitar el transporte de cannabis y extraer sus principios terapéuticos. Es también un viaje de deleite para los sentidos. ¿Qué es el hachís? Te contamos su fascinante historia.
Origen e historia
El hachís o hash es el resultado de la extracción mecánica de las glándulas de resina y su posterior amasado. Consiste en separar las cabezas de los tricomas con diferentes técnicas y luego aplicar temperatura y presión para formar una pasta oleosa que puede conservarse indefinidamente.
Según los registros históricos el hachís nació en Asia hace miles de años y se cree que fue la derivación de la necesidad de reducir el volumen a la hora de transportar cannabis pero también una forma de prolongar la conservación del cannabis en buen estado.
La palabra “hashish” tiene múltiples significados y recién aparece vinculada a la marihuana en el siglo XII, utilizada para referirse despectivamente a los musulmanes nizaríes. También fue vinculada a la leyenda de Hassan bin Sabbah y los hashishins. Es imposible saber en qué momento se convirtió en sinónimo de resina extraída y amasada.
Menciones a la resina de la planta de cannabis aparecen en el Atharva Veda en la India, en tratados médicos chinos del Siglo I, en textos escitas y egipcios. Incluso existe evidencia que antiguos romanos utilizaban hash y opio con fines medicinales y religiosos.
¿Cómo se extrae el hachís?
Existen dos técnicas tradicionales milenarias para obtener hachís: por tamizado y por contacto manual. La principal diferencia es que la primera usa plantas cosechadas y secas, la segunda técnica se realiza con las plantas aún en pie.
El hachís obtenido por tamizado, producido con materia vegetal seca, es típico de las zonas áridas de Medio Oriente como Afganistán, Pakistán, Marruecos, Líbano. Se realiza sacudiendo y golpeando las flores sobre una batea con mallas que permiten el paso de los tricomas.
Una vez acumulados, los tricomas se amasan a mano o en prensas, generalmente en forma de bloques planos similares a barras de chocolate. Dependiendo del nivel de amasado pueden generarse texturas quebradizas, con una superficie oxidada y más oscura y un interior claro o barras muy blandas de textura cremosa. En algunos casos los tricomas no se amasan y se conoce como “polen” por su apariencia amarillenta, o también hachís dorado.
En su mayoría se produce con plantas de genética índica como la clásica Afghani. Generalmente los hachís realizados con este tipo de plantas poseen efectos físicos relajantes y aromas terrosos, con notas de resina, inciensos, madera o chocolate.
El hachís obtenido por contacto, conocido como charas, posee un contenido más alto de cannabinoides ácidos y principios aromáticos. Al ser extraído mediante frotación manual, puede contener mayor cantidad de contaminantes como pedacitos de materia vegetal.
El origen de esta técnica proviene de las zonas montañosas de India y en algunas zonas las plantas utilizadas son de genéticas sativas, dando efectos más frescos y activos.
¿Por qué se amasa el hachís?
Al amasar el hachís los tricomas se rompen y su contenido en aceite y resina es expuesto al oxígeno, donde suceden cambios químicos como la descarboxilación. Este proceso genera la psicoactividad transformando los cannabinoides ácidos en cannabinoides psicoactivos, como sucede con el THCA al convertirse a THC.
Amasar el hachís también tiene como fin mejorar su conservación. Cuando se comprimen y se amasan las cabezas de los tricomas, estos se amalgaman y se desplazan el aire y la humedad hacia afuera. Así la resina liberada forma una especie de cubierta protectora que impide el paso del oxígeno y mantiene el interior de la bola o el bloque con un cierre hermético natural.
En este estado y conservado lejos de la humedad y fuentes de calor, el hachís puede durar muchos años. En India existe la tradición de guardar pequeñas bolitas de hachís por décadas en los techos y altillos de los templos. Las “temple balls” o “bolitas de templo” son quizás el equivalente a los vinos espumantes desarrollados por religiosos franceses hace cientos de años.
¿Qué efectos tiene el hachís en el sistema nervioso?
El hachís no es otra cosa que cannabis pero concentrado, por lo tanto los efectos del hachís en el sistema nervioso son exactamente iguales a aquellos producidos por los cogollos secos, las extracciones comestibles o el aceite que utilizamos medicinalmente. Todo depende del contenido de sustancias activas presentes en dicho hachís.
Si realizamos hachís con una genética rica en CBD, el producto obtenido poseerá un perfil de cannabinoides muy similar al de la materia prima. Pueden ocurrir descarboxilaciones por la temperatura y la exposición al oxígeno, pero siempre se van a mantener similares proporciones y contenidos.
Por otro lado, si hacemos hachís con una cepa capaz de producir altas cantidades de THC, el hachís resultante será psicoactivo, al igual que las flores utilizadas para extraerlo. Lo mismo sucede con las distintas sustancias aromáticas, flavonoides y etc.
Los maestros modernos del hachís
Si bien es conocido en Europa desde el siglo XIX, especialmente a partir de las obras de los poetas que conformaron el “Club des Hashischins” como Baudelaire, Balzac o Victor Hugo, en las décadas de 1970 y 1980 el hachís experimentó un renacimiento.
Gracias a los viajeros estadounidenses y europeos que comenzaron a peregrinar hacia Oriente, Nepal, India pero también Marruecos y Afganistán, el hachís y las variedades utilizadas en su preparación fueron la base de la genética moderna que permitió el cultivo de cannabis bajo luz artificial.
En la década de 1990 comenzaron a surgir nuevas técnicas para extraer hachís, como el hachís al agua desarrollado por Mila Jansen. Así se pudo automatizar el proceso, obtener mejores rendimientos y también aprovechar cada centímetro de la planta.
A su vez, el refinamiento de nuevas variedades y técnicas de extracción también se consolidó con las enseñanzas de maestros como Frenchy Cannoli, un experto francés que combinó las tradiciones orientales con la tecnología moderna de extracción, extendiendo hacia el infinito un legado milenario que hoy sigue teniendo camino para recorrer.