Muchas personas que van a leer esta entrevista no habían nacido cuando Jorge Cervantes publicó su primer libro, en 1983. Era una pequeña edición doméstica, impresa en blanco y negro y encuadernada con una abrochadora hogareña. 41 años después, no es exagerado decir que gracias a ese fanzine, millones empezamos a cultivar cannabis y entendimos que la marihuana es una planta tan hermosa como compleja.
Jorge Cervantes nunca dejó de cultivar, ni de escribir para que otros lo hagamos. Después de aquel librito, que hoy se conoce como La Biblia y que pasó a tener 500 páginas, vinieron 25 títulos más, traducidos a siete idiomas.
Su carrera se basa en visitas a jardines y notas exclusivas con cultivos de toda tipo alrededor de todo el mundo. Con cualquiera de sus manuales, un poco de tiempo y dinero, se puede armar un cultivo interior que produzca cannabis de calidad medicinal o lograr tener una planta saludable de más de 3 metros en exterior.
¿Cómo fue que terminaste escribiendo 25 libros sobre la marihuana?
Cuando era joven me fumé mi primer “leño” y me di cuenta de que… ¡mierda, esto es bueno! Me sentía en paz, todo era medio psicodélico. Y luego no había resaca. Entonces me di cuenta también de que la gente que me estaba educando y quería “enseñarme” sobre marihuana, no sabía de lo que hablaba o estaba mintiendo. Si te mienten, es malo, y si no saben lo que dicen es malo también. No sentía que hubiera opiniones propias. Así decidí que tomar mi rumbo era lo mejor.
“A mí me encanta la hierba, voy a empezar a plantar y fumarla más”, pensé. Luego me fui a México para la universidad y ahí todo el mundo estaba fumando. La mota mejicana… El Popo Blue, del volcán Popocatépetl, que está cerca de Puebla, y varios tipos de marihuana, todas muy buenas. Cuando volví a los Estados Unidos me di cuenta de que circulaba mucha información falsa acerca del cannabis. Yo sabía mucho de jardinería y apliqué las normas de las plantas ornamentales a la marihuana. Luego empecé a escribir, en el año 83, cuando salió mi primer libro.
Me di cuenta que la gente que me estaba educando sobre la marihuana no sabía de lo que hablaba o estaba mintiendo. Así que decidí que tomar mi rumbo era lo mejor. “A mi me encanta la hierba, voy a empezar a plantar y fumarla más.”
Eran los 80, ¿tuviste miedo por posibles represalias legales? ¿Qué recaudos tomaste?
Fue como un deber, una responsabilidad social que yo debía tomar. Había mucha y muy mala información acerca del cultivo interior y yo simplemente me propuse ajustar las cuentas un poco para poner buena información disponible. Nadie quería publicar el libro, por eso tuve que imprimirlo yo mismo. Con estas manos imprimí las primeras 6 mil copias y las vendí durante el primer año. Me daba mucho miedo, así que me cambié el nombre por Jorge Cervantes.
Por eso te disfrazaste durante tanto tiempo, ¿cómo elegiste armar tu personaje?
La idea surgió una vez que estaba viviendo en Canadá y la revista High Times quería una foto para algo y yo les dije “OK”. Pero me di cuenta que en ese momento era un riesgo, así que fui a buscar una gorra del equipo de béisbol de Cuba, pero no era de mi talle. Y vi una boina negra y pensé que me quedaba bien, era una especie de Bob Marley-Che Guevara. Y ha funcionado mucho tiempo, se ve de lejos, es reconocible y fácil de recordar. Y las rastas son de acrílico.
Hablemos un poco de cultivo, ¿interior o exterior?
Me encanta el exterior, con sol todo cuesta mucho menos y es super ecológico y porque la planta esta afuera, en la naturaleza.
¿Qué genéticas preferís?
Sobre todo las sativas, me encanta el colocón. Aunque ahora voy a cultivar unas
¿Qué considerás clave en un cultivo?
Sobre todo un muy buen suelo, y no hay que mezclar lo químico con lo orgánico. Por ejemplo, cuando se echa sulfato de amonio se mata todo, los bichos y la vida en la tierra. Y luego tarda mucho tiempo en recuperarse. Hay que elegir una de las dos alternativas, orgánico o químico, pero no mezclarlas.
¿A falta de semillas, el uso de esquejes es esencial, ¿cuánto creés que una genética puede mantenerse por medio de clones?
Con esquejes la genética pueda mantenerse durante más de 10 generaciones de esquejes, aunque con el tiempo los nuevos son cada vez más débiles, la edad biológica de la planta es cada vez mayor. Yo no hago más de un par de años esquejes de esquejes, después vuelvo a hacer semillas.
Sí, me da mucha tristeza perder una planta, siempre me pasó. Veo una planta enferma y pienso que puedo arreglarla. No hablo mucho con las plantas porque no me responden, lo que sí puedo decir es que creo que piensan.
¿Cuánto puede vivir una planta madre?
Entre 12 y 15 años cuidándola mucho. Pero es un problema, porque cuanto más edad tiene, más fácilmente se enferma. Es como los seres humanos, a más años, más débil te pones. Por eso no tiene sentido mantener una planta tanto tiempo, naturalmente es una planta anual.
¿Tenés una relación afectiva con las plantas?
Sí, me da mucha tristeza perder una planta, siempre me pasó. Veo una planta enferma y pienso que puedo arreglarla. No hablo mucho con las plantas porque no me responden, lo que sí puedo decir es que creo que piensan.
¿Cuál es para vos el principal motivo que hace que los cultivos no terminen bien?
Un gran problema que suele suceder es que las personas se impacientan y piensan que o mejor que pueden hacer es fertilizar a la planta fertilizante o hacerle podas y así afectan su desarrollo. Muchas veces lo mejor es no hacer nada. Son todas cosas que se aprenden teniendo información.
¿Y qué pensás de lo que ocurre ahora con el intercambio de información?
Hace casi 30 años no dejaban exponer mis libros en las librerías. En Australia, por ejemplo, mi libro estaba prohibido. En Canadá, durante unos 10 años, enviaba cada seis meses una caja de libros. Llegaban a la frontera, golpeaban los envíos hasta machacar bien los libros y me los devolvían. Y hoy es uno de los países donde legalizaron el cannabis. Además está internet. Hay muchísima más información y libertad. ¡Y encima ustedes tienen la Pampa!
Podés leer la entrevista completa a Jorge Cervantes en la Revista THC 36