En una resolución conjunta publicada recientemente, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) definieron las condiciones necesarias para inscribir oficialmente variedades de cáñamo destinadas a la producción de fibra y grano.
La resolución abre una serie de preguntas. ¿Qué cambia y qué se mantiene sin modificación?
En principio hay que tener en claro que la resolución apunta exclusivamente el cáñamo industrial. Es decir, a toda variedad que tenga menos del 1% de THC. En la legislación argentina, toda variedad con ese nivel de THC o más es considera cannabis medicinal y no es alcanzado por esta normativa.
¿Qué dice la nueva norma?
A partir de ahora, las personas o empresas que deseen registrar variedades de cáñamo en el Registro Nacional de Cultivares (RNC) del INASE deberán contar con una licencia otorgada por ARICCAME.
Esta licencia se enmarca en la Resolución 1/2024, que regula las actividades vinculadas al cáñamo no psicoactivo (menos del 1% de THC). En dicha resolución la ARICCAME estableció que cualquier acción regulatoria vinculada al cannabis medicinal estaría sujeta a una «segunda etapa», sin mayores precisiones.
No obstante, el INASE podrá iniciar el trámite de inscripción si la persona interesada presenta constancia de haber solicitado la licencia, incluso si esta aún no fue emitida.
En cuanto al Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares (RNPC) —otro registro administrado por INASE—, no será necesario contar con autorización previa de ARICCAME para realizar la inscripción.
¿Qué alcance real tiene la nueva resolución?
Acorde a la comunicación oficial, esta medida coordinaría competencias entre ARICCAME e INASE y buscaría ordenar el proceso de inscripción de semillas de cáñamo industrial, una de las claves para desarrollar la cadena productiva legal en Argentina.
Sin embargo, hay voces críticas. Desde las que sostienen que, en este contexto, es una resolución trascendete hasta quienes miran críticamente sus limitaciones.
«Con esta resolución se abre una posibilidad para aquellas personas que buscan desarrollar genéticas de cáñamo y establecerlas como opciones que, el día de mañana, se puedan utilizar en el país», explica Daniel Sorlino, ingeniero agrónomo, docente de la UBA y referente en el estudio del cáñamo.
«Esto podría permitir que alguien diga: «bueno, en este ambiente yo puedo elegir esta variedad o en este otro yo puedo elegir otro esta variedad». Me da la posibilidad de un menú de situaciones que le da sentido y viabilidad a la posibilidad de pensar en hacer cáñamo en el país», profundiza.
En la actualidad no hay un desarrollo sostenido de genéticas de cáñamo adaptadas a los diversos climas que tiene Argentina, lo que dificulta realizar proyecciones seguras a la hora de producir la planta. Esto podría comenzar a cambiar.
«Tenemos muchos ambientes diferentes, muchas condiciones diferentes y hace falta una amplia gama de de opciones de variedades», detalla Sorlino.
Las pocas opciones genéticas del país se perdieron cuando en el 70 se prohibieron. En ese sentido, Argentina está arrancando de cero.
«Tiene que abrirse todo el panorama a todo lo que se pueda traer de afuera para poder, sobre esa base, hacer lo nuestro, mejorar por variedades propias», asegura Sorlino,
A los ojos de Sorlino la resolución implica un paso hacia adelante para la industria cañamera nacional. «Plantea una continuidad para seguir invirtiendo o pensando que con el cáñamo se puede generar una actividad económica«.
Ampliar el registro de cáñamo
El Registro Nacional de Cultivares no es una mera instancia burocrática. Es una suerte de catálogo de variedades de las que se conoce su origen y sus características específicas, algo clave no solo para su comercialización, sino para determinar su uso y cultivo.
«El registro es la herramienta a la que un emprendimiento tiene que ir a mirar para poder saber si encuentra allí el espectro de alternativas que le puede ser más útil para para lo que va a hacer», especifica Sorlino.
Actualmente, el mundo ha avanzado a paso sostenido en el desarrollo de variedades de cáñamo para adaptarlas a diferentes condiciones y finalidades productivas. Tener un registro con opciones adaptadas a los climas nacionales es condición necesaria para aspirar a una industria.
«Un ingeniero agrónomo, por ejemplo, tiene las herramientas para poder imaginar cómo es un ambiente y qué alternativas o qué dificultades o virtudes puede encontrar ese ambiente en interacción con una variedad en particular», explica Sorlino.
Si bien hablamos de seres vivos, tener un registro apropiado aumenta las posibilidades de un cultivo exitoso. «Las variedades registradas pueden tener antecedentes publicados en otros países y ambientes, con esa información se puede extrapolar cómo será su posible comportamiento en ambientes locales», agrega Sorlino.
Argentina cañamera: una posibilidad
¿Puede Argentina ser competitiva a nivel cañamero? En principio las condiciones están dadas para que el país pueda generar producción para usos locales y también generar divisas.
«En Argentina hay mucha capacidad para generar genéticas adaptadas, esa capacidad la tienen muchos fitomejadores y gente incluso que no tenga una formación extremadamente profesional, sino más empírica y que conozca la cannabis sativa en más detalle», asegura Sorlino.
Sorlino asegura que los productores de semillas ven el cáñamo como una verdadera opción. «Hay interés en generar variedades monoicas, que son aquellas que tienen en un mismo individuo los dos sexos, para la producción de grano».
De hecho, el carácter monoico puede perderse con el tiempo, lo que requiere un permanente trabajo genético para su preservación. «Ese trabajo me parece que va a hacer que se dediquen esfuerzos en especializar gente en lo que es cannabis, particularmente para la producción de granos, es muy factible», proyecto Sorlino.In
El contexto
En lo que respecta contexto actual es complejo. En lo que respecta al cáñamo, la nueva resolución genera un escenario novedoso: el impulso para el desarrollo de variedades nacionales. Algo central para generar una industria competitiva en suelo argentino.
Sin embargo, existe una limitación concreta si miramos el conjunto de la regulación. Mientras el cáñamo parece avanzar a paso firme, el cannabis medicinal se mantiene en un gris inquietante.
En concreto, mientras que la ARICCAME, intervenida desde principios de 2024, suspendió el proceso regulatorio vinculado a la producción legal del cannabis medicinal, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) bloqueó el sistema que permite la actualización de permisos ligados a la producción y venta de semillas. Permisos que vencen el próximo 31 de marzo.
Hasta el momento, cuando los criaderos con variedades registradas intentaron renovar sus permisos para mantener sus genéticas dentro de la ley, se encontraron con un bloqueo en sus perfiles para realizar dicho trámite.
La respuesta fue un mail que sostiene:
En cuanto a los sujetos que operan con Cannabis Medicinal (>1% THC), informamos que estamos trabajando para poder brindarles una respuesta en el menor tiempo posible. Resaltamos que no se ha impedido la actividad de la empresa, sino que suspendimos la opción de renovación 2025/2026 hasta aclarar debidamente la aplicación de la Ley 27669.
En caso de los criaderos que presentaron expedientes de variedades con más del 1% de THC para su inscripción y de aquellos que están por iniciar trámites, el proceso de registro se encuentra frenado hasta finales de mayo.
Solo a partir de entonces, se sabrá el escenario real para todos los criaderos.