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¿La psilocibina podría tratar la enfermedad de Parkinson?

Una investigación pionera realizada por la Universidad de California en San Francisco (UCSF) encontró que la psilocibina, el principio psicoactivo presente en los llamados «hongos mágicos», podría ayudar a mejorar el estado de ánimo, la cognición y la función motora en personas con enfermedad de Parkinson.

El estudio piloto, el primero en probar una sustancia psicodélica en pacientes con una enfermedad neurodegenerativa, reveló que la psilocibina no solo fue bien tolerada, sino que también generó mejoras clínicas duraderas. Estas mejoras se mantuvieron incluso semanas después de que la sustancia saliera del organismo.

Un nuevo enfoque para tratar el Parkinson

A diferencia de los tratamientos convencionales, que suelen enfocarse solo en los síntomas motores, este enfoque con psicodélicos apunta también a los aspectos emocionales del Parkinson, como la ansiedad y la depresión. Según los investigadores, estos síntomas afectan más la calidad de vida que los problemas motores, y pueden anticiparse incluso años antes de que aparezcan los temblores o la rigidez muscular.

En el estudio participaron 12 personas con Parkinson leve a moderado. Recibieron una primera dosis baja de psilocibina (10 mg), seguida dos semanas después por una dosis más alta (25 mg). A lo largo del proceso, completaron ocho sesiones de psicoterapia para preparar y acompañar la experiencia psicodélica.

Aunque casi todos experimentaron efectos leves como náuseas o ansiedad, ningún voluntario necesitó atención médica. Por el contrario, los beneficios fueron notorios: mejoraron el ánimo, el rendimiento cognitivo y la movilidad, incluso al mes y a los tres meses del tratamiento.

¿Por qué funciona?

Una posible explicación es que al mejorar el estado emocional, las personas se sienten más activas y sociables, lo cual contribuye a su bienestar general. Otra teoría es que la psilocibina favorece la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para regenerarse y reconectarse, lo que podría impactar directamente en los síntomas del Parkinson.

Los resultados fueron tan prometedores que ya se puso en marcha un nuevo estudio clínico con más pacientes, esta vez en colaboración con la Universidad de Yale. Este segundo ensayo incluirá técnicas como neuroimágenes y estimulación cerebral no invasiva para comprender mejor cómo actúa la psilocibina.

El objetivo es evaluar su efecto sobre la inflamación y la regeneración neuronal. Esta investigación está financiada por el mismo donante anónimo que apoyó el estudio piloto, además de la Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson.

Si los resultados se confirman, la psilocibina podría convertirse en una herramienta clave para mejorar no solo los síntomas del Parkinson, sino también la forma en que comprendemos y tratamos las enfermedades neurodegenerativas.