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Adios a Patricia Merkin, fundadora y directora de Hecho en Buenos Aires

Hecho en Buenos Aires es un gran proyecto editorial, pero no sólo por sus contenidos. Desde sus inicios hace visible la dura situación de las personas que viven en la calle y además los hace protagonistas. La Hecho, les da una espacio para escribir su propia crónica diaria y también una herramienta de trabajo para poder dormir bajo techo.

Su fundadora y directora fue Patricia Merkin. Patricia falleció ayer 3 de agosto. Tenía 60 años.

Muchos años atrás tuvimos la suerte de charlar con ella para el número 34 de la Revista THC, donde habló del uso de sustancias psicoactivas y exclusión social. Eran años donde “el paco”, el nombre que se le puso a diferentes formas de sustancias no aptas para consumo humano, se había transformado en un estigma más sobre las personas pobres. Se volvió una doble exclusión.

Volver a publicar esta charla es nuestra manera de recordar a esa mujer lúcida y plantada.

Adios, Patricia. Viva, Hecho en Buenos Aires.

***

Patricia se mueve como una tromba por los pasillos de la redacción de Hecho en Buenos Aires cuando ve en el mostrador a un vendedor que pasó a buscar revistas para volver a su puesto de venta.

La noche anterior, desde la ventana de su oficina, en un segundo piso en
la esquina de San Juan y Huergo, lo había visto fumarse un porro, tranquilo, en la plaza de enfrente. Presenció toda la secuencia: cómo frenaba un patrullero, bajaban dos policías y
lo abordaban; a continuación, cómo entró en escena el Coordinador de Vendedores para convencer los señores de uniforme de que no era para tanto. Luego ella recomendará: “tenés que tener cuidado cuando fumás en la calle”.

Para Hecho en Buenos Aires (HBA) la situación del cannabis no genera más debate. Puertas adentro, en esta revista que cuenta con vendedores en situación de calle, la discusión es otro. En su historia HBA cuenta con varios vendedores que fallecieron producto de los problemas a los que los llevó el consumo de paco. “Hoy cuando un pibe te dice: ‘Ya no fumo’, es que no fuma paco”, explica Patricia.

Nos contabas que tuvieron varios problemas con el uso de paco entre los vendedores…

La cosa es que el problema de la pobreza no es el dinero, es otra cosa, como el problema del pobre no es la comida. Hay comedores, sobra la comida, se tira, el problema no es el
alimento. La situación de calle debemos considerarla no solamente como alguien que vive a la intemperie, porque tal vez tenés techo, pero estás a un milímetro de quedar a la intemperie. En ese contexto hemos perdido varios vendedores por el paco. El paco es devastador, al igual que el abuso de alcohol.

“EN HECHO EN BUENOS AIRES ofrecemos la posibilidad de que las personas puedan enterarse, informarse y conocer cuáles son los elementos que están en juego a la hora del uso DE SUSTANCIAS”

¿Qué hacen cuando detectan a personas que están en peligro?

Es una situación muy densa. Vivir en una pobreza te saca las herramientas para una vida digna. Ser pobre no es sólo estar sin plata, es no saber qué hacer con ella cuando la tenés Estás excluido culturalmente, no sólo económicamente. Es en ese contexto donde hay que considerar la situación que se presenta con las sustancias. La verdad es que la gente que está en situación de calle está tan desamparada. La situación de calle es una de las cosas más indignas del planeta. La pobreza es indigna. Y la pobreza es violenta, así que partiendo de esa base el trabajo preventivo es muy complejo.

Acá en HBA se podría decir que hacen reducción de daños, con sus talleres y sus charlas.

Sí, pero también uno piensa cómo trabaja el sistema, que te impone un daño y vos tenés que trabajar para reducir ese daño que se te impuso. Pero sí, tenemos talleres con la idea de nuclearlos. Y también tenemos charlas de prevención, de manejo de situaciones de riesgo dentro de la misma comunidad. Trabajamos sobre el paco y otras sustancias, ofrecemos la posibilidad de que las personas puedan enterarse, informarse y conocer en última instancia cuáles son los elementos que están en juego a la hora del uso y de qué manera podrían salir de ellas.

¿Ves al cannabis como una salida para los pibes que usan paco?

Creo que hoy en día son dos circuitos diferentes, el cannabis salió bastante de los ámbitos en donde hoy está el paco. Si hubiera cannabis sí, es posible que la cantidad de personas que consumen paco se redujera.

¿Creés que si quienes usan paco hubieran tenido acceso al cannabis el camino habría sido otro?

Tal vez sí, pero es una postura clasemediera: “Ah, bueno, sí, si fumara marihuana entonces no fumaría paco”. Pero repito, son dos circuitos diferentes, en tanto y en cuanto la sociedad no se integre en sí misma, tampoco eso se va a integrar. Podría ser un proyecto muy innovador el que dijera: “Vamos a cultivar en las villas, en los barrios donde circula el paco, entonces los chicos en vez de fumar paco…”. Sería muy lindo, pero el paco ha entrado muy hondo. Hay que reventar las cocinas, es la única solución para sacarlo de circulación, pero como son las mismas cocinas de la cocaína, ahí se complica un poco, porque el poder que tienen esas cocinas es fuerte. El narcotráfico es el quinto poder. Si es que podemos decir que hay periodismo.

¿Tenés una experiencia personal con el cannabis?

Se ha popularizado tanto el uso del cannabis hoy en día que ya forma parte de una cultura. Soy de una generación que conoce el cannabis desde siempre. A los 18 años me fui de la Argentina, de muy joven viví en otros lugares, París, Tel Aviv, donde conocí el hash y Ámsterdam. Haber estado a los 19 años allá y en los 80… A buen entendedor, pocas palabras.

¿Cómo fue salir de la Argentina bajo dictadura y llegar a Amsterdam?

Pasé de Argentina, donde se sabía a nivel público que usar cannabis no estaba permitido, a toparme con lugares en Europa donde la gente fumaba en los cafés.

¿Y qué impresión te dió eso?

Yo creía en ese momento que el objetivo era que la gente no cuestionara ciertos patrones del sistema, que no se rebelara. El sistema holandés generó, dentro de su propio sistema, todo un circuito: cómo, dónde, cuándo, cuánto y qué se puede consumir. Una serie de parámetros que están construidos hoy dentro del propio sistema.

“es público que el cannabis no deriva en el uso de drogas más pesadas, quiero creer que ese pensamiento está prácticamente erradicado”

¿Cultivaste alguna vez?

No, nunca. No descarto la posibilidad, pero actualmente fumo esporádicamente, no ritualizo el uso, no es algo que me preocupe mucho.

Lo entendés como un uso más.

El punto es que la evolución del ser humano y la inserción del mercado en el lenguaje cotidiano de las personas hizo que hoy se tengan rituales diferentes, o no se sea consciente de los rituales, o que no te interese, abocado completamente a pelear por la supervivencia en monstruos urbanos como Buenos Aires. El cannabis, de todas las sustancias psicoactivas es una de las más populares. Y hoy su uso tiene mucho que ver con las prácticas culturales que uno tiene. O no tiene. Ya se sabe, ya es público que el cannabis como sustancia o como hierba no deriva en el consumo de drogas más pesadas, quiero creer que ese pensamiento está prácticamente erradicado.

Hay gente que todavía lo sostiene.

¡Es que la lógica no existe! También está prohibido ir a Estados Unidos sin una visa, que no te la dan nunca, hay prohibición de circulación entre fronteras, a algunos los dejan ir y a otros no. Hay cosas prohibidas en el planeta que son totalmente absurdas. Y la restricción al uso del cannabis es una de ellas.

¿Por qué creés que se da esa restricción?

Es una buena pregunta. El alcohol, en impacto de alteración de la conciencia, no sé si es más fuerte, pero tiene otras características en el ser humano, afecta mucho más a determinados sistemas. Hoy en las grandes ciudades hay olor a cannabis en todas: en Madrid, en Barcelona, en París… y acá también. Es normal, pero al sistema le cuesta mucho decir: “Bueno, ¿sabés qué? Es normal y punto”. Hay mucha resistencia. Creo que la terminar con la prohibición nos haría vivir una sociedad muy particular. Creo que a determinada gente le vendría muy bien fumarse un porrito.

“hay cosas prohibidas en el planeta que son totalmente absurdas. Y la restricción al uso del cannabis es una de ellas”

¿A quienes te referís?

A gente que veo ensañada con determinados temas, que no construyen una sociedad más justa e igualitaria, que generan exclusión, pobreza, odio, violencia. Esa gente es la que usa otras cosas, que los hace más violentos, más creídos, que piensan que la sociedad que ellos construyen es la que realmente vale.

¿Ves posible que el cannabis en un futuro forme parte del mercado legal?

Habría que discutir dónde debería estar. ¿En las dietéticas? ¿En la verdulería? ¿Cómo sería el circuito? Suponete que sacáramos hectáreas de soja y cultiváramos cannabis… Habría que sacar un poco de soja y plantar cannabis, para hacer cosas buenas… Eso traería otra cultura del uso. Porque si vos la ponés en un lugar demasiado elitista, o demasiado sofisticado, sería lo mismo, sería muy cara. Y no tiene que ser caro, tiene que ser algo popular.

“Habría que sacar un poco de soja y plantar cannabis, para hacer cosas buenas… El cannabis no tiene que ser caro, tiene que ser algo popular”

¿Por dónde debería ir el debate, llegado el caso?

Sin considerar el problema social no podés analizar el uso de sustancias hoy en día. Insisto, son circuitos diferentes hoy. Y también hay otro tema, que es la cultura del alcohol, que tiene toda una connotación social, que en la población con la que nosotros laburamos es complejo. ¿Por qué no penalizan el uso del vino tinto, del Tetrabrik? ¿Por qué no está penalizado que le den Clonazepan en el Borda a la gente, en los consultorios? Como en Estados Unidos vas al dispensario, acá vas al Borda y te dopan.

“el debate por el cannabis apela a tolerar las diferencias, a entender que en la sociedad hay diferencias, que no todos tienen que vivir del mismo modo”

¿Ves cerca la modificación de la ley de drogas?

Yo creo que hoy hay un cambio, evidentemente. Son cosas que apelan a tolerar las diferencias, a entender que en la sociedad hay diferencias, que no todos tienen que vivir del mismo modo.


Texto: Celeste Orozco / Foto: Clara Muschietti