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Historia de un arrepentido: fue un soldado antidrogas y hoy lucha por la legalización

Cuando el reloj marca el mediodía, no hay sol más radiante como el que pega en Colombia. Pero en el edificio central de la Policía Nacional, hay una veintena de oficiales que están resguardados bajo el comfort del aire acondicionado. Ellos están sentados en unos pupitres y escuchan atentamente a un estadounidense que habla un fluido español.

La escena podría situarse en una de las aulas de la Escuela de las Américas, a mediados de los ’60, cuando Estados Unidos preparó a los militares latinoamericanos para operar una dictadura. Pero estamos en 2008 y la guerra no es con el comunismo internacional, sino contra las drogas.

El estadounidense al que los policías colombianos prestan atención se llama Terry Blevins, quien apenas pasa los 45 años de edad.

Es un sargento que nació en el estado norteamericano de Arizona, pero pasó gran parte de su infancia y adolescencia en México, cuando sus padres fueron a hacer trabajo social como misioneros cristianos. Luego, volvió a su país natal, donde se enroló como oficial de la policía en el Condado de Maricopa, en Arizona. Él quería servir a la comunidad, tal como sus padres le habían enseñado.

El sargento Terry Blevins formó a policías y militares latinoamericanos en la supuesta lucha contra el narcotráfico, hoy es un activista en contra de la prohibición como política planetaria

El sargento Blevins trabaja en la división antinarcóticos de la Secretaría de Exterior, dentro del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Se trata del águila madre dentro de la guerra contra las drogas: la oficina donde se gesta la política prohibicionista de todo un continente.

La tarea de Blevins es la de un oficial que le explica a los policías latinoamericanos cómo llevar adelante las tácticas de allanamiento y combate en la supuesta guerra contra los narcotraficantes. Dará clases en las aulas de la policía de Colombia, Ecuador, Chile y México.

Quién podría imaginarse que unos pocos años después, luego de ser  asesor de seguridad de la policía de Afganistán, el sargento Blevins se transformaría en un reconocido activista por la legalización.

Blevins fue asesor de la policía de Afganistán luego de la ocupación norteamericana.

Darse cuenta

“Siempre queríamos más dinero para darle a los gobiernos latinoamericanos para que ellos pudieran comprar equipos y enfrentar a todo el negocio de drogas”, le cuenta Blevins a THC.

Sin embargo, en un momento comenzó a comprender que nada de lo que hacía estaba funcionando. “Cuando destruíamos a un cartel, después venía otro más sangriento que el que habíamos vencido. Entonces, con algunos colegas nos cuestionamos lo que estábamos haciendo: la Guerra contra las Drogas ha sido un fracaso y la razón del horror que vive Latinoamérica cada día”, asegura Blevins. Las palabras son del sargento Blevins, pero en la actualidad y más de diez años después de haber sido uno de los eslabones principales en la propagación del prohibicionismo por parte de Estados Unidos.

“Cuando destruíamos a un cartel, después venía otro más sangriento que el que habíamos vencido: la Guerra contra las Drogas ha sido un fracaso y la razón del horror que vive Latinoamérica cada día”

Hoy, Blevins tiene 57 años, es un soldado arrepentido y miembro de la Junta Directiva de Law Enforcement Action Partnership, una organización estadounidense de policías, jueces y fiscales que no solo promueve la legalización del cannabis, sino también el fin de la Guerra contra las Drogas.

El sargento ahora se encuentra del otro lado de la vereda: combate a las instituciones de las que formó parte y que durante tanto tiempo creyó como un dogma en su vida. En una entrevista con THC, el sargento Blevins cuenta cómo abrazó la lucha por la legalización.

¿De qué estás arrepentido?

De haber sido parte de la Guerra contra las Drogas. Para mí, ha sido traumático. No solo he visto morir a amigos. Todo el trabajo que hicimos contra la marihuana fue un desperdicio de recursos y de vidas. Tengo mucho aprecio por las personas y vi miles y miles de personas muertas, heridas y gobiernos corrompidos. Cuando era niño, en México podía correr por las calles tranquilamente. Hoy, el país ha cambiado muchísimo y me rompe el corazón. La guerra contra las drogas es lo que ha generado las situaciones de inseguridad pública, corrupción, muertos y el gasto de billones de dólares.

¿En qué momento tuviste el cambio de opinión?

Hace dos años no te podría haber dicho todo esto. Fue un cambio más del último año y medio.

“Todo el trabajo que hicimos contra la marihuana fue un desperdicio de recursos y de vidas. Tengo mucho aprecio por las personas y vi miles y miles de personas muertas, heridas y gobiernos corrompidos”

¿Hubo algún hecho particular que haya cambiado tu punto de vista?

Si. Hasta 2009, cuando trabajé como oficial en el Condado de Gila, en Arizona. No operaba en la frontera, pero estábamos cerca. La comunidad tenía problemas de heroína y metanfetaminas, entonces recibíamos dinero del Gobierno federal para luchar contra las drogas. En un momento, recibíamos más de US$ 30 millones del Gobierno por año, cuando nuestro financiamiento normal de los impuestos era de US$ 20 millones. Yo cuestioné que como agente de policía había que mantener el enfoque en servir al pueblo y hacer lo correcto, asunto que no podíamos ejercer porque estábamos abocados en controlar las carreteras donde circulaban las drogas. Para mí era una desgracia.

¿Y qué respuesta tenías de tus colegas?

Yo decía que habíamos vendido nuestras armas al Gobierno federal para que nos diera ese dinero. Entonces un día, el Sheriff me llevó a la oficina y me dijo que no podía estar en contra, que estaba enojando a mis compañeros. Entonces, para destruir mi carrera, empezaron a decir que yo utilizaba drogas. Esa fue una de las razones por las que renuncié.

Darse vuelta

Si bien Blevins comenzó a cuestionarse su accionar como policía, le tardó varios años cambiar su postura con respecto a las drogas. Una institución hermética como la de las fuerzas de seguridad tampoco ayudaba en el despertar de su consciencia.

“Cuando quería hablar de estas cosas, mis jefes me decían que tenía que callarme, porque no era bueno para mi carrera. Ser policía significa hacer lo que nos dicen y no cuestionar nada”, cuenta el sargento.

Con los años, Blevins encontró resguardo en una organización como Law Enforcement Action Partnership, donde había otros colegas que sentían lo mismo que él y trabajaban por reformas. Esta agrupación, que también tiene su sede en Reino Unido, ya cuenta con más de 15 mil miembros entre policías, jueces y fiscales.

Blevins es hoy parte de la Law Enforcement Action Partnership, una agrupación que ya cuenta con más de 15 mil miembros entre policías, jueces y fiscales que piden el fin de la prohibición

Blevins cuenta que después del asesinato de George Floyd, por parte de las fuerzas de Minnesota, hubo un aluvión de nuevas inscripciones. “Antes estaban escondidos”, dice.

Según diferentes estadísticas, en Estados Unidos un afrodescendiente tiene hasta tres veces más probabilidades de ser arrestado por cannabis, que un blanco.  

He investigado el asunto y las políticas de drogas parece que fueron creadas para controlar a las personas morenas. Los jóvenes morenos usan el mismo porcentaje de drogas que los jóvenes blancos. Sin embargo, los políticos decidieron implementar la política de drogas para controlar a las personas morenas. Ha sido una herramienta para controlarlos, para aislarlos y separarlos de su comunidad.

Sin embargo, en varios Estados avanzaron en la legalización. ¿La policía no se ha formado para cambiar su accionar?

Casi no ha habido ningún tipo de capacitación. Los policías aquí son resistentes con todo lo que tiene que ver con marihuana. Nosotros desarrollamos un programa educativo para policías, que tiene que ver con el cannabis. Lo ofrecimos gratis. Pero los departamentos y agencias se negaron.

“Los políticos decidieron implementar la política de drogas para controlar a las personas morenas. Ha sido una herramienta para controlarlos, para aislarlos y separarlos de su comunidad”

¿Qué consecuencias hubo por la no formación de los oficiales?

La más recurrente es cuando decomisan cáñamo. Piensan que es marihuana y resultaba que la persona tenía licencia, era legal. Una vergüenza muy grande.

En tu experiencia, ¿por qué las fuerzas de seguridad mantienen esta postura prohibicionista?

El dinero que reciben es un argumento importante. Y la policía tiene mucho poder en la opinión pública. Ellos tienen sus sindicatos y mantienen los mismos mensajes mentirosos: “si tu hijo usa marihuana, es más fácil que se drogue con cosas más fuertes”.

¿Qué medidas propone Law Enforcement Action Partnership?

Reformas policiales y del sistema de justicia penal. Tratamos de no ser muy agresivos en el sentido de empujar la legalización de las drogas porque trabajamos con policías que todavía son conservadores. Pero ofrecemos la legalización de cantidades pequeñas para consumo. También proponemos medidas en las que si se decomisa una droga, a la persona no se la lleve presa y se le ofrezca un tratamiento médico, si lo desea. Tratamos de educar a los policías para que traten de entender que lo que nos han dicho todos estos años en que las drogas no tenían uso médico era una mentira.

“Las fuerzas de seguridad mantienen su postura prohibicionista por el dinero que reciben para hacerlo. Y además a policía tiene mucho poder sobre la opinión pública”

Este cambio radical en tu postura, ¿cuánto te afectó de manera personal?

He estado deprimido. Me pregunto como pude haber sido parte de algo con resultados tan trágicos, tan feos. Yo tengo amigos, compañeros, que no quieren aceptar su culpabilidad. Para ellos es doloroso admitirlo, y los entiendo. Les hablo. Pero es difícil. Significa asumir una falla muy grande. Lo que me ayuda es que ahora vemos cambios, de los que me siento responsable aunque sea de una forma pequeña. A mí me ayuda hacer estas cosas.