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Es cultivador y desde un calabozo escribe su historia

En Argentina, cada vez más personas eligen cultivar su propio cannabis. Sin embargo, la ley sólo permite este derecho a usuarios y usuarias medicinales registrados en el Reprocann.

Más allá de esa excepción, la ley penal vigente sigue penando hasta con 15 años de prisión tener una planta de cannabis en casa. Los números muestran que los allanamientos y detenciones no tienen freno. Y detrás de esos números en alza, hay personas. Como es el caso de José María.

José María Montero, cultivador y activista cannábico de Laprida, fue detenido el 30 de abril pasado tras una denuncia anónima y hoy lleva más de dos meses en la Unidad Nº 2 de Sierra Chica por cultivar marihuana.

En el allanamiento, la policía encontró 3 plantas de cannabis de exterior, dos a medio cortar y una en el final del proceso de floración, y se lo imputó por tenencia de estupefacientes con fines comerciales.

Pero según asegura la defensa de José María, en la investigación hubo irregularidades. Por otra parte, afirman que “no están los requisitos elementales para que sea una comercialización”.

Pese a los pedidos de la defensa por cambiar la carátula el juez de garantías Carlos Villamaría no dio lugar a la solicitud. ¿En qué se basó? En las declaraciones de los policías.

La decisión fue entonces apelar. Y así José María espera una nueva resolución de la Cámara de Garantías de Azul desde adentro de un penal.

Sergio Roldán, abogado defensor de José María Montero, dio detalles del proceso:

“José María no tiene antecedentes ni tampoco su familia. Además no están los requisitos elementales para que sea una comercialización y esa es la discusión con la Cámara de Garantías, que está trabajando con 90 a 120 días de retraso. Espero que la Cámara entienda como yo que esto es una tenencia simple y le den la libertad a José María”, detalla el penalista.

José María Montero, preso por cultivar en el penal de Sierra Chica.

Escribir y pensar en el calabozo

Desde el lugar donde esta detenido, José María escribe y trata de registrar su experiencia para que su caso evidencie lo que pasa con miles de usuarios y cultivadores de la planta en todo el país.

“Me siento decepcionado por la tibieza de algunas autoridades políticas de mi ciudad, en un pueblo que no llega a 15 mil habitantes todos saben quién vende y se hace rico, quién cultiva y trabaja”, nos cuenta.

“La ley de drogas lo único que ha logrado es criminalizar a sectores vulnerables de la sociedad, mientras los narcos viven como reyes y nunca van presos. Esta ley tiene 30 años de vigencia y la sociedad ha cambiado mucho, pero la justicia y la política vienen muy atrás porque se siguen llenando las cárceles con jóvenes usuarios, cultivadores, trabajadoras, y trabajadores o como algunos nos llaman giles o perejiles”, reflexiona el cultivador.

Sueños de mi libertad

Hoy, privado de mi libertad y viéndola cada día más lejana, he decidido empezar a matar el tiempo relatando una bitácora diaria. Estoy en la comisaría de Laprida esperando (según me notificaron) el traslado a una unidad del SPB.

Relato de los hechos transcurridos:

Hace aproximadamente 1 año, luego de escuchar una entrevista de Valeria Salech (presidenta de Mamá Cultiva) realizada por Bebe Contepomi en radio Mega, decidí ponerme en marcha para militar mi causa y la de muchos coterráneos “El autocultivo”.

La posibilidad de cultivar nuestro propio cannabis, sin necesidad de caer en manos del narcotráfico. Sin más me puse en marcha, envié la entrevista al intendente de mi ciudad y le pedí una entrevista para poder empezar a tratar el tema.

Le comenté que le escribía en nombre y representación de un grupo de personas que ya veníamos cultivando, pero que teníamos la intención de cultivar de forma segura y responsable, sabiendo que estaba en marcha una Ley Nacional [nota del redactor: se refiere a la nueva reglamentación de la Ley Nacional de Cannabis Medicinal].

La respuesta no se hizo esperar. Me dijo que estaba interesado en tratar el tema; pero a esas alturas estaba muy ocupado con el tema Covid19 y no disponía de tiempo, pero que en algún momento nos íbamos a reunir.

Pasó el tiempo, pasó y pasó… La Ley ya había sido sancionada, pero aún faltaba su reglamentación. Igual yo cultivé, pues regar una semilla y hacerla planta siempre me pareció un acto de amor.

Hice cuantos plantines pude y los regalé a todos aquellos que estaban interesados en el autocultivo. Sumar gente a la causa me parecía la mejor manera de militar.

Brindé consejos de cultivo, formas de poda, hice absolutamente todo de forma altruista. Muchísima gente me consultaba e iba a casa, pero todas teníamos algo en común: ¡EL MIEDO! Miedo a quedar detenidos, a ser señalados o perseguidos. Siempre los cultivadores fueron perseguidos y juzgados como “narcos” o “faloperos”.

Nunca se había hablado de los usos y beneficios del cannabis, y ya en el año 2021 con leyes sancionadas, con medio planeta a favor del autocultivo y la regulación del cannabis, me pareció del otro mileño seguir ocultándose.

Una tarde volviendo del trabajo por casualidad me crucé con el Intendente de la ciudad, los dos en bicicleta, y nos saludamos como sabiendo que teníamos algo pendiente. Volví y lo encaré otra vez. Yo venía con mi compañera (mi perra Cristina), hablamos 5 minutos y quedamos en que próximamente iniciaríamos charlas respecto al tema.

Y al fin llegó el día: Me llamó un integrante del gabinete y realizamos la reunión vía zoom, una reunión riquísima donde el principal orador fue Gastón Barreto, un experto en la materia, proveniente de la Unicen de la ciudad de Olavarría. Dejó en claro a todos los presentes que un allanamiento a un cultivador era prácticamente una herejía y un robo.

Hice preguntas de todo tipo, valía la pena enriquecerse con tamaña personalidad.

Quedamos de acuerdo para poder mandar a analizar mi cultivo a la facultad. En el final de la reunión me pareció pertinente la ocasión para pedir una nueva reunión y la presencia del secretario de seguridad ya que todos o casi todos los cultivadores tenían miedo de ser detenidos y/o perseguidos.

Pasó el tiempo, dejé solo 3 plantas hembras sexadas (las más lindas) siendo que vivíamos dos personas (un amigo y yo) en la casa. No me pareció mucho, pues los dos consumimos cannabis y además pretendíamos hacer un futuro proyecto de aceite, loción y algunas cremas.

A mediados de marzo se reglamentó la Ley de Cannabis Medicinal. Intenté varias veces anotarme en el Reprocann sin éxito, pues nadie me instruía. Al fin llegó la cosecha, las plantas venían atrasadas, pero decidí solo cosecharlas parcialmente.

Siempre tuve la idea que al igual que otras especies los frutos nunca están todos al mismo tiempo. Solo comencé a cosechar 2 de las 3 plantas que tenía y decidí colgar por separado lo que había cosechado de cada una, pues las iba a mandar a analizar y no quería que se mezclen (las propiedades y la cuantificación de THC y CBD podían ser distintas). Quería que todo sea lo más prolijo posible.

El día 29/04, luego de que un amigo se fuera con 2 florcitas, la policía lo para en la esquina a punta de pistola y gritando tírate al suelo, irrumpe la policía en nuestro hogar. ¡Estaba solo! Fue y es uno de los peores momentos que viví, ver cómo me arrebataron tanto tiempo de TRABAJO, SACRIFICIO Y AMOR, destruidos en pocos minutos. Mis plantas eran parte de mi orgullo, se las mostraba a todo el mundo.

Quedó aprehendido el día 30/04. Me llevaron a Olavarría a ver un abogado de oficio a la fiscalía, el mismo entró con una carpeta en la mano y me dijo: esta es tu causa. Un llamado anónimo, 45 días de seguimiento, 600 páginas. Con esto tenés de 4 a 15 años dijo…

Fotos de mis hermanos, mis amigos, amigos de mi conviviente, nuestros padres, algún motomandado, cultivadores en busca de consejos y hubo fotos/videos de todo y todos. Esto sirvió para que todos sigan asustados, escondiéndose como delincuentes y no triunfe el autocultivo.

A mi familia un “monumento” porque no han parado de ir y venir de casa a la comisaría, todos los días. Salir a juntar dinero que no tuvimos jamás para un abogado y tocar las puertas que sean.

YO SIGO SOÑANDO CON MI LIBERTAD Y DERECHO A CULTIVAR

Paulo Cohelo dice: “Los sueños son el alimento del alma, como la comida lo es del cuerpo. Muchas veces vemos nuestros sueños deshechos y nuestros deseos frustrados, pero es necesario seguir soñando, de lo contrario nuestra alma muere. Y mis sueños, mis ideales y convicciones están más fuertes que nunca. Aunque estemos sufriendo mucho, algo bueno va a quedar de toda esta porquería que vivimos”.

Ayer tuve dos buenas noticias: La primera es que está mi vacuna contra “Covid19” y la segunda es que mis hermanos ya están en contacto con gente que abraza la misma causa que yo, de forma altruista y desinteresada. Ya se están moviendo para hacer que mi sueño de libertad no sea solo un sueño y puedan materializarse.

A TODOS ELLOS UN INMENSO GRACIAS, EL AGUANTE Y LA ENERGÍA POSITIVA ME LLEGÓ Y ME LLENA DE ESPERANZAS!!!

José María Montero

DNI: 31.378.408