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memes

Un estudio confirma que los memes redujeron la ansiedad relacionada a la pandemia del coronavirus

Se afirma comúnmente que la risa tiene efectos terapéuticos y la ciencia finalmente tiene una respuesta: es cierto.

Los últimos dos años fueron tiempos inéditos en el último siglo de historia mundial: en el contexto de la pandemia, la sociedad mundial tuvo que aprender a lidiar con restricciones a la actividad social y confinamientos sanitarios. Desde principios del año 2020, cambiaron los hábitos de gran parte de la población humana. Entre ellos, el consumo de redes sociales, portales de noticias o contenido audiovisual aumentó exponencialmente.

Por esa razón un grupo de investigadores de la Universidad de California en conjunto con la Universidad Penn State llevó a cabo una encuesta online para evaluar si “consumir” memes puede influir en los niveles de ansiedad y coping o estrategias de afrontamiento frente a la pandemia. Y el resultado es, como mínimo, sorprendente.

Comparando el uso de memes con otros medios audiovisuales, los encuestados manifestaron experimentar mejor humor y emociones positivas, señalando que incluso cuando veían memes relacionados al COVID experimentaban menos niveles de ansiedad.

De acuerdo con el resultado de la encuesta, mirar memes ayuda a relajarse, disminuir la ansiedad y enfrentar de mejor manera los desafíos producidos justamente por los cambios disparados por la pandemia.

Los investigadores incluso distinguen varios tipos de memes según su eficacia y respuesta de las personas: los memes que apelan a lo bonito o simpático, en su mayoría representando animales, o los memes que refieren a situaciones relacionadas con el COVID.

De acuerdo a los hallazgos de los investigadores, los memes con información sobre el COVID fueron más efectivos a la hora de concientizar sobre sus riesgos.


En este sentido, detectaron que se manifiestan varios fenómenos simultáneos: por un lado los memes “bonitos” reducen el procesamiento de información.

Mientras que los memes relacionados al COVID mejoran el procesamiento de información, al mismo tiempo que aumenta la eficacia de las estrategias de afrontamiento. Es decir, los recursos psicológicos que posee una persona para lidiar con las situaciones estresantes.

Esto significa que mirar memes con imágenes que despiertan sensaciones de ternura nos ayuda a relajarnos y que abordar las problemáticas desde un enfoque humorístico colabora a encontrar una mejor resolución.

Los encuestados manifestaron experimentar mejor humor y emociones positivas, señalando que incluso cuando veían memes relacionados al COVID experimentaban menos niveles de ansiedad y estrés


Comparando el uso de memes con otros medios audiovisuales, los encuestados manifestaron experimentar mejor humor y emociones positivas. Además, se señala que cuando veían memes relacionados al COVID experimentaban menos niveles de ansiedad y estrés. Los investigadores de la Universidad de California a cargo del estudio apuntan a un estresor con contenido audiovisual humorístico: los memes pueden contribuir a disminuir el impacto psicológico en la audiencia.

En otras palabras, los memes también pueden ser medicinales.

Memes, la cultura viviente

El biólogo inglés Richard Dawkins utilizó por primera vez el término meme en 1976 para denominar a una unidad de información que se transmite por imitación. Meme es el equivalente cultural a los genes que conforman nuestra biología y definen quiénes somos, la forma y funciones de nuestro organismo y también nuestra cultura.

La teoría de Dawkins sugiere que no es el individuo quien opera sobre la evolución, sino distintos genes, estableciendo varias conductas impulsadas precisamente por estos genes para garantizar la supervivencia. En cierto sentido, los organismos son vehículos de estos genes, cuya única pulsión es multiplicarse y sobrevivir a toda costa.

¿Qué tiene que ver un gen con una imagen de Bob Esponja? Básicamente lo que hoy en día es conocido en la cultura popular y en redes sociales como meme, un contenido audiovisual que interpela al observador recurriendo a una asociación cultural, posee un comportamiento biológico: el meme está vivo. Se reproduce y adquiere nuevas formas. O simplemente muere en el olvido.

Los memes más efectivos generalmente constan de una imagen reforzada con un texto o caption para transmitir una idea, en este caso la sensación de bienestar que produce el uso de cannabis.


Su hábitat en internet se expande de acuerdo al éxito del meme, un factor que se combina en su capacidad de interpelar pero también de ser reconocido, interpretado y reenviado. Hay memes para todos los gustos, grupos etarios y sectores de la sociedad. Nuestras abuelas, a veces con precarios conocimientos informáticos, también comparten memes. Es un acto de cultura espontánea, de bajo costo y social. El meme no tiene dueño ni destino más que vagar por nuestra cultura diaria y mundana.

Hasta los medios de comunicación se hacen eco de internet y publican artículos que contienen “los memes de”: varios de ellos populares y creados luego de sucesos de público conocimiento, locales o internacionales. Desde los premios Oscar a discursos políticos o eventos deportivos.

De cierta forma, los memes y el cannabis son muy parecidos: se trata de fenómenos horizontales que se expanden en todos los lenguajes y todas las sociedades y son movimientos fundados en la autogestión y motivados por la cooperación natural e instintiva que da origen a nuestra cultura.

Y ahora, también confirmado por la ciencia, ambos poseen insospechadas y subestimadas propiedades medicinales.

El formato “malvado” (evil en inglés) utiliza una imagen en negativo para hacer una afirmación contraria a la naturaleza de la referencia, por ejemplo un control policial que no apunta a los usuarios y usuarias.

El estudio completo puede leerse aquí.