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Marcelo Somma / Revista THC

Gabriel Giménez: “Hay que tener una mirada federal para construir una industria nacional del cannabis”

A partir de principios de mayo de este año Argentina es uno de los pocos países del mundo que cuenta con una ley para la industria del cannabis medicinal y el cáñamo. Pero desde ese entonces, hasta hoy, ya pasaron tres encargados en implementar la regulación. El primero fue Matías Kulfas y luego le siguió Daniel Scioli que no llegaron a concluir esa tarea en el Ministerio de Desarrollo Productivo.

Ahora es momento de que Ignacio de Mendiguren, secretario del organismo bajo la órbita del Ministro de Economía Sergio Massa, ponga la reglamentación en marcha para que el Ejecutivo cumpla con los 180 días de plazo. De esta manera, el Presidente Alberto Fernández estaría en condiciones de poner su firma para que se ponga en marcha la regulación de la industria nacional del cannabis medicinal y el cáñamo, en la que estuvieron involucrados distintos organismos estatales como el entonces Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de Semillas (INASE).

“Hay voluntad del Gobierno nacional para que la Agencia Regulatoria de la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo (ARICCAME) esté funcionando este año. Es una política de Estado”. La persona que habla es Gabriel Giménez, Director Nacional de Articulación Federal del INASE y referente del Equipo de Cannabis de ese Organismo. 

Bajo su gestión, este organismo ha sido durante el último año el que más ha trabajado en la regulación del cannabis. Incluso, sin amparo legislativo. El máximo avance sucedió en julio cuando se habilitó la compra legal de semillas de cannabis.

El Inase fue uno de los organismos que más avanzó en la regulación. Se encuentran las resoluciones por el registro de semillas y su comercialización como las más importantes. Pero, ¿cómo pudieron realizarlo con un escueto marco legal?

En el INASE trabajamos para cumplir los objetivos de la Ley de Cannabis Medicinal: que todos puedan acceder a un producto de calidad. Antes de nuestra gestión el marco normativo no permitía el desarrollo del sector, solo se importaba un aceite de cannabis de baja calidad y a precio dolarizado para una sola patología. En menos de un año y medio avanzamos en normativas para la industria del futuro porque dimos herramientas clave para que emerja todo el trabajo que había detrás de un cultivo que estuvo décadas prohibido. En ese camino estamos. La decisión política es fundamental pero los objetivos se logran porque detrás existe un grupo extraordinario de profesionales. Son un equipo increíble que ya estaba en el INASE y que se adaptó y capacitó a esta nueva realidad.

Actualmente, ¿en qué están trabajando dentro del INASE?

Ahora estamos trabajando con otros organismos para la reglamentación de la ley. Sobre todo con las normativas comunes con SENASA, relativas a la sanidad y calidad, pero también seguimos en una fuerte articulación con el Ministerio de Salud y, más recientemente, con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. También queremos recuperar la genética nacional del cáñamo para retomar lo que Argentina fue en las décadas del ’60 y ’70. Hacia fin de año seguro tendremos el registro de una genética nacional del cáñamo.

¿Cómo está funcionando la comercialización de semillas de cannabis?

La reciente Resolución de INASE que regula el comercio es de avanzada, incluso, en cierto sentido, va un paso más adelante que la propia industria. Hoy se están comenzando a comercializar semillas y esquejes rotulados de acuerdo a la reglamentación a los proyectos integrales de investigación. La expectativa y el horizonte de trabajo es que antes de fin de año podamos contar con semillas feminizadas registradas para su comercialización legal en los growshops.

Industria nacional del cannabis

“Hoy depende de Sergio Massa, como ministro, y de Ignacio De Mendiguren como secretario. Pero se está trabajando desde distintos lugares sobre la reglamentación”, agrega Giménez en diálogo exclusivo con THC. Entre ellos no solo destaca las resoluciones que ha emitido el Inase, sino también la articulación que se está produciendo con otros organismos. Uno de ellos es el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Un punto clave para la puesta en marcha de la reglamentación será la designación de los integrantes del directorio de la Ariccame. “Lo óptimo es construirla con el consenso de todos los sectores que acompañaron la ley industrial de cannabis y la medicinal”, dice Giménez para “fundar una industria que está desarrollada en la informalidad producto del prohibicionismo”.

Precisamente, para el Director del Inase el país tiene potencial como una industria del cannabis. “Hay genética, historia agropecuaria, breeders y cultura cannábica. Hay que ponerlo en clave de la industria y el desarrollo. Es lo que tiene que normar la agencia, entendiendo que todos los eslabones son importantes: desde los empresarios hasta los pequeños productores. Hay que trabajar en el encadenamiento asociado: el cooperativismo y el asociativismo son centrales“, asegura Giménez sobre una regulación que florecería durante la primavera.

¿Cuándo estará conformada la Ariccame?

Vamos a tener un noviembre futbolero y con Ariccame en funcionamiento.

¿Qué visión creés que tendrá que tener la Ariccame?

Hay que tener una mirada federal de la industria y una articulación institucional muy fuerte. Una perspectiva federal debe incluir a las provincias que actualmente están produciendo con proyectos públicos y público-privados, también dar un fuerte apoyo al desarrollo privado, articulando en red y aprovechando la fuerza de las Cámaras y a las organizaciones comunitarias, de modo de capitalizar esas experiencias múltiples, entre las que se encuentran las Universidades y los centros de desarrollo biotecnológico.

¿Cuál debería ser el modelo de la industria nacional del cannabis?

Argentina va a ser una “marca país” en cuanto a Cannabis. Por eso, vamos a definir un modelo. En la región, por ejemplo, Perú tiene una industria farmacéutica que se abastece de materia prima desde otros países. En nuestro País, la Provincia de Santa Fé, a partir de la intervención del Estado, reemplazará la materia prima que importaba por la que comenzó a producir su Laboratorio Industrial Farmacéutico en asociación con el INTA. Ese modelo es al que tenemos que apostar fuerte. Santa Fe es un ejemplo, pero hay otros: La Rioja, San Juan o Ciencia Sativa en Rio Negro. También hay iniciativas privadas muy buenas. Argentina va a construir el cannabis para América Latina.

¿De qué manera establecerías las bases para este modelo de desarrollo?

Es importante que el Estado regule y establezca reglas de juego claras para que el sector privado encuentre un marco de acción con seguridad jurídica y tenga claras sus obligaciones. La regulación debe ser sobre toda la cadena, con protección de cada uno de sus eslabones de acuerdo a sus características productivas. Hoy necesitamos cultivadores y productores de cannabis, los cuales no abundan. Hay que fomentar el crecimiento de ese eslabón y ponerlo en valor como parte fundamental del crecimiento de esta industria. Por experiencia sabemos que es un eslabón que se suele precarizar y hoy tenemos la oportunidad de remediar eso. Si vamos hacia un modelo de la industria con valor agregado como la semillera, estamos en el buen camino. También habrá identidad cooperativa: se sabe muy poco, pero en la región centro y patagónica se multiplican las semillas de todos los cultivos para garantizar tecnología, desarrollo y poder germinativo alto. El cannabis va a ser un cultivo con fiscalización obligatoria a mediano plazo y su producción va a requerir estándares internacionales agronómicos como cualquier otra industria. Argentina está preparada para esto.

¿Qué tiene que hacer Argentina para ser referente en cannabis para el continente?

La investigación científica es parte del futuro. Las regulaciones más importantes del cannabis medicinal, como las de Israel o Canadá, muestran que la investigación es integral. El ensayo y error se da a partir de la investigación, que es en el Laboratorio y también en el campo, y se potencia articulando y cruzando los avances generados en esas dos dimensiones. El cannabis es un cultivo con identidad territorial: garantiza exigencia para ver qué territorio es más o menos fuerte. Una misma variedad no prende igual en distintas regiones.

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Para Gabriel Giménez hay que cuidar a los eslabones de la industria: como Le Caburé, una fábrica nacional de trimmeadoras de cannabis.

¿Por qué contás con tal expectativa con respecto a la industria del cannabis?

Tengo algunos datos. En Estados Unidos, solamente con sus regulaciones estatales facturó en todos los formatos del cannabis 25 mil millones de dólares anuales y generó en 2021 más de 100.000 puestos de trabajo formales, empleando alrededor de medio millón de trabajadores totales en el sector. Ese dinero se distribuyó en reinversión y ganancias para el sector privado pero también fue un importante ingreso para el Estado. Además: la genética del cáñamo y su cultivo se triplicaron en los últimos cinco años. El cannabis recién está iniciándose en el mundo, aún con la experiencia que tienen otros países. Argentina tiene que pensar en una industria a corto, mediano y largo plazo. Así vamos a hacer una industria no solo para el país, sino también para el mundo.