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El Amazonas perdido: las primeras fotografías que mostraron los rituales en la selva

Explorador de plantas visionarias y pionero de la etnobotánica. Richard Evan Schultes, el botánico y escritor que junto a Albert Hofmann publicó Plantas de los Dioses, fue también un notable fotógrafo.

Además de registrar ejemplares de plantas y árboles, también retrató paisajes y culturas que sin saberlo comenzarían a desaparecer en los años siguientes.

“El Amazonas perdido: un raro viaje fotográfico a través de tierras inexploradas” es una compilación de su amigo y alumno realizada con las fotografías que el mismo Schultes tomó durante sus expediciones en las selvas de Sudamérica.

Un joven de la tribu Kamsá en noviembre de 1941. (@Wade Davis)

Se trata del trabajo de un científico pero también de una persona que pasó doce años en la selva, vivió en decenas de aldeas con distintos pueblos originarios y clasificó más de 30.000 plantas, además de descubrir 2.000 plantas medicinales.

A diferencia de la mayoría de los exploradores, nunca llevó armas, ya que no creía en presentarse como un individuo preparado para la violencia.

El álbum de Schultes muestra a los habitantes del Amazonas como los moradores de una región llena de misterios que además guardaban en sus culturas y tradiciones los secretos del poder vegetal

Schultes usaba además una modesta cámara Rolleiflex diseñada en 1927, que si bien tenían una excelente reputación por su calidad de construcción y materiales, no eran la opción elegida por los profesionales ni se trataba de un equipo fotográfico de alta complejidad.

Se dice que la cámara tuvo una gran influencia no sólo en la obra de Schultes sino en la reacción de los nativos al ser retratados: la cámara, con doble lente, se operaba desde arriba, haciendo inclinar al fotógrafo frente al objetivo.

También tenían limitaciones para hacer foco, por lo que siempre debía utilizar una respetuosa distancia.

El encuadre además mostraba a los habitantes del Amazonas desde otra cara, como los habitantes de una región llena de misterios que además guardaban en sus culturas y tradiciones los secretos de la farmacopea del bosque.

 

Danza del Kai-ya-ree, cerca del río Miritiparaná,en abril de 1952.

Consciente de ser, muchas veces, el primer “hombre blanco” en presenciar la cotidianidad de pueblos que vivían hace milenios en una simbiosis con el entorno pero también probablemente el último en verlo, el registro fotográfico de Schultes es algo más que un diario de viaje por la selva: son los retratos de un pasado cada vez más lejano e irrepetible.

Por su amabilidad y respeto hacia los pueblos originarios fue invitado a participar en rituales, ceremonias y celebraciones, como testigo y a veces como participante.