Cómo sucede con todo el cuerpo humano, los cannabinoides también pueden modificar o influir en la función hepática. Esto genera un interesante potencial terapéutico no sólo para generar nuevos tratamientos para patologías sino también para prevenirlas. ¿Qué dice la ciencia sobre los efectos del cannabis en el hígado?
¿Que efecto tiene el Cannabis en el hígado?
Cuando usamos cannabis, los cannabinoides ingresan al torrente sanguíneo y activan, modulan o desactivan grupos de receptores como CB1, CB2, TRPV y otros. Al mismo tiempo comienza un proceso conocido como metabolización, en el cual los cannabinoides son descompuestos por enzimas y convertidos en sustancias inertes conocidas como metabolitos. Justamente estos metabolitos, que pueden permanecer en el cuerpo humano por semanas y meses, son los detectados por los tests antidrogas.
En el hígado los cannabinoides son metabolizados por un grupo de sustancias conocidas como citocromos P450 (CYP). Esta “ocupación” temporal puede generar interacciones medicamentosas con algunas sustancias, especialmente otros inhibidores de enzimas hepáticas como el omeprazol. Por esta razón las personas bajo tratamientos crónicos o prolongados deben consultar sobre las posibles interacciones tóxicas.
Además existe otro fenómeno interesante respecto al hígado y la planta de cannabis. Por la naturaleza lipofílica de los cannabinoides, estos se adhieren a grasas y lípidos mucho mejor que a moléculas de agua por ejemplo. Esto genera un efecto conocido como recirculación hepática: cuando son ingeridos por vía oral, los cannabinoides se adhieren a grasas que pasan varias veces por el sistema hepático.
Si bien la vía oral de administración se considera que dispensa una cantidad menor de cannabinoides al torrente sanguíneo en comparación con la vía inhalatoria, la conjugación de la recirculación hepática con la metabolización en el hígado genera efectos más intensos y de mayor duración.
Uno de los responsables de esta mayor duración es un metabolito conocido como 11-Hidroxitetrahidrocannabinol
(11-hidroxi-THC) responsable de la acción del THC en el organismo.
Cuando inhalamos vapor o humo con cannabinoides, gran parte de estos cannabinoides pasa al torrente sanguíneo y luego al hígado donde son metabolizados en 11-hidroxi-THC y otros compuestos. Por vía oral, antes de pasar al torrente sanguíneo los cannabinoides deben atravesar el hígado, por lo que se considera que una mayor parte se convierte en 11-hidroxi-THC.
La presencia de receptores CB1 y CB2 en el hígado vincula este órgano al sistema endocannabinoide. Según un estudio de 1998, existe una expresión alta de receptores CB2 en el hígado del embrión humano, cantidad que desciende en los hígados adultos sanos.
Es interesante que en estudios más recientes se comprobó el descubrimiento de expresiones de los receptores CB2 más altas de lo normal en algunos modelos de patologías hepáticas. En el año 2008 se comprobó un efecto paradójico del cannabis respecto a la función hepática: por un lado la estimulación del grupo CB1 produjo efectos proinflamatorios y profibrogénicos, es decir que podían inflamar y producir fibrosis en el hígado.
Paralelamente se demostró el efecto contrario respecto al grupo CB2, que mostró actividad antifibrogénica y antiinflamatoria. De acuerdo al estudio, esto provee un “atajo” para el abordaje de nuevos tratamientos.
¿El Cannabis protege el hígado?
Una de las sustancias legales de uso común que más afecta la salud hepática es el etanol, es decir el alcohol presente en las bebidas alcohólicas. El consumo en exceso de etanol está relacionado a desarrollar mayores probabilidades de sufrir patologías que afectan las células y el normal funcionamiento del hígado.
Un reciente estudio publicado en diciembre del año pasado demostró en ratas que los cannabinoides reducen la toxicidad del etanol. Esto significa que dichas sustancias pueden disminuir los efectos nocivos del alcohol en las células del hígado, pudiendo prevenir patologías como la esteatosis hepática o hígado graso. Es una patología generalmente reversible si se detiene el consumo de alcohol y se vigila la dieta.
Cuando el uso de etanol continúa y se desarrolla esteatosis, puede derivar en cuadros como fibrosis, hepatitis, cirrosis y hepatocarcinomas. La clave del estudio fue que los investigadores determinaron que distintos marcadores para enfermedad hepática como (COX-2), CD14 o MIP-2 se encontraban en menor concentración en los grupos tratados con cannabinoides, en comparación con el grupo que recibió placebos.
El descubrimiento también abre las puertas para nuevas terapias con cannabinoides, capaces de reducir los daños hepáticos y mejorar su funcionamiento.