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Gamers, cannabis y autocultivo: un referente de la movida nos cuenta todo

En la actualidad, los videojuegos son una industria que no para de crecer. Según un estudio realizado por la consultora Newzoo, los deportes electrónicos recaudaron unos US$ 1.100 millones durante 2019 y se prevé que tengan un crecimiento anual del 26%.

Por su popularidad, sobre todo en las generaciones más jóvenes, el Comité Olímpico está debatiendo incluir a la disciplina en los próximos juegos posteriores a Tokyo 2021.

Al igual que los deportes más tradicionales, el gaming también tiene al cannabis como una sustancia prohibida que se persigue con controles de dopping en las competencias más importantes del mundo.

El Comité Olímpico está debatiendo incluir los videjuegos en las competencias, pero el cannabis está dentro de las sustancias prohibidas a nivel profesional

Sin embargo, la cultura gamer y el cannabis son inseparables. En la década pasada, cuando las competencias de videojuegos se organizaban en los cyber, los jugadores socializaban allí entorno a la planta: en los descansos entre mapa y mapa, los gamers fumaban marihuana juntos, se regalaban esquejes y hasta compartían consejos de cultivo.

Martín Ansó es cultivador de cannabis hace más de diez años y llegó a ser uno de los argentinos más importantes en el Counter Strike: Global Offensive.

Por este histórico juego de disparos, el joven es más conocido como “Proody” cuando jugó profesionalmente en el equipo Kitsune y cobraba un salario cercano a los $ 3 mil. En 2016, llegó a ser el primer suplente del seleccionado argentino que logró el subcampeonato mundial disputado en Serbia.

Martín ansó, mejor conocido como “Proody”, llegó a ser uno de los argentinos más importantes en el counter strike. además, es cultivador de cannabis hace más de 10 años

Alejado del profesionalismo, Proody hoy es “Leader in Game” (IGL), una suerte de director técnico virtual, en el juego táctico de disparos Valorant con el equipo Banana Squad.

Aunque en su adolescencia creía que “no iba a probar nunca el faso”, hoy es un cultivador experimentado que hasta ha dado talleres en la Expo Cannabis sobre usos de paneles led.

¿Por qué mirabas el cannabis con desconfianza?

En mi familia eran muy abiertos, pero yo tenía un tabú. Me crié en barrios bajos, como Fuerte Apache o La Paternal, y no me gustaba lo que hacía la gente. Veía mucho exceso.

¿Cuándo fue tu primer encuentro con la marihuana?

A los 17 años, me junté con unos amigos en una casa y uno llevó un porro de prensado. Ese día me pregunté ‘¿por qué no?’ Fue un buen mambo. Desde ahí empecé a fumar todos los fines de semana, hasta que un día probé flores y conocí otro mundo. Entonces me interioricé en el tema, buscaba nuevas cepas, otros sabores… y me dije ‘¿porqué no cultivar en mi casa?’ Veía mucha gente que lo hacía y compré mis primeras semillas.

“Todos los días me tomo unos 40 minutos para controlar las plantas, regarlas, reviso las hojas una por una. así me desconecto un poco del mundo”, nos cuenta Proody

¿Crees que generaste una relación especial con la planta?

Totalmente, las plantas tienen vida propia y así las trato. Al principio, le pedía a mi mamá que me mandara fotos para ver como estaban, mientras yo estaba trabajando, porque ella llegaba más temprano a nuestra casa. Todos los días me tomo unos cuarenta minutos para controlarlas, mirarlas o regarlas… Reviso las hojas una por una. Así me desconecto un poco del mundo. Antes de irme a dormir, les deseo las buenas noches.

En el mundo gamer, ¿existe una sociabilización alrededor del cannabis?

Cuando empecé a jugar se hacían los torneos en los cyber, hace unos diez años. He llegado a conocer pibes que hoy siguen siendo mis amigos por el solo hecho de compartir una seca. Me acuerdo que había competencias de Counter Strike en un cyber de San Justo, que duraba todo el fin de semana, desde la mañana hasta la madrugada cada día. En los parates, entre mapa y mapa, fumábamos y terminábamos matándonos de risa en las partidas. Estábamos enfrentados porque todos teníamos la mentalidad de ganar, pero también era ir a pasar el día. Había mucha amabilidad en el ambiente gracias al cannabis. Incluso, me juntaba con otros cultivadores, con quienes intercambiábamos semillas y nos dábamos consejos de cultivo.

¿Cómo es la combinación cannabis/gaming?

Además de la creatividad que se genera, fumarme uno me alivia los dolores de espalda después de estar muchas horas sentado frente a la computadora. A mi me ayuda mucho la genética Super Lemon Haze, que te activa por su predominancia sativa, pero tampoco te vuela. También te relaja y no importa tanto cuando se pierde una partida. Si fumo estoy más creativo.

“El cannabis te relaja y no te importa tanto cuando se pierde una partida, si fumo estoy más creativo”

Hoy te dedicas a planificar estrategias en el juego Valorant, ¿porqué abandonaste el profesionalismo del Counter Strike?

Fue insostenible la rutina. En 2017, tenía 24 años y quería dedicarme a otra cosa. Trabajaba ocho horas en una oficina y cuando volvía a mi casa era estar jugando hasta las dos de la mañana… 6.30 me tenía que levantar para volver al trabajo. Pero nunca dejé de jugar por diversión.

En los torneos internacionales más importantes se realizan controles antidoping y el cannabis está prohibido, ¿porqué creés que sucede?

A mi me parece que sucede por el Adderal -una anfetamina recetada para el trastorno de déficit de atención que consumen muchos gamers profesionales-. Creo que viene por ahí y porque los organizadores tienen el poder de hacerlo. Yo no encuentro que el cannabis afecte, a mi me parece que la movida viene más por los torneos presenciales. Pero nunca me controlaron a mi… He ido a torneos organizados por grandes marcas y salía a fumarme uno con otros jugadores de otros equipos. Lo hacíamos para divertirnos porque solo nos encontrábamos ahí. Eran los mismos pibes con los que socializábamos en los torneos de los cyber.