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Estudio: los hongos mágicos son tan antiguos como los dinosaurios

Un nuevo capítulo se agrega a la intrigante y extensa historia de los hongos mágicos: un estudio genético demostró que son tan antiguos como los dinosaurios.

Investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, realizaron un estudio genético en diferentes variedades de hongos mágicos del género Psilocybe, cuyo principio psicoactivo más conocido es la psilocibina.

Según los resultados del estudio, este compuesto históricamente ligado a rituales y cultos y hoy sabemos que posee un amplio potencial terapéutico, comenzó a ser producido hace 57 millones de años en una divergencia de la rama evolutiva. Mucho antes de que el ser humano diera sus primeros pasos sobre la Tierra, ya existían hongos psicoactivos, quizás esperando ser descubiertos.

Para llegar a estos resultados el equipo realizó una indagación en el secuenciamiento genético de 52 tipos de hongos del género Psilocybe, en el que pudieron vincular la producción de psilocibina a la expresión de genes específicos. Como varios de los hongos secuenciados no habían sido investigados genéticamente en profundidad, el estudio generó nuevas secuencias genéticas para la producción de psilocibina, lo que brinda información sobre cómo los hongos producen este compuesto.

¿Por qué los hongos mágicos producen psilocibina?

La investigación sobre el genoma de los seres vivos aportó enorme cantidad de información sobre el funcionamiento de la vida sobre nuestro planeta y sobre su historia evolutiva. Gracias al secuenciamiento y comparación de estos mapas de genes podemos entender desde enfermedades hasta eventos en el tiempo donde surgieron líneas, seres o especies con adaptaciones o características diferentes.

Respecto a los hongos mágicos, los investigadores lograron detectar que la aparición de la psilocibina sucedió en un período de tiempo entre 68 y 50 millones de años atrás, casi en simultáneo con la extinción masiva que, se cree, aniquiló a los dinosaurios e inauguró el reinado de los mamíferos.

Según el estudio, en este período puntual aparece una rama divergente de hongos con la capacidad de producir psilocibina, confirmada por la expresión puntual de los genes que producen la síntesis de proteínas psicoactivas.

Existen varias teorías sobre la ocurrencia de la producción de psilocibina, que en su mayoría interpretan a este compuesto como un mecanismo de defensa ante predadores. Estas argumentaciones tienen un punto débil que se ancla sobre la biodiversidad: los hongos productores de psilocibina son escasos en comparación con los miles de tipos de hongos que prosperan en los mismos hábitats, condiciones climáticas y regiones.

De acuerdo a los investigadores, si se tiene en cuenta la evolución de la producción de psilocibina en paralelo con un evento de cambio climático y extinción masiva, la síntesis de este compuesto puede haber respondido a un depredador específico, los gasterópodos.

Siguiendo la teoría de que el impacto de un meteorito alteró por millones de años el clima terrestre, induciendo una era glacial, los investigadores sugirieron que la producción de psilocibina puede deberse a una respuesta en el aumento de gasterópodos como los caracoles y las babosas de tierra, depredadores específicos de hongos de todo tipo. Sin embargo, aclararon que se trata de una teoría sin comprobar.

¿Qué es la psilocibina y por qué tiene efectos terapéuticos?

El principal componente psicoactivo de los hongos del género Psilocybe es la psilocibina, cuyos efectos enteogénicos son conocidos para la ciencia moderna desde mediados del siglo XX.

Esta clase de hongos fue fundamental en varias culturas de Mesoamérica como los aztecas y junto al LSD produjeron una revolución en las décadas de 1950 y 1960 cuando fueron presentados a la cultura popular occidental como los míticos hongos mágicos usados por los chamanes centroamericanos.

En paralelo a la extensión de su uso espiritual y recreativo, los hongos fueron incluidos en las listas de sustancias prohibidas y la investigación sobre sus efectos se detuvo hasta entrado el siglo XXI, cuando experimentaron otro renacimiento, esta vez como promesa terapéutica.

Cefalea en racimos, depresión persistente, consumos problemáticos de sustancias y hasta terapias para perder peso son ejemplos de aplicaciones donde la psilocibina mostró un enorme potencial como coadyuvante de la psicoterapia tradicional. Algunos estudios son simplemente arrolladores: de acuerdo a una investigación, los hongos mágicos son hasta cuatro veces más potentes y efectivos que los antidepresivos tradicionales.

Aunque los mecanismos de acción puntuales en muchas patologías siguen siendo un misterio o se encuentran en investigación, está demostrado que la psilocibina ayuda a mejorar las conexiones y los circuitos cerebrales, generando efectos a largo plazo en condiciones como la depresión persistente.