Skip to content Skip to sidebar Skip to footer
@sungrownconsulting

Perú: regula el autocultivo medicinal y los emprendimientos privados

A semanas que el Gobierno de Perú finalmente promulgara la Ley de Cannabis Medicinal, la planta cada vez gana más terreno en este país latinoamericano.

Desde que el Estado decidió formalizar la normativa que garantiza el acceso de la planta, al menos para sus fines terapéuticos, decenas de emprendimientos y productos ya están disponibles.

Una de las últimas novedades es que la compañía multinacional Khiron Life Sciences, de capitales canadienses, anunció esta semana que ya registró sus primeros dos productos de cannabis medicinal en Perú.

Se tratan del Alixen 30 y Alixen 100, dos compuestos con alto contenido de CBD y que en los próximos días estarán disponibles en farmacias, dispensarios y distribuidores médicos.

Mientras que el Alixen 30 suele ser un medicamento indicado para tratar la ansiedad, el insomnio, el mal de Parkinson y la depresión, entre otros, su versión más concentrada es una opción para las personas que padecen de diferentes tipos de epilepsias.

Por otro lado, la compañía canadiense, que ya levantó bandera también en Colombia, asegura que para 2022 tendrá disponible otros productos medicinales que tengan alto contenido de THC.

Además, como otra novedad comercial nacida de la puesta en marcha de la normativa peruana, fue la inauguración de Zerenia, una red de clínicas especializadas en el tratamiento de cannabis medicinal.

Esta compañía de origen colombiano fundó su primera sede en Lima y se integró a la unidad sanitaria de Montesur, ubicada en el distrito de Santiago de Surco.

“Nosotros ofrecemos tratamientos con productos de estándares farmacéuticos. Los resultados que hemos obtenido en el tratamiento de patologías del dolor y de salud mental, por ejemplo, han sido positivos. El cannabis medicinal ayuda considerablemente en el manejo de síntomas, mejorando la calidad de vida del paciente”, asegura Raúl Lama, el médico encargado de la clínica Zerenia Perú y que atiende a personas con afecciones neurológicas, crónicas y de salud mental.

Según cuentan desde Zerenia, las consultas pueden costar hasta 110 soles. Esto significan unos US$ 26. Además, desde la clínica que atendió el año pasado a más de 10 mil pacientes en Bogotá, Colombia, cuentan que planean extender su red de clínicas por otras regiones peruanas. Incluso, aspiran a instalarse en otros países latinoamericanos.

El riesgo de las integraciones verticales

Sin embargo, aunque el cannabis en Perú de a poco comienza a ser más accesible, también implica el enorme riesgo que la producción esté acaparada por un pequeño grupo de empresas.

Precisamente, la expansión de la clínica Zerenia se produce gracias a la intervención de la propia Khiron Life Sciences, ya que el plan de inversión estuvo a cargo de Rodrigo Durán, uno de los jefes regionales de la empresa canadiense. Se trata de un caso potencial de una integración vertical de la industria, donde una empresa acapara toda la cadena productiva.

Por eso, uno de los puntos claves de la nueva normativa peruana es que también se habilitó el autocultivo y el cultivo en red. En este último punto, no solamente podrán encarar una plantación las asociaciones civiles ya vigentes.

Sino que además, podrán hacerlo nuevas organizaciones y conformadas por, al menos, dos personas.

Para aquellos usuarios y usuarias que quieran tener un cultivo de cannabis, deberán primero inscribirse en el Registro de Pacientes de Perú. Esto se trata de un trámite virtual que se realiza ingresando al siguiente link.

El documento consta de una Declaración Jurada, donde el profesional de la salud debe constatar el uso médico que el paciente le dará al cannabis y sus datos personales, como dirección, número telefónico y fecha de nacimiento. La constatación del permiso la realiza el Ministerio de Salud.

Si bien la nueva normativa peruana significa un avance para el acceso a la planta y para poner fin a la política de la prohibición, el país andino aún tiene una deuda: el cultivo de cannabis para uso recreativo o adulto seguirá penalizado por ley y puede costar hasta una condena hasta diez años de cárcel.

De todos modos, cabe destacar que, desde 2003, la tenencia para uso personal fue despenalizada. Al igual que en nuestro país, gracias al Fallo Arriola, el consumo no es considerado un delito. Y para tipificarlo, las autoridades peruanas establecieron el límite máximo de tenencia en ocho gramos, según lo establecido por el Artículo 299 del Código Penal.