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40 aniversario malvinasGustavo Jaiyes

Guerra de Malvinas: ex combatientes superan el Estrés Postraumático con cannabis

Hoy se cumple otro aniversario del inicio de la Guerra de las Islas Malvinas. A pesar de haber transcurrido casi medio siglo de este hecho histórico, los argentinos que pasaron por este conflicto bélico contra Gran Bretaña aún cargan una mochila llena de horrores. 

Si bien cada uno de los ex combatientes y veteranos padece un dolor particular por su paso en la guerra, la gran mayoría coincide en una misma condición de salud: Trastorno de Estrés Postraumático.

El Trastorno de Estrés Postraumático es un tipo de trastorno de ansiedad que aparece luego de sufrir un trauma emocional vinculado a graves lesiones o una muerte.

En una situación de estrés, el cuerpo secreta hormonas y químicos específicos y, luego, deja de hacerlo. Pero quienes sufren de Estrés Postraumático, el organismo continúa haciéndolo.

Recuerdos angustiantes, pesadillas, olvido de hechos específicos, sensación de futuro incierto, sentimiento de culpa, irritabilidad, dolores y mareos son algunos de los síntomas más comunes de quienes padecen Estrés Postraumático.

Sin embargo, quienes pasaron por el conflicto en el Atlántico Sur cuentan que “el mejor centro de rehabilitación” son los Centros de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM). Allí, se encuentran cada semana y se acompañan “como hermanos”, dicen.

“En Malvinas quedaron nuestros compañeros, nuestros amigos y también parte de nosotros. Quedó lo que eramos y lo que muchos habíamos pensado ser”, dice Fabián Aguado, ex combatiente.

Pero además, en los últimos años varios ex combatientes encontraron una nueva compañía para superar el Estrés Postraumático de Malvinas. Se trata del cannabis, que en varios casos llegó por consejo de sus hijos.

Incluso, esta generación de jóvenes son los encargados de producir los aceites medicinales o convertirse en los cultivadores solidarios de los ex combatientes..

La planta de cannabis, dicen, les pemite un estado de relajación que ayuda a estos veteranos de guerra a conciliar el sueño y disminuir dolores. También les produce la risa, tan necesaria para sanar un dolor que se carga en el corazón.

THC se encontró con cuatro ex combatientes de la Guerra de las Islas Malvinas, en el CECIM de La Plata. Allí, ellos compartieron sus historias en un diálogo exclusivo sobre el acontecimiento que los marcó de por vida y cómo la planta de cannabis los ayuda a superarlo.

Estrés Postraumático y la guerra de Malvinas

“Hay un antes y después. A mí, Malvinas me quitó la inocencia”. La persona que habla es Antonio Marcilese (59), parte de la Compañía de Ingenieros 601 de Campo de Mayo. En la guerra, “Tony” se dedicó a armar puentes y colocar minas de explosión.

Al lado de Marcilese, se encuentra Fabián Aguado (59), parte del 7° Regimiento de Infantería . Él, quien también padece glaucoma hace treinta años, le dice a THC que “en Malvinas quedaron nuestros compañeros, nuestros amigos y también parte de nosotros. Quedó lo que eramos y lo que muchos habíamos pensado ser”.

“Cuando tengo ganas, me prendo un faso porque me gusta. También es terapéutico”, asegura el ex combatiente Antonio Marcilece.

“Perdí la libertad”, agrega Guillermo Soldi (59), parte de la 10° Brigada de Infantería Mecanizada. “Mis peores pesadillas eran estar en mi casa y que me volvieran a citar. Me ponía la ropa verde y salía a Malvinas. Es como una película de terror que pensás que escapaste del asesino, pero de repente te agarra el pie”, cuenta.

Por otro lado, Víctor Quiroga (60) comparte plenamente el sentimiento espantoso del recuerdo de la guerra. Pero en su caso, el cuadro es más grave. Hace siete años que le detectaron cáncer de pulmón.

“Me dolía la espalda y un compañero de trabajo me compartió cannabis. En el momento me relajó, pero los dolores seguían. Hice estudios y resulta ser cáncer de pulmón”, cuenta Quiroga sobre su primer contacto con la planta. Él atravesó una intervención quirúrgica y le quitaron medio pulmón. Hoy, continúa el tratamiento de quimioterapia y rayos, donde el cannabis se volvió clave para su recuperación.

Quiroga dice que “por los dolores pasaba hasta 48 horas sin pegar un ojo. Ahora, duermo a la noche”, cuenta el ex combatiente de Malvinas.

El cannabis y recuperar el placer

Marcilese cuenta que su Estrés Postraumático se manifestó, desde su vuelta de Malvinas, en “una sensación de peligro constante. Es algo interno, en el que estás alerta y tratás de cuidar a tu familia. No se puede vivir bien así”, reflexiona.

Si bien él había tenido su primer contacto con la planta de cannabis hacia sus veinte años, por un uso recreativo, no tuvo consciencia del fin medicinal hasta hace pocos años atrás.

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“Para mi, el cannabis es placer”, dice Antonio Marcilese.

“En Uruguay, me dijeron ‘¿porqué tantas pastillas? Probá con esto”, recuerda Marcilese sobre la primera presentación del aceite de cannabis. “Tony” aceptó y, con el tiempo, logró comenzar a abandonar el Clonagin, un medicamento derivado del opio.

Pero de todos modos, Marcilese dice que también tiene un uso recreativo. “Cuando tengo ganas, me prendo un faso porque me gusta”, asegura el ex combatiente que asegura que esta forma “también es terapéutico”.

“Malvinas deja marcas: los compañeros, el frío y el hambre”, dice Marcilese que encuentra como principales sostenes a sus amigos -hermanos, aclara- y su familia. “Pero el cannabis es placer para mí, más allá de la ayuda que me da para dormir”, asegura.

Cannabis terapéutico

Aguado cuenta que la primera vez que probó cannabis fue durante su adolescencia, con sus amigos del barrio. Después no usó por años, solo porque había decidido dejar el hábito de fumar tabaco. Sin embargo, hace siete años, la planta volvió a su vida.

“Tuve un accidente de auto, me chocaron de atrás mientras estaba estacionado. Tuve problemas de cervical y me produjo síndrome vertiginoso. Me mareaba y tenía contracturas, que también es fruto de la guerra. No podía dormir”, dice Aguado sobre “una mochila que no se saca fácil:las piedras siempre están”.

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“El cannabis sirve para bajar un cambio y llevar más relajado la mochila de Malvinas”, asegura Fabián Aguado.

Entonces, Aguado comenzó a utilizar aceite medicinal que le producía una de sus hijas. “Ella cultivaba y preparaba aceites. Se me descolocaron las vértebras y se produjo una hernia de disco. Luego, derivó en artrosis”, dice. Pero además, él padece glaucoma hace treinta años.

Si bien el glaucoma es una patología hereditaria, Aguado dice que “el estrés de la guerra lo potenció. Es una enfermedad de gente con edad avanzada y a mí me agarró a los 29 años. De un ojo, casi no tengo visión”, asegura.

El Estrés Postraumático aún lo persigue a Aguado. “No volví a ser la persona que era a partir de Malvinas. Y queda el sentimiento de culpa por no haber hecho más por mis compañeros. Me quedó la sensación de verlos morir y no haber hecho algo”, cuenta.

Una de las herramientas que tiene el ex combatiente para sobrellevar su Estrés Postraumático es el uso de cannabis. Él siempre prefiere compartirlo, tanto con amigos como con su esposa.

“Yo fumo en pipa”, dice Aguado. “El cannabis sirve para bajar un cambio y llevar las cosas más relajado”, asegura el ex combatiente.

Hijos de combatientes y cultivadores solidarios

“Fumé por primera vez en mi vida hace dos años. Sucedió con mis hijos”, cuenta Sordi sobre el hecho fundacional que ocurrió durante una cena.

Este ex combatiente cuenta que durante los años ’90 convivió sin darse cuenta que su hija mayor, de 38 años en la actualidad, fumaba y cultivaba cannabis. Entonces, como Sordi no tenía ningún prejuicio al respecto, uno de sus hijos un día desenfundó un porro del bolsillo y se lo compartió a su padre.

“Hoy fumo esporádicamente. Para mi es una ceremonia”, dice Sordi sobre un ritual que suele compartir con sus hijos, quienes fueron claves en el apoyo emocional para sobrellevar las heridas que dejó Malvinas.

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“Cada vez que fumo cannabis es una ceremonia”, dice Guillermo Sordi.

Entre los síntomas de Estrés Postraumático que Sordi experimenta sobre Malvinas, se repite el momento en el que lo convocaron para ir a la guerra.

“Yo estaba durmiendo solo en mi casa. Mis viejos se habían ido a San Clemente del Tuyú. Y de repente me llaman para convocarme a Malvinas. Solo avisé que me iba a la guerra y me presenté; no me pude despedir”, recuerda Sordi sobre un acontecimiento que repitió durante años en sus pesadillas.

Si bien este trauma lo trabaja en las terapias alternativas que realiza, el cannabis se volvió un gran aliado. “Me fumo tres o cuatro secas y ya me siento mejor”, cuenta Sordi.

Cuando el Estrés Postraumático no deja dormir

“A mí la planta me enseñó a hablar con mis hijas y nietas. Cuando quiero fumar, me voy solo al patio para no molestarlas porque al principio era un tema para mi. Hoy puedo hablar con la gente sobre el cannabis y se lo estoy recomendando a mi hermano”, dice Quiroga, quien lucha contra un cáncer de pulmón hace siete años.

Quiroga combina el uso de cannabis entre aceite medicinal y la combustión, porque el cuenta que lo relaja para dormir a las noches y lo pone de mejor humor.

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“El cannabis me ayudó a hablar con mis hijas y nietas”, dice Víctor Quiroga.

Además, “el cannabis me hizo ganar peso porque me ayuda con el apetito”, cuenta el ex combatiente de Malvinas.

“Uso dos gotitas de aceite a la mañana y a la noche. Sentí cambios en el descanso. Podían pasar 48 horas sin pegar un ojo”, cuenta Quiroga quien, hoy, también disfruta de compartir cannabis con sus amigos en las reuniones del CECIM. De hecho, él asegura que el Centro de Ex Combatientes es “el mejor centro terapéutico. Son los hermanos”.

La planta de “Chiquito”

Quiroga cuenta que él y Fabián Aguado son amigos desde la infancia, cuando se conocieron en las calles de La Plata. “Vivíamos a tres cuadras, cuando teníamos diez años. Jugábamos a la pelota y después hicimos la ‘Colimba’ juntos. Después, fuimos a Malvinas”, dice Quiroga. “En la guerra, estábamos en compañías diferentes. Pero solo a 500 metros de distancia”, agrega.

Aguado, al igual que todos los ex combatientes, coinciden en que el CECIM es el mejor centro terapéutico para superar el dolor de Malvinas. “Podemos mirarnos y, sin hablar, entender lo que le pasa al otro. Es algo que no te pasa con cualquiera. Hablamos temas que no tocamos con nadie”, cuenta Aguado.

Si bien ellos se conocieron hace cincuenta años, la relación de hermandad entre todos los ex combatientes es la misma. Uno de los grandes imanes de la unión entre ellos fue un compañero que, hace pocos meses, falleció luego de luchar por años contra un cáncer. Se trata de José Zarzozo, conocido como “Chiquito”.

El Trastorno de Estrés Postraumático es un tipo de trastorno de ansiedad que aparece luego de sufrir un trauma emocional vinculado a graves lesiones o una muerte. En una situación de estrés, el cuerpo secreta hormonas y químicos específicos y, luego, deja de hacerlo. Pero quienes sufren de Estrés Postraumático, el organismo continúa haciéndolo.

“Chiquito” no solo fue uno de los ex combatientes que más recomendaba el uso del cannabis para sobrellevar los males que dejó la Guerra de Malvinas. Además, él era cultivador y, según cuenta, un personaje único.

“Es de esas personas que vino al mundo a enseñarnos y cuidarnos. Compartía al máximo y lo entregaba todo, desde lo material hasta lo espiritual”, detalla Marcilese sobre “Chiquito”, quien es llorado y recordado en cada reunión que los ex combatientes del CECIM La Plata tienen los martes.

Sin un gramo de interés, “Chiquito” dejó un último legado solidario antes de morir. Durante sus días finales, decidió germinar una semilla de cannabis. Tal vez fue consciente que él no podría llegar a la cosecha, pero sabía que alguno de sus hermanos tomaría la planta para compartirla entre los ex combatientes.

“Luego de su muerte, la esposa de ‘Chiquito’ me llamó y me dijo tengo algo para vos”, dice Marcilese sobre la pequeña planta de cannabis. “Es muy especial esta plantita. Por eso la traje, es una forma de que esté presente”, cuenta el ex combatiente.

Los ex combatientes se acomodan frente a una escultura de metal de las Islas Malvinas. Entre todos, se reparten la planta de Chiquito; la abrazan y, de alguna manera, sienten el cariño de su amigo.

Hoy, a más de cuarenta años del hecho más traumático de su historia, celebran la vida y ríen como los adolescentes que eran cuando recibieron el llamado para ir a la guerra sin saber a lo que iban a enfrentarse. Cuatro décadas despúes, cada día, el cannabis les devuelve una porción de lo que le quitaron en las islas.